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“Las únicas inversiones que entran son financieras”

Entrevista a Itai Hagman, Economista de la UBA y dirigente de Patria Grande.

04 julio de 2016

 por Mariano Cúparo

El economista Itai Hagman analiza la gestión económica del Gobierno durante el primer semestre, hace una crítica en línea con el reciente informe del que fue coautor (“Transfiriendo al capital”), y plantea sus puntos de vista de cara al futuro con respecto a las posibilidades de crecimiento, el derrotero de la inflación, la potencial llegada de inversiones y el endeudamiento, además de una mirada del escenario político que depararán las legislativas del 2017.

¿Qué balance hace de la gestión económica del Gobierno durante el primer semestre?

Se ejecutó una serie de decisiones que implicaron una fuerte transferencia de ingresos. Se trató de un ajuste importante tanto al Estado como al bolsillo de quienes tienen ingresos fijos. Y benefició al sector más concentrado de la cúpula empresarial argentina, especialmente a los exportadores y los bancos, a través de la quita de retenciones, devaluación de la moneda y desregulación del mercado financiero, todo lo cual generó un aumento de la rentabilidad muy importante de estos sectores. Esto explica la recesión y el shock inflacionario que tuvimos en los primeros meses. Obviamente implicó un golpe muy fuerte para el sector mayoritario de la población, que vive de ingresos fijos. Creo entonces que el primer semestre fue un shock redistributivo muy regresivo, en desmedro del Estado, los trabajadores, jubilados y beneficiarios de planes sociales.

Así se entró en terreno recesivo...

Obviamente, el ajuste sobre los ingresos implica que caiga el consumo, como se ve en todos los datos que salieron en los últimos meses. Se retrae el mercado interno y cae la actividad económica. La recesión es consecuencia de las políticas económicas del Gobierno en estos seis meses, tanto por la caída del mercado interno como porque el crecimiento vía devaluación, esperando que aumenten la competitividad y las exportaciones, nunca ocurre en Argentina, como siempre se ha visto a lo largo de la historia. Por lo tanto, no hubo incentivo a la actividad económica. Las únicas inversiones que ingresaron fueron financieras y especulativas. Y eso se dio sobre todo por la tasa de interés altímisima y el enorme negocio de los bancos, que no genera crecimiento, puestos de trabajo ni más actividad económica.

En realidad, el Gobierno justificó estas transferencias a partir de la necesidad de generar un reordenamiento de los precios relativos y de las distorsiones que estos generan en los mercados, las que se supone que complicaban la posibilidad de salir de una recesión que ya estaba en marcha. ¿Qué opina al respecto?

En general lo que hacen es explicar que eran decisiones inevitables. Pero en realidad son decisiones de política económica. Y quienes las toman saben muy bien las consecuencias que traen. Creo que hay dos razones por las que se toman y se combinan: una parte es convicción ideológica. Los funcionarios creen que para crecer es fundamental garantizar la rentabilidad a los grandes grupos económicos. Es una reedición de la teoría del derrame de los '90. Supuestamente, si yo favorezco la rentabilidad del sector más concentrado, va a generar inversiones y puestos de trabajo y todos nos vamos a beneficiar. La segunda razón es que la mayoría de los funcionarios vienen de grandes empresas y ahora gestionan la política económica para beneficiar a esos sectores de los que vienen. Esto se ve claramente en el caso de la energía y explica por qué el Gobierno sigue una política tan agresivamente favorable para los grupos económicos, que perjudica al resto de la población.

Una de las principales promesas sostiene que la inflación bajará en el segundo semestre. ¿Considera que se va a cumplir con ella o los aumentos continuarán en estos niveles?

Hay que tener en cuenta que en el primer trimestre tuvimos un shock inflacionario. Veníamos con inflación desde hacía muchísimos años, pero pegó un salto que tiene que ver con la devaluación. Es un salto que la mirada ortodoxa no puede explicar porque se da en un contexto de ajuste fiscal y contracción monetaria. Obviamente, en comparación con ese shock, la inflación va a tender a ser menor, salvo que no puedan contener el tipo de cambio y tengamos una nueva devaluación. En el caso de que vuelva a los niveles anteriores, eso no significa que se recupere el salario real, porque todas las paritarias cerraron por debajo de la pauta de inflación. Por otro lado, hay que ver en qué consiste la política antiinflacionaria, si es que la hay. Por ejemplo, si es la apertura comercial, puede que bajen los precios, el problema es que eso tiene un costo social muy alto, como el cierre de empresas y el crecimiento del desempleo. Eso no sería una solución positiva, por supuesto.

En las últimas semanas, a partir del crecimiento del gasto público, y del proyecto de pagarle a los jubilados las demandas pendientes, se comenzó a hablar de un giro hacia la heterodoxia. ¿Cómo lo percibe: hay un giro keynesiano y será suficiente?

Hay un sector del propio Gobierno, y también economistas afines, que están cuestionando las políticas de Alfonso Prat- Gay por ser muy gradualistas o no lo suficientemente ortodoxas. Exigen aplicar un ajuste fiscal tal como debería ser según ellos. Para mí eso es tenebroso, porque si esto les parece gradual o no lo suficientemente duro, no quiero saber qué ocurriría, con la caída del salario real que hemos tenido, con la transferencia de ingresos, con el aumento del desempleo, si aplicaran el ajuste que ellos quisieran. Creo que el Gobierno sabe que no hay condiciones sociales para aplicar un ajuste fiscal drástico y, por lo tanto, tiene que tocar algunas palancas que le permitan sostener el empleo y que se recupere un poco la actividad económica. Sobre todo porque el plan del 10 de diciembre fracasó. Creían que la sola llegada de un Gobierno afín a los mercados iba a traer automáticamente un shock de inversiones y eso no ocurrió. Luego pensaron que lo iba a traer el arreglo con los buitres pero tampoco ocurrió. Por eso no viene el segundo semestre y si seguimos así vamos a un 2017 en recesión, lo cual sería políticamente imposible de sostener. El Gobierno sabe que si quiere llegar al 2017 con perspectivas de recuperación económica tiene que tocar algunas palancas que no son las ortodoxas.

Le pinto un panorama a partir de las esperanzas sostenidas por el Gobierno: una cosecha 15% más grande que la de este año, inflación bajando, paritarias 2 o 3 puntos reales por encima, gasto público expansivo, llegada de inversiones y las exportaciones ayudando. Todo esto redundando en crecimiento de 3 o 4 puntos, en línea con lo que proyectan, tal vez tempranamente, algunos economistas. ¿Usted no ve eso? Me parece muy difícil. El tema de las inversiones, en primer lugar, ¿qué tipo de inversiones? El contexto es más bien adverso, la tendencia de los capitales a nivel global es la contraria. Pueden venir financieras y especulativas, pero esas no reactivan la economía ni generan puestos de trabajo. Puede venir IED en sectores competitivos de nuestra economía, vinculados a la explotación de recursos naturales: agro y minería. Pero esas son poco generadoras de puestos de trabajo. Así que, aunque vengan las inversiones, no veo que eso alcance para reactivar la economía como dice el Gobierno. Otra opción es que apelen más agresivamente al endeudamiento externo, pero eso es difícil de que pase institucionalmente porque este año Argentina se endeudó demasiado. Y si bien viene de un nivel bajo, aumentó en más de US$ 30.000 millones, entre el acuerdo con los buitres y otros mecanismos que se han adoptado. No pueden abusar más de esa herramienta. Entonces no veo que vayan a generar esa reactivacion para el 2017.

Aunque habrá que ver que deparará el blanqueo...

Hay que ver como resulta eso. El tema de las inversiones en general, pensando en inversiones directas realmente productivas, es que también hay que tener en cuenta que, a pesar de que cayó el salario, siguen siendo bastante alto en dólares, comparado con otros países de la región y ni hablar con otros países del mundo. Así que no veo posible que haya un shock en esa dirección.

Teniendo en cuenta este panorama recesivo, al que usted ve perdurando por un tiempo, y la incertidumbre electoral del kirchnerismo, ¿considera que puede haber más voto de izquierda en el 2017?

Veo difícil proyectar de acá a un año. Todas la semanas aparece algo que hace variar el escenario. Sí creo que Cambiemos va a tener dificultades para afianzarse políticamente. En la oposición, que será determinante para ver cómo se dará el panorama electoral, hay de todo: hay muchos adaptados, que son funcionales al oficialismo, y otros en una posición más dura y tajante. Algo interesante es que, a lo mejor, el cambio del escenario político que se dio con el triunfo de Macri el 22 de noviembre pueda permitir que emerjan espacios nuevos. La política venía con una determinada lógica que se quebró en noviembre, así que sería interesante ver si surgen nuevas posibilidades.

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