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Una mejor estrategia de comunicación para luchar con la inflación

25 julio de 2019

Por Victoria Nuguer Investigadora del BID (*)

Como solía decir Ben Bernanke, presidente de la Reserva Federal de Estados Unidos entre 2006 y 2014, la política monetaria es 98% de conversación y sólo 2% de acción. En otras palabras, lo que el Banco Central diga tiene una gran importancia. Puede influir en las previsiones de los hogares, las empresas y el mercado y, a su vez, tener un impacto en la economía.

Este mensaje no podría ser más importante cuando se trata de estudiar los sistemas de meta de inflación en América Latina y el Caribe. Estos regímenes, en los que las políticas de los bancos centrales normalmente fijan un nivel específico de inflación en un plazo de aproximadamente dos años, ha servido como una potente herramienta en once países de la región. En efecto, desde la fecha de su implementación del régimen de meta de inflación hasta abril de 2019, estos países han tenido tasas de inflación anuales promedio de 4,8%, considerablemente inferiores al 6,6% en los países que no lo tienen.

Los beneficios

Una mejor comunicación de los bancos centrales podría marcar una gran diferencia. Contribuiría a que las previsiones de inflación del público estén más alineadas con las metas de la autoridad de política monetaria, lo que en la jerga económica se denomina anclaje de expectativas. Y esto, a su vez, podría aumentar las posibilidades de que los bancos centrales fueran más efectivos y, por lo tanto, alcanzaran su meta de inflación con más facilidad.

En general, el régimen de metas de inflación ha sido acompañado por una mayor independencia de los bancos centrales, esto los ha vuelto más transparentes en los últimos años. También, se han realizado grandes esfuerzos para asegurar que los analistas profesionales que hacen pronósticos y que trabajan en el sector financiero estén bien informados. Gran parte de la estrategia de comunicación en la región que acompaña a este régimen monetario incluye comunicados acerca de las decisiones sobre las tasas de interés, actas de las reuniones en las cuales se adoptaron esas decisiones e informes sobre la inflación o la política monetaria donde se analiza el desarrollo económico, las previsiones de inflación y los riesgos potenciales.

Sin embargo, y a pesar de los esfuerzos realizados para lograr una mejor comunicación, es necesario mejorar los mensajes a las empresas y los hogares, los otros actores clave en la economía. Puede que el personal de la empresa pequeña promedio en la región no haya contado con la sofisticación de un analista profesional en las previsiones. Sin embargo, al igual que el analista, ese personal tiene que ser consciente de la meta de inflación, de cómo el Banco Central espera lograrla, y qué tipo de shocks, ya sea internos o externos, pueden causar cambios en la política monetaria.

La comunicación con el ciudadano medio también es crucial. Es necesario educarlo en estos ámbitos y mostrarle cómo funcionan las tasas de interés y otros componentes de la política monetaria. Para los hogares, la inflación es una de las variables macroeconómicas más importantes que influyen en su vida diaria.

Anclar expectativas

Hay grandes elementos en juego en el anclaje de las expectativas de inflación. Las previsiones que manejan los hogares sobre el precio de los bienes y servicios en el futuro influyen en su gasto y en sus ahorros. Las decisiones de los precios de las empresas influyen en sus inversiones y contrataciones. Y todas estas decisiones tienen un impacto en la inflación y en la economía en términos generales. Si el BCRA quiere cumplir con sus metas, debe asegurar que el público tenga conciencia de ellas, que entienda la lógica que la sustenta y tenga credibilidad en el BCRA.

Se trata de un enorme reto y, para ser justos, incluso en los países desarrollados, como Estados Unidos, los bancos centrales no han conseguido anclar las previsiones de las empresas y los hogares con sus metas. Sin embargo, esto no significa que no puedan tener mejores resultados a través de una mejor política de comunicación.

Una mejor divulgación

¿Qué se puede hacer? Los bancos centrales pueden reunirse regularmente con las cámaras de comercio y los administradores de las industrias importantes. Se pueden utilizar las redes sociales y la publicidad en la televisión para anunciar y explicar las metas de inflación. Las exposiciones en los museos podrían explicar como funciona la política monetaria, cuales son las consecuencias de imprimir dinero y como las crisis financieras pueden afectar la inflación. Un ejemplo en la región es el de Jamaica que recientemente inició un régimen de meta de inflación. En ese país, el Banco de Jamaica ha recurrido a videos en televisión y en Twitter y a una de las tradiciones consagradas del país, a saber, el reggae. “Queremos que la inflación sea baja para poder planificar y prosperar” canta el artista de reggae Tarrus Riley en un video patrocinado por el Gobierno que se ha vuelto viral, “pero si la inflación cae demasiado, no podemos crecer.”

Desde luego, para afinar su estrategia de comunicación y asegurar que progresa adecuadamente para cumplir sus metas, el Banco Central debe llevar a cabo encuestas adecuadas. Desafortunadamente, en América Latina y el Caribe éstas tienden a centrarse principalmente en los analistas profesionales, que son relativamente pocos y son más fáciles de contactar. Las encuestas de clase mundial de Uruguay constituyen una excepción y muestran que el Banco Central en ese país ha influido en las previsiones de inflación de las empresas. Sin embargo, otros países tienen un largo camino que recorrer en el diseño y la implementación de cuestionarios de amplio alcance que sean representativos del conjunto de la población.

Con pocas excepciones, América Latina y las Antillas ha logrado un enorme progreso en el control de la inflación, con resultados especialmente buenos en países con regímenes de meta de inflación. Sin embargo, los mensajes claros de los bancos centrales serán cruciales para anclar las previsiones de inflación con las metas e impedir que las previsiones alteren dichas metas. Esto requiere buenas encuestas y una clara estrategia de comunicación, así como esfuerzos considerables en los próximos años.

(*) La columna fue publicada originalmente en el blog de BID

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