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Entre la reactivación y las tensiones financieras

26 julio de 2019

Por Matías Carugati Economista Jefe de M&F Consultora

Los datos oficiales confirman que la recuperación sigue en marcha. El nivel de actividad subió 0,2% mensual (sin estacionalidad), confirmando que la caída de marzo (-1,3%) fue apenas un traspié para un proceso de recuperación que comenzó en diciembre. Desde entonces, la actividad avanzó un módico 0,8%, lo cual, junto con una baja base de comparación, llevaron a la comparación interanual a terreno positivo (2,6%) después de doce meses. La dinámica es heterogénea a nivel sectorial, con los transables (sobre todo el agro) empujando más fuerte y los no transables más rezagados, que están a la espera de una mejora de las condiciones de demanda interna y de reducción de la incertidumbre.

Con matices, la información de junio señala la continuidad de la reactivación. Los indicadores relacionados con el consumo (recaudación, patentamiento de vehículos, importaciones) mostraron mejoras el mes pasado. La recuperación de los ingresos reales, la estabilidad financiera y los estímulos oficiales (Ahora 12 y subsidios/beneficios al consumo) están empezando a surtir efecto sobre el principal componente de la demanda agregada. La inversión se mantiene frenada por la fuerte incertidumbre, pero las exportaciones siguen aportando buenas noticias (+13,5% anual en volumen en junio, +10% acumulado). No casualmente, la estimación de actividad de Ferreres registró una nueva expansión en junio (0,4% mensual), aportando indicios de un cambio de tendencia en materia de crecimiento.

A pesar de la tenue recomposición económica, el mercado laboral no mejora. El Ministerio de Trabajo informó una reducción de 217.100 puestos de trabajo registrados en mayo (-1,8% anual), continuando con una tendencia bajista que arrancó en abril del año pasado tras la primera corrida cambiaria (según el EIL, la contracción continuaría en junio). De todos modos, el panorama laboral es peor al cuadro que pintan estas cifras, que combinan una baja de los puestos de trabajo en relación de dependencia y de autónomos con un aumento en el empleo público y el empleo doméstico. Además, se trata de datos parciales, que no incluyen el empleo informal (no registrado), en ascenso según las últimas estadísticas del Indec. La situación en materia laboral refleja un aumento del desempleo y una precarización de los puestos de trabajo, dinámica que, cabe aclarar, podría haber sido peor de no ser por el fuerte ajuste del salario real. Hacia delante, si la reactivación se sostiene, el mercado laboral debería comenzar a recomponerse, proceso que también sería lento y gradual.

El Gobierno llega a las elecciones con una economía sin brillo. Si bien se trata de una decisión compleja, la literatura reconoce ciertos factores que inciden sobre el voto de las personas: preferencias políticas, ideología, religión y economía. Respecto a este último punto, lo que le importa al votante es la situación económica personal y la de su entorno cercano, lo cual puede monitorearse de forma aproximada con la evolución de la actividad, el empleo o los ingresos. Precisamente, la economía real está lejos de brillar. Si comparamos los últimos datos con los registrados en elecciones pasadas (ver Tabla), notamos que este ciclo electoral viene complicado para el gobierno, a pesar de ciertas mejoras en el último tiempo.

Sin embargo, las encuestas muestran una competencia electoral muy pareja. La mayoría de los sondeos de opinión coincide en que la intención de voto de Mauricio Macri mejoró recientemente. Esto coincide con indicadores más amplios, como la confianza del Gobierno o del consumidor relevadas por la Universidad Torucato Di Tella, que vienen mejorando desde abril. No es casualidad. Desde que se habilitó la libre intervención del BCRA en el mercado cambiario, las variables financieras se estabilizaron y ello posibilitó un aumento en la confianza, que también tuvo correlato en las encuestas políticas. De todos modos, los sondeos tienen mucha dispersión en cuanto a la intención de voto puntual por los candidatos, señal de una competición reñida.

En este contexto, es lógico que resurja la volatilidad. Sin una tendencia clara en las encuestas que permita anticipar el resultado electoral, es posible que las turbulencias reaparezcan a medida que nos acerquemos a la fecha de los comicios. En efecto, algo de ello estamos viendo por estos días. Los inversores toman posturas defensivas y evitan mantener “riesgo argentino” excesivo en sus carteras, poniendo presión al dólar y los títulos públicos. En las próximas semanas estaremos todos atentos a las encuestas y a lo que haga el BCRA para contener la volatilidad del mercado. Con los resultados de las primarias en mano, será momento de barajar y dar de nuevo.

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