Las palabras de Christina Lagarde son crecientemente relevantes para Argentina. Por motivos obvios. Ayer, la directora gerenta del FMI habló con el prestigioso medio británico Financial Times (FT) y dejó definiciones varias sobre Argentina y los emergentes en general.
En diálogo con FT, Lagarde advirtió que la escalada comercial entre EE. UU. y China podría generar un “shock” en los mercados emergentes (que ya están bajo estrés), lo que aumentará la posibilidad de que la crisis, hoy circunscripta a Argentina y Turquía, se extienda a todos los países el mundo emergentes.
La directora gerenta del FMI dijo que no hay contagio todavía, pero advirtió que “estas cosas podrían cambiar rápidamente”. Los comentarios de Lagarde no son inoportunos y se difunden mientras Donald Trump se prepara para aplicar nuevos arancelazos a las importaciones orientales. Asimismo, China prometió tomar represalias.
Los riesgos se intensificaron justo cuando los mercados emergentes luchan por recuperar la confianza inversora (la famosa confluencia de tormentas, según el Gobierno) y, según reportó FT, “países tan diversos como Sudáfrica, Indonesia y Brasil han visto salidas (de capitales) en las últimas semanas, lo que aumenta el riesgo de una crisis más amplia”.
Ante ese contexto, Argentina solicitó al FMI que acelere el Stand-By de US$ 50.000 millones para apuntalar su solvencia. Sobre eso, Lagarde dijo el FMI estaba considerando la solicitud de Argentina de una “reorganización” (“rephasing”, en inglés) de los pagos. Pero, a la vez, circuló en las últimas horas la idea de que el Gobierno pediría una ampliación de los US$ 50.000 millones para despejar las dudas ya no sobre 2019 sino sobre 2020-2021 (ver columna de Guido Lorenzo). Sobre eso, Lagarde dijo: “Si Macri incluye reformas serias en su plan, entonces lo veremos, evaluaremos el impacto en la situación macroeconómica de Argentina, determinaremos la sostenibilidad de la deuda y trabajaremos con ellos”.
