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La clave será la política fiscal

2012, un año complejo.

13 diciembre de 2011

(Columna de Maximiliano Castillo Carrillo, director de la consultora ACM)

Ya se ha dicho en innumerables oportunidades que 2012 será un año muy complejo para la economía local. Por un lado, las noticias que llegan desde el frente externo no son alentadoras. El mundo se encamina hacia una rápida desaceleración que ya está impactando en nuestros principales socios comerciales. En Brasil, sólo por mencionar un ejemplo, la actividad económica se ha estancado en el último trimestre y ya está afectando a nuestras ventas externas,

por ejemplo, por su menor demanda de automóviles. Además, los precios de nuestros principales

productos de exportación, si bien aún están elevados en términos históricos, han mostrado una retracción importante en las últimas semanas.

En términos financieros, y más allá de que las tasas de interés siguen en niveles históricamente bajos, el proceso de “vuelo a la calidad” puede acrecentarse, limitando las posibilidades de financiamiento para el sector privado y público. Por el otro, el derrotero a nivel local tampoco ha sido del todo positivo en los últimos meses, a pesar de que la actividad mostró un desempeño favorable en el año. Quizás el mejor reflejo de la creciente incertidumbre fue la dinámica del mercado de  cambios y, particularmente, la salida de capitales que alcanzó un récord en el tercer trimestre.

Estas tensiones han impactado sobre las tasas de interés locales que mostraron un aumento de más de ocho puntos porcentuales en los últimos cinco meses. Más allá de estos desafíos, la economía local también muestra fortalezas que permitirían esperar un tránsito sino confortable, al menos carente de extremo dramatismo. En efecto, y más allá de la necesidad de ciertas calibraciones debido a la dinámica observada en los últimos años, ninguna de las variables macroeconómicas relevantes muestran un desequilibrio notorio en la actualidad. Por otro lado, la legitimidad política de la “nueva” administración, le otorgan al Poder Ejecutivo un comando indiscutido, que si resulta eficiente en atacar las causas de la actual incertidumbre, podría aprovechar la situación actual como para introducir un salto de calidad al funcionamiento económico local.

En consecuencia, y sobre la base de estas fortalezas y desafíos, será la propia gestión de la política económica la que finalmente demarcará el curso definitivo de nuestra economía el próximo año. En este sentido, entendemos que un elemento clave en los próximos trimestres será la política fiscal que definan las autoridades. En efecto, recuperar y ampliar el superávit primario del Tesoro le permitirá al Gobierno, entre otros factores, minimizar el financiamiento que hoy recibe del Banco Central. Reducir la dominancia fiscal que condiciona la ejecución de la política monetaria será también clave para morigerar las presiones inflacionarias. En este sentido, la intención oficial de  racionalizar el esquema de subsidios, naturalmente va en la línea correcta.

No perdamos de vista que en los primeros nueve meses del año, los recursos destinados a los subsidios aumentaron $18.997 millones (58%), explicando casi un cuarto del incremento del gasto primario nacional que ascendió $79.389 millones (35,3%) en el mismo período. Por otro lado, una mejora de la posición fiscal también permitirá inducir una baja en las tasas de interés que hoy ofrecen los bonos públicos que, a su vez, son un piso el financiamiento del sector privado. El acceso al financiamiento voluntario, junto con una menor asistencia financiera del BCRA al Tesoro, también posibilitará recuperar un nivel de reservas internacional que, si bien no es bajo, ha mostrado una dinámica preocupante en los últimos meses. En este punto, es importante señalar que volver a los mercados no significa “endeudarnos más”.

En efecto, en la medida en que el resultado primario cubra los servicios de intereses, el financiamiento en los mercados solo sería necesario para refinanciar los vencimientos de capital, sin necesidad de un aumento neto de los pasivos públicos. En definitiva, una mejora de la posición fiscal le permitirá al Gobierno volver a contar con los instrumentos y márgenes de acción que ha consumido en los últimos años, permitiendo también atacar otros desafíos como, por ejemplo, la evolución de los precios y salarios. Naturalmente, contar con los márgenes de acción que se perdieron en los últimos años, nos hubiera permitido aplicar medidas contracíclicas. Pero no olvidemos que la política macroeconómica de los últimos años impulsó una significativa prociclidad a la economía argentina. En 2012, probablemente, comencemos a pagar los costos de esas iniciativas.

(De la edición impresa)

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