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“Falta consenso para sostener un proyecto transformador”

Entrevista a Aldo Ferrer.

06 diciembre de 2012

Dejando a un lado, obvio, a la Argentina, Brasil fue, por lejos, el país del cual más habló en la 18º Conferencia de la Unión Industrial Argentina (UIA). Segundo en la lista figuró China, un país de creciente relevancia para la economía global y, también, para la región. Es, precisamente, el Gigante Asiático el que despierta, tanto en la Argentina como en Brasil, el fantasma de la primarización. Es que si bien el ingreso de China le reportó varios beneficios a esta región del mundo, son cada vez más los economistas que ponen la lupa sobre los riesgos. En una entrevista publicada recientemente en El Economista, José Antonio Ocampo advertía que “a China le exportamos cinco productos básicos (petróleo, cobre, mineral de hierro, soja y pulpa de papel) a cambio de una canasta de manufacturas cada vez más diversificada”.

Quien recogió el tema en la conferencia fue el embajador argentino en Francia, Aldo Ferrer, quien tiene buen diálogo con la presidenta Cristina Kirchner. Según Ferrer, hay que dejar de pensar en las ventajas comparativas como estáticas, y verlas como dinámicas. “En cierto sentido China se está comportando como la Inglaterra del Siglo XIX. Tenemos que dejar de utilizar la idea de la complementariedad con este nuevo polo de crecimiento y, en cambio, avanzar en los sectores de ventajas no estáticas”, dijo.

Al finalizar su charla, Ferrer dialogó con este medio.

Con una estructura productiva desarticulada y cadenas de valor cada vez más globales, ¿se puede hacer política industrial? ¿Qué instrumentos hay?

Muchos. Instrumentos fiscales, crediticios, de tipo de cambio y de apoyo a la ciencia y la tecnología. En ese último aspecto, hubo avances importantes en el país, como la creación del Ministerio de Ciencia, Tecnología e Innovación Productiva, que priorizó esta cuestión. La política industrial cuenta con una infinidad de instrumentos. Lo importante es desarrollar las industrias exportadoras de conocimiento y estar en las fronteras tecnológicas. Muchas de esas tareas las podemos hacer junto con los brasileños, especialmente en sectores como la biotecnología, los bienes de capital y las tecnologías de la información y la comunicación. Hay muchas posibilidades y hay que darle preferencia, sobre todo, a las empresas nacionales.

Muchos economistas creen que el crecimiento acelerado que tuvo el país a la salida de la crisis de 2001 no estará presente en el corto o mediano plazos. ¿Usted coincide con ellos?

Hay elementos que dieron lugar a ese crecimiento, como la competitividad o la solvencia fiscal, que se han erosionado y hay que recuperarlos. El control de la macro y mantener las cuentas en orden es fundamental para tener autonomía a la hora de hacer política económica. En la medida en que estos fundamentos se fortalezcan el país puede seguir creciendo e, incluso, evitar problemas como la fuga de capitales. También tenemos un problema político en la Argentina. Todavía no se han generado los consensos políticos necesarios para sostener un proyecto de transformación industrial. A veces nos encontramos con que la opinión pública se divide por cuestiones secundarias y perdemos de vista la necesidad de ponernos de acuerdo en la defensa del interés argentino, y la industria y el empleo nacional. Es necesario ampliar los consensos para seguir la transformación y conservar lo que hemos logrado.

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