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“Política monetaria agresiva como la actual no puede sostenerse en el tiempo”

Alejandro Radonjic 28 noviembre de 2018

Entrevista a Fernando Morra Docente de la Universidad Nacional de La Plata Por Alejandro Radonjic

El Economista dialogó con Fernando Morra (UNLP) sobre el presente y los desafíos del plan 0% que lleva adelante el BCRA.

Se lee y escucha que el plan 0% del BCRA, junto con las bandas cambiarias, viene siendo exitoso porque el dólar se estabilizó, más allá del salto del lunes y la entidad ha logrado bajar las tasas en más de 10 puntos. ¿Usted también lo considera exitoso o pondera que los costos colaterales son altos y/o no descarta un nuevo episodio de estrés y prefiere no “cantar victoria”?

Las crisis acortan el horizonte de planeamiento y, en un contexto de emergencia, la política económica debe encauzar la incertidumbre de manera de escapar del remolino del día a día. Las medidas actuales han sido exitosas en acotar ese tipo de incertidumbre. Saliendo de la emergencia, es necesario observar la sostenibilidad del proceso. Una política monetaria agresiva como la actual no puede sostenerse en el tiempo sin consecuencias sobre la actividad económica. El éxito hacia adelante será el de hacer compatible una reducción de las tasas de interés que colabore con la recuperación económica, manteniendo al mismo tiempo un dólar estable.

¿El déficit cuasi fical es un riesgo o está controlado?

El objetivo estricto sobre la expansión monetaria exige renovar de manera continua los pasivos remunerados del BCRA (Leliq), pero la tasa que deberá convalidar para hacerlo es una incógnita. Haciendo abuso de la metáfora borgeana de las bifurcaciones, hay un sendero virtuoso donde la autoridad monetaria puede renovar esos títulos progresivamente a una menor tasa, el dólar se mantiene estable, se reactiva la actividad económica y mejoran los ingresos fiscales. En este escenario el problema cuasi fiscal luce de cierta forma manejable. Pero también existe otro donde las expectativas se deterioran, el tipo de cambio sube y fuerza renovaciones con mayores tasas al tiempo que se acelera la inflación y la actividad económica se deteriora. Ambos escenarios son posibles y dependerán de un conjunto de eventos, algunos de ellos políticos y otros económicos, como la cosecha o el contexto internacional. Tal vez lo menos alentador sea que parecería que la dinámica de cada sendero se refuerza a sí misma y la autoridad monetaria tiene pocas herramientas para intervenir en caso de eventos adversos.

Sobre su impacto en la inflación, el plan no parece ser tan contundente. Más allá de los altos registros mensuales que vemos en estos meses, el consenso espera una suba de precios de 25-30% para 2019. ¿Por qué no baja más con semejante apretón monetario?

La dificultad de encarar un proceso sostenido de desinflación ha tenido al menos tres caras. La primera, de mediano plazo, es que déficit fiscales recurrentes tarde o temprano generan dudas sobre la capacidad del gobierno de financiarlos sin recurrir a la emisión, lo que afecta a la política monetaria. En segundo lugar, que es difícil comenzar a reducir la inflación mientras se ajustan precios relativos como el tipo de cambio real o los precios regulados. Por último, cuando la inflación se torna persistente, como en el caso de Argentina, modifica la formación de precios tanto de las empresas como de las familias y del gobierno. Generar condiciones de comportamiento de baja inflación no puede hacerse de un día para el otro. 

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