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La inflación, un problema cada vez más grande

10 abril de 2019

Por Guido Lorenzo Economista Jefe de LCG

La inflación está ganando terreno en la discusión, tanto entre economistas como de quienes miran las elecciones de octubre. En el plano académico, ya se intentó con las dos anclas habituales: el inflation targeting y las metas de agregados. Ambos esquemas, con deficiencias en la implementación, han fracasado para controlar la inflación.

Cualquiera de los dos programas creemos que debió ser acompañado de medidas como mayor injerencia de la Comisión Nacional de Defensa de la Competencia, punto que levantó el FMI en el último Staff Report, observando el escaso apoyo que recibe este organismo. Por otro lado, el jefe de Gabinete declaró que "el control de precios es una herramienta que ha fracasado en nuestra historia y en ningún lugar de mundo se usa". Esta observación es cierta, pero en ningún lugar del mundo tampoco se convive con una inflación que alcanzará registros cercanos al 40% en 2019 en un año de recesión y ajuste monetario extremo.

Hay una preocupación que está latente: la posibilidad de una nueva aceleración de la inflación convalidado por una menor demanda de circulante, demanda que ya se encuentra en niveles bajos. Esto sería ir a un episodio de alta inflación, algo que, si bien no es el escenario más probable, lamentablemente no podemos descartar.

Como siempre, una condición necesaria para hacer que la inflación descienda es que exista homogeneización de expectativas. El ancla monetaria no fue suficiente y, nuevamente, estamos viendo al tipo de cambio como el gran coordinador en lo que refiere a las expectativas de inflación. El FMI no colabora y, si bien no hay metas de inflación explícitas, el organismo corrige para arriba su proyección dando la sensación de que “la sigue de atrás” a la película.

Las nuevas presiones sobre el mercado cambiario que se generen recalentarán la inflación de costos en nuestro país. El tipo de cambio será flotante, como hasta el momento, y creemos que no hay espacio para negociar con el FMI un corredor más angosto para el tipo de cambio, algo que es reclamado muchas veces por analistas.

Tal vez, sí, se decida en algún momento aplanar completamente ambas bandas de flotación en lugar de que estas se indexen. Esto podría traer algo de estabilidad dado que el tipo de cambio tendrá un recorrido más acotado y no se indexe junto al resto de los precios. Tampoco creemos que por aquí pase la solución: un corredor angosto y sin indexación es lo más parecido a un tipo de cambio fijo.

Ambos programas monetarios de Cambiemos fracasaron debido a que se terminaron desvirtuando y poniendo el foco en la estabilidad cambiaria con un BCRA que, decía, no tenía preocupaciones por el tipo de cambio. O se sincera el discurso, o bien se actúa como si realmente el tipo de cambio no importara. Por más que se insista en que la suba de la tasa de interés es para contener la inflación, el mercado cree que es para controlar al tipo de cambio. Esto se debe a que la suba de tasas siempre acompaña a la mayor volatilidad cambiaria. Por el contrario, la calma cambiaria se condice con bajas en los tipos de interés.

En nuestra opinión, la inflación empieza a ser un problema cada vez más graves que está obligando a revisar los períodos de renegociación de contratos, pero que principalmente encuentra un nuevo piso en 30%. Difícilmente veamos una inflación por debajo de ese valor en los próximos años. Retomar el control de las expectativas de inflación debería ser un punto central de la política antiinflacionaria.

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