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El problema social: son 10 millones los argentinos que reciben asistencia alimentaria

Desde Desarrollo Social, cartera que conduce Juan Zabaleta, se repite un lema que una fuente oficial del Ministerio comentó a El Economista: “No va a haber más planes"

El acampe en la 9 de Julio duró casi 3 días
El acampe en la 9 de Julio duró casi 3 días Ojo Obrero
Agustín Maza 03 abril de 2022

En Argentina hay 10 millones de personas que reciben algún tipo de asistencia alimentaria, tal como señaló ante El Economista el diputado del Frente de Todos (FdT) y exministro de Desarrollo Social, Daniel Arroyo. 

La cifra resulta más alarmante cuando se tiene en cuenta que la economía viene de recuperarse más del 10% durante el año pasado. 

La preocupación del Gobierno está puesta en la inflación de los alimentos para contener el creciente malhumor social y el lema es “no más planes”.

“Cuando llegamos al Gobierno, el número de personas que recibía asistencia era de 8 millones, que pasó a 11 millones durante el peor momento de la pandemia y ahora bajó un poco a 10 millones. La situación social es crítica”, resaltó Arroyo al ser consultado por El Economista. Cuando el diputado habla de “asistencia” se tiene en cuenta la Tarjeta Alimentar, comedores escolares, barriales, merenderos, entre otros.

LCG advirtió que, en la comparación con el pico de 2017, la pérdida de poder adquisitivo es “elevada”: 21,7% promedio. “No sorpresivamente los más afectados son los trabajadores informales con una caída real del 32,1%”, añadieron

La semana pasada, el Instituto Nacional de Estadísticas y Censos (Indec) informó que la tasa de pobreza se redujo en la segunda mitad del 2021 a 37,3% (-4,7 puntos porcentuales) respecto a un año atrás. En detalle, 1.950.000 personas dejaron de ser pobres (población urbana extrapolada a la población total). 

Por su parte, la indigencia, que mide la cantidad de personas que no tienen los ingresos suficientes para cubrir su alimentación básica, retrocedió al 8,2% en el mismo período, 2,3 puntos menos (-620.000 personas).

Mal humor e ingresos

Más allá de una mejora en los ingresos durante 2021, desde niveles muy magros; la baja del desempleo y cierto progreso en la pobreza e indigencia, el malhumor social se hace sentir. La demostración más clara fue la de la semana pasada, cuando manifestantes levantaron un campamento masivo en la Avenida 9 de Julio, frente al Ministerio de Desarrollo Social, entre miércoles y viernes. 

Entre los reclamos más importantes se encontraban la ampliación de programas sociales con contraprestación laboral, mayor ayuda alimentaria para comedores y un incremento en algunos beneficios sociales. Resulta que, en vistas de ese clima, la inflación hace que “la plata no alcance”.

Desde Desarrollo Social, cartera que conduce el intendente licenciado de Hurlingham Juan Zabaleta, se repite un lema que una fuente oficial del Ministerio comentó a El Economista: “No va a haber más planes”. 

La referencia es al Potenciar Trabajo, que a cambio de un trabajo de medio tiempo en actividades como recolección de residuos, pintura pública o asistencia en los barrios, se les paga a los beneficiarios el equivalente a un salario mínimo. Hasta marzo, el Salario Mínimo Vital y Móvil era de $33.000, por lo que poco más de 1,2 millones de beneficiarios del Potenciar Trabajo cobran $16.500.

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Para el diputado Arroyo, “es crucial que los ingresos se recuperen fuertemente”

La intención de Desarrollo Social es “convertir” los programas sociales en empleo formal dentro de la industria automotriz, de la textil o la construcción. Existen diversas iniciativas, que de a poco comienzan a incorporar personal, como en el caso de la terminal Toyota, pero que va a un ritmo que no hace pensar en una baja sustancial del universo actual que cobra el Potenciar Trabajo. 

Peor aún, la mayoría de los puestos que se generaron en el sector privado en el último tiempo han sido monotributistas o informales. La contracara de estos trabajos, en su mayoría “precarizados”, es la fuerte caída en los ingresos en general desde la crisis macroeconómica de 2018 y en particular de este segmento.

Salarios diluídos

Para el diputado Arroyo, “es crucial que los ingresos se recuperen fuertemente”. Un análisis de LCG advirtió que, en la comparación con el máximo de noviembre 2017, la pérdida de poder adquisitivo es “elevada”: 21,7% promedio. “No sorpresivamente los más afectados son los trabajadores informales con una caída real del 32,1%”, añadieron.

La referencia del sector informal a la hora de negociar salarios, además de que varios programas sociales y jubilaciones están atados a este, es el salario mínimo que negocia el Gobierno con los empresarios y sindicalistas. Si bien este ingreso recuperó 1,2% en términos reales el año pasado, aún se encuentra casi 31% por debajo del 2015, en base a un informe del centro Cifra de la CTA. 

“Puede decirse que el objetivo de evitar un nuevo descenso fue cumplido, aunque el salario mínimo mantiene un nivel muy deprimido. Además, la reciente nueva aceleración de la inflación implica una desvalorización acelerada del salario mínimo, que se está produciendo desde fines del año pasado”, apuntó el estudio.

 Por el momento, para este año se autorizó una suba del haber mínimo del 45% en cuatro tramos para pasar de los $33.000 actuales a $47.850. Cifra remarcó que, sin contar con que la inflación será cercana al 60% este año, eran necesarios $51.950 en marzo pasado para alcanzar el mismo poder de compra que el salario mínimo tenía en 2015, y que $85.122 serían equivalente a la línea de pobreza para una “familia tipo”.

No será magia

Un informe realizado en conjunto por el Instituto Universitario Cias (Centro de Investigación y Acción Social) y Fundar destacó que Argentina, a pesar de ser el segundo que más gasta en la región en políticas sociales, no ha podido reducir sus índices de pobreza a contramano de lo que sucedió en los demás países.

Para Rafael Rofman y Carola Paolera, de Cippec, “ordenar la macroeconomía y volver a crecer son imperativos urgentes y condiciones necesarias para pensar un escenario realista de salida de la pobreza. Un mejor contexto macroeconómico podría resultar en índices de pobreza similares a los observados previo a la pandemia”. 

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La pobreza está más de 10 puntos arriba del nivel de 2017

Sin embargo, los investigadores afirmaron que no hay indicios que permitan vislumbrar que una mejora macroeconómica pueda redundar por sí sola en una solución de fondo. En los últimos 30 años, recordaron, incluso con períodos de crecimiento económico notorio y un aumento del poder adquisitivo de los hogares, la pobreza no logró bajar del 25% de la población.

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