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El TLC entre el Mercosur y la UE: ¿"c'est fini"?

Macron
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21 septiembre de 2020

Muy lejos quedó el recordado llanto del canciller Jorge Faurie en aquella larga noche europea del 30 de junio de 2019. Ese día, desde Bruselas, Faurie le anunció a Mauricio Macri el histórico entendimiento entre el Mercosur y la Unión Europea. Se sabía que, más allá de ese hito, aún faltaba un largo trecho hasta su entrada en vigor. En rigor, desde entonces, los escollos se multiplicaron, y lo siguen haciendo.

“Francia sepultó bajo el altar de la protección de la biodiversidad y la regulación del clima el acuerdo entre el Mercosur y la Unión Europea”, escribió ayer Eduardo Febbro, en Página/12, desde París.  El último golpe de gracia lo propinó el informe redactado por una comisión de expertos presidida por el economista Stefan Ambec para evaluar el impacto del acuerdo (la llamada “Comisión Ambec”).

El actual jefe de Gabinete de Emmanuel Macron, Jean Castex, anunció el viernes que el pacto “ponía en peligro la biodiversidad y desregulaba el clima”. Castex, precisa Febbro, se apoyó en los argumentos que la Comisión Ambec expuso en un informe de 194 páginas. Los expertos alegan que, si se cumplen los términos de la negociación, la desforestación aumentará en 5% anual durante los primeros seis años, lo que equivale a un total de 700.000 hectáreas. Según Febbro, París cedió ante las exigencias del poderoso lobby agrícola y, en particular, de la poderosa Federación Nacional de Sindicatos de Explotaciones Agrícolas, que había alertado por la “competencia desleal”.

“El proyecto de acuerdo no contiene ninguna disposición que permita disciplinar las prácticas de los países del Mercosur en materia de lucha contra la deforestación. Es la principal carencia de este acuerdo y esa es la razón principal que hace que, en el estado actual, las autoridades francesas se opongan al proyecto de acuerdo”, dijeron cerca de Emmanuel Macron, según France Presse.

Según El País de España, Macron puso tres condiciones que, más que mostrar vocación por un acuerdo enmenedado, parecen una forma elegante de dinamitarlo.  Por un lado, un acuerdo con el Mercosur “no puede, en ningún caso, implicar un aumento de la deforestación”. Además, las políticas públicas de los miembros de Mercosur deben estar “plenamente conformes con sus compromisos con el Acuerdo de París”. Finalmente, los productos agroalimentarios importados que se beneficien de un acceso preferencial al mercado europeo “deben respetar las normas sanitarias y medioambientales de la UE”.

El rechazo galo se suma al hecho de que los parlamentos de Austria y los Países Bajos ya rechazaron el acuerdo y, el mes pasado, Angela Merkel manifestó “serias dudas” respecto al tratado que, además, perdió impulso en el propio Mercosur.

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