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Dolarizar o fortalecer la ciencia, esa es la cuestión

Hoy, la estabilización es urgente. El debate es cómo intentar lograrla.

Javier Milei tiene un desafiante corto plazo
Javier Milei tiene un desafiante corto plazo .
Juan Ignacio Surraco 11 diciembre de 2023
  •  "Hay que poner una bomba en el Banco Central para que los políticos no nos puedan estafar nunca más"
  • "Si no abrimos el cepo, el deterioro en términos de actividad, salarios reales, pobreza e indigencia, será insoportable socialmente"
  • "El cepo no se puede abrir sin antes resolver el problema de las Leliq, ya que se iría directamente a un escenario de hiperinflación"
  • "Tenemos que bajar la inflación que es el principal problema de los argentinos"
  • "La solución para solucionar el problema de las Leliq es la dolarización, que es el cierre del Banco Central a partir del rescate de sus pasivos. Con la dolarización se termina el problema de la inflación en Argentina de por vida"

Desandemos un poco. La inflación viene siendo el síntoma de una situación cada vez más crítica de la salud de la economía argentina.

"La inflación es producto de la puja distributiva". años 2008-2011, terminado el viento de cola, sin el mismo superávit de cuenta corriente que años antes, con recesión y crisis financiera a nivel mundial, las políticas contracíclicas para sostener la demanda agregada dan lugar a inflación por exceso de demanda en una economía que ya había consumido su capacidad excedente y que no generaba incentivos para la inversión.

"La inflación es un fenómeno monetario". En 2012, se modifica la Carta Orgánica del Banco Central, quitándole el mandato de cuidar el valor de la moneda. Entre 2012 y 2015 la economía se encuentra con ciclos recesivos por los desbalances externos. El aumento sostenido del déficit déficit fiscal consagra a la emisión monetaria como la herramienta para financiar al Tesoro. La inflación se consolida en el 25% anual.

"La inflación es la demostración de tu incapacidad para gobernar". A partir de 2015 se ensaya un régimen de metas de inflación, aspirando a que una política monetaria activa y contractiva trajera estabilidad para el peso. La rápida liberación del cepo y la lluvia de dólares (en gran parte deuda para financiar al Tesoro) aprecian el tipo de cambio mientras que la descoordinación en la corrección gradual de precios, tarifas y gasto no acompañan la política monetaria del régimen. Las Lebac terminan siendo una aspiradora de pesos en el mercado local y un caramelo para los inversores del mercado internacional. El compromiso del programa con las tasas reales positivas es recesivo y genera una dinámica de mutuo contagio entre inflación y tasa en pesos, a lo que se suman el uso de la tasa como antídoto para intentar evitar corridas cambiarias. La economía se comenzó a indexar al son de la inflación y el dólar. A pesar de haber sido el primer intento en años de tener una política concreta contra la inflación, los resultados fueron atroces para la salud de la hoja de balance del BCRA.

"Gran parte de la inflación es psicológica". Luego de 10 años de estancamiento y malas políticas económicas que acumularon nuevos y peores desequilibrios macroeconómicos, Alberto Fernández (sin votos ni estructura propia) fue puesto para dirigir un gobierno que por su génesis no iba a estar nunca a la altura en su capacidad de gestionar las soluciones que todos esos desequilibrios requerían. Los balances fiscales y monetarios ya en crisis, se rompieron aún más por el shock externo Covid-19, que trajo una fuerte recesión con un aumento del gasto financiado con emisión (lo mismo que hicieron los bancos centrales grandes). A pesar de estar "justificado", la gravedad es tal, que obliga al gobierno a indexar el sistema directamente, a partir de la proliferación de instrumentos financieros con ajuste por inflación o tipo de cambio.

pesos inflación precios
 

¿Dónde vamos?

Dicho esto, queda claro que el problema de la inflación acumula por lo menos 15 años, en los cuales desarrolló sus propias dinámicas y llevó a que los precios se multipliquen por 150 o más, a una tasa promedio cercana al 40% anual. Mirándolo así, el número asusta y es lógico que "romper todo" pueda parecer una solución razonable. 

Sin embargo, es injusto no mencionar que sólo se intentó combatir la inflación proactivamente en 3 de los últimos 15 años (a pesar de que el remedio fue peor que la enfermedad) y que en ninguno de los 15 años se trabajó con compromiso para manejar el déficit fiscal y menos aún, para fomentar la inversión productiva y las reglas que favorezcan el dinamismo y crecimiento económico. Sucesivas crisis cambiarias y crisis de deuda han llevado a una desconfianza casi definitiva en el peso.

La desconfianza en el peso genera una restricción en la oferta de crédito, lo que puede verse en la baja monetización de la economía. Hacia fines de 2023, el grado de monetización de la economía (M2/PIB) se encuentra en el 9%, el nivel más bajo en 10 años. Es decir, falta de financiamiento (crédito-moneda) al sector real, por parte del sector financiero. Sin crédito, el sector real se mueve menos, produce menos bienes y servicios, demanda menos empleo y termina reforzando ciclos recesivos.

Ahora bien, el problema de las Leliq toma otra dimensión cuando se analizan los números y la relación de los agregados monetarios y estos pasivos del BCRA con la actividad económica. Entre el balotaje y la asunción, el stock de Leliq bajó considerablemente, desde el equivalente en pesos de alrededor de US$ 20.000 millones a sólo US$ 15.000 millones. Sin ninguna medida - aunque sí luego de algunas reuniones con Luis Caputo - el sector financiero se desprendió de US$ 5.000 millones en títulos.

La pregunta que nos contestarán a partir de la presentación del nuevo programa económico es si esos pesos que escupió el sistema financiero serán absorbidos por el sector real o si irán directamente a demandar dólares. La relación M2/PIB, indicaría que la remonetización podría absorber alrededor de US$ 12.000 millones si se regresa a los promedios históricos de la última década. Por eso, es importante observar si se reactivará el crédito o si estos movimientos son la antesala de una fenomenal presión alcista sobre el dólar.

BCRA Banco Central
 

La estabilización tiene dos caminos. Por un lado, el shock de tipo de cambio, que rompa el balance del BCRA al llevar la base monetaria a un valor muy bajo en dólares. Seguido de una dolarización que funcionaría como un "nunca más", dejaría aún más espacio y haría más fácil de coordinar esa remonetización del PIB. El tipo de cambio (lo más alto que se pueda tolerar para lograr un equilibrio), funcionaría como ancla. En el medio, la terapia de electrochoque puede llevar a la economía al borde de la hiperinflación, dado el posible traslado a precios que una abrupta suba del tipo de cambio generaría.

Por otro lado, el segundo camino, el más difícil. Requiere de una ingeniería muy delicada, para coordinar incentivos fiscales, monetarios, de regulación de precios y de crédito, buscando terminar el régimen de alta inflación por la crisis de confianza, a partir de la restitución de la demanda del peso. El ancla fiscal juega un papel fundamental en este esquema, dado que la madre del problema financiero radica mucho más en el déficit (y la deuda) del sector público que en el del privado.

El primer camino, puede ser llevado a cabo de manera más fácil, a través de un tipo de programa no tan original para el staff del FMI, es decir, un plan de estabilización ortodoxo con el tipo de cambio y reducción del déficit como anclas. En la gestión interna (Argentina), puede ser suficiente que el encargado baste con cumplir con que 'el que avisa, no traiciona'. 

El segundo programa, el cual bien podría inspirarse en el Plan Austral, requiere de un equipo de titanes, como los que Argentina supo tener y todavía tiene (Sourrouille, Machinea, Calvo, Lavagna, Frenkel, Heymann, Redrado, Arriazu, Melconian, por nombrar algunos), para explicar didácticamente, a la sociedad y al FMI, cómo se jugaría el partido usando todas las herramientas de política económica. Exige un acuerdo de cara a toda la sociedad antes y durante el programa. El apoyo político es condición necesaria.

Veremos con que nos sorprende la nueva gestión. A lo mejor vayamos a un programa corto, de transición, cuyo objetivo sea fundamentalmente el fortalecimiento del mercado cambiario a partir mejores relaciones de cambio para exportadores y nuevos incentivos para que, un mayor ingreso de divisas por inversión real o financiera, permita relajar las restricciones y a partir de allí lanzar un programa de estabilización coordinado.

Por definición la economía estudia el equilibrio y por eso muchas veces exige decir cosas que son difíciles de entender o escuchar para quienes gozan de los beneficios de una distorsión o para quienes, en la urgencia, no pueden elaborar más allá de su pérdida / ganancia inmediata. Hoy, la estabilización es urgente. 

Ojalá que si vamos este programa de transición, el mismo funcione y sea corto. Si no, la amenaza de la bomba / Bonex, híper y shock cambiario estará a la vuelta de la esquina, allanando el camino para cerrar el boliche (dolarizar, cerrar el BCRA, etc.) y, muchos economistas de los que son titanes, dejarán definitivamente de tener ese lugar pedagógico que las instituciones siempre exigieron a los que tienen la autoridad.

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