ENTRETENIMIENTO

5 series y películas para ver este fin de semana en Netflix, Max y Apple TV

Una selección con las series y películas recomendadas para este fin de semana.
Las 5 mejores películas y series para ver este fin de semana. El Economista
Oscar Mainieri 18-07-2024
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Una selección especial con las mejores series y películas, que incluye también estrenos en salas de cine.

Estas son las series y películas para ver en el fin de semana en Netflix, Max y Apple TV.

 

1. Película para ver en Max: Mi nombre era Eileen

Eileen (Thomasin McKenzie) ocupa su vida en atender a un padre alcohólico -ex policía- y en trabajar como administrativa en un correccional para jóvenes delincuentes. Estamos en Massachusetts, en 1963. El clima es horrible; los días grises, ventosos. El vecindario es de clase baja; las casas lucen medio destartaladas. La vida de la muchacha es anodina, se diluye en acciones que poco le interesan.

Una explosión de color y sensualidad viene de la mano del ingreso de una nueva psicóloga a la institución. Se trata de Rebecca (Anne Hathaway), cargada de títulos universitarios y una actitud desafiante, que adoptará a Eileen informalmente como su asistente y compañera de andadas...

La vida de Eileen se ilumina... No imagina el vuelco que le espera

Lo que parecía un estudio de personajes vira hacia el thriller psicológico. Nada es lo que parece... ¿Eileen espera vivir una historia de amor con esa mujer de conductas trasgresoras o la ve como el vehículo que le permitirá trascender el circulo vicioso de su rutina, con un padre cada vez más agobiante?

El director William Oldroyd ya había llamado la atención con Lady Macbeth (2016), y aquí destaca en la creación de atmósferas opresivas y asfixiantes. Las fantasías que asolan a Eileen están muy bien escenificadas y el trabajo de las actrices es sobresaliente. La neozelandesa McKenzie (El misterio del Soho) crea una muchacha que parece abandonarse a la inercia, pero en realidad está mucho más atenta a lo que sucede a su alrededor de lo que en principio aparenta. Hathaway resplandece con su mujer fatal de entrecasa, con su peinado a lo Marilyn Monroe, y construye un personaje sinuoso.

En síntesis, hay suspenso y tensión en abundancia en el último tercio de Mi nombre es Eileen, pero también hay una situación en extremo desagradable que puede que no sea para todos los gustos.

Recomendada.

2. Miniserie para ver en Netflix: A fondo: La desaparición de Birgit Meier

Este documental alemán (4 episodios de una hora) trata sobre la desidia de la policía al investigar la desaparición de Birgit Meier, sucedida en 1989, en Lûneburg. Lo último que se supo de ella es que se había reunido con su marido -un industrial millonario- para tratar los términos económicos del divorcio.

En principio se sospecha del marido, pero tiene una coartada firme para exhibir ante los investigadores. Queda por profundizar sobre la relación de la mujer con un jardinero que estuvo frecuentando la casa...La policía pensaba que Birgit se podía haber ido por su propia voluntad, podría haberse suicidado por depresión o podría haber sido víctima de un delito.

Trece años más tarde, Wolfgang Sielaff, el hermano de Birgit se jubila. Nunca estuvo satisfecho con la tarea de la policía local, que dejó el hecho sin resolver, tras cometer variados errores.

Wolfgang destacó como jefe policial en Hamburgo y, con semejantes antecedentes, armó un equipo con los mejores especialistas -otros ex funcionarios policiales, una antropóloga y un ex fiscal- para averiguar qué sucedió con su hermana. 

Con testimonios de los involucrados y algunas dramatizaciones, resulta apasionante ver cómo se encamina la pesquisa y se descubre que Birgit fue víctima de un crimen. Cuantos menos detalles se den aquí mejor será para el espectador interesado en conocer cómo terminó la mujer y a manos de quien.

Recomendada. 

3. Miniserie para ver en Apple TV: Tierra de mujeres

Gala (Eva Longoria) acaba de inaugurar su vinería cuando dos matones se apersonan y le informan que su marido les debe 15 millones de dólares. Aterrada, encara a Fred (James Purefroy) y éste le aconseja que parta raudamente con su hija mientras él resuelve el entuerto porque esos muchachos no se andan con chiquitas.

Cargando con su madre (Carmen Maura) -a la que saca del geriátrico- y con su hija (Victoria Bazua), que debe abandonar sus estudios terciarios en New York y a su novia, Gala aterriza en Cataluña, en el pueblo de la anciana.

El contraste es alto entre las mujeres que vienen de los Estados Unidos y las lugareñas, dedicadas a la explotación de un viñedo. Gala busca adaptarse, pero su madre -que coquetea con el Alzheimer cuando le conviene- y su hija que busca transicionar hacia el sexo opuesto no se lo hacen fácil.

Por suerte, mientras Fred sigue sin dar noticias de su paradero, está el apuesto Amat (Santiago Cabrera), un joven que se ha adaptado al pueblo y a sus normas, que colabora trabajando en los viñedos y mediará entre los lugareños y las recién llegadas... Mientras tanto, los acreedores de Fred podrían estar buscándolas ya en España. 

Esta comedia dramática esta guionada en base a un repertorio de lugares comunes extraídos de antiguas series como Granjero último modelo, o de películas como Blue Jazmine o Bajo el sol de Toscana, sin su carga trágica, lo que no quita que sea un pasatiempo sumamente disfrutable.

Colaboran la belleza de Longoria y el temple que suele insuflar a sus personajes, y las dosis de esperpento que derrama Carmen Maura, un imán para los espectadores. Cabrera luce bien como un muñeco Ken, con caídas de ojos y poses de buen muchacho sexy. Hay papeles secundarios muy bien interpretados: por allí anda Ariadna Gil como Montse, la mujer que maneja la taberna pueblerina, interés romántico de Amat, tan lavada físicamente como para no hacerle sombra a la estrella del show.

Es así como entre sonrisas y guiños agridulces, una producción lujosa plena de colores pastel y los hermosos paisajes de Cataluña, que Tierra de mujeres entretiene sin pedirle peras al olmo.

4. Película para ver en Max: Faye: Entre luces y sombras

Este documental consiste de una extensa entrevista que da Faye Dunaway, de a ratos acompañada por su hijo, en la que repasa su biografía y los hitos de su carrera.

Gran estrella de fines de los años 60 y la década de los 70, supo construir una imagen cinematográfica en base a roles en donde interpretaba mujeres de fuerte personalidad que buscaban hacerse un lugar en un mundo dominado por los hombres.

Su belleza exótica - ¡esos pómulos! - y su porte contribuyeron también en transformarla en ícono de la moda.

Títulos como Bonnie and Clyde (Arthur Penn, 1967), Barrio Chino (Roman Polanski, 1974) y Network, poder que mata (Sidney Lumet, 1976) la catapultaron como una de las máximas figuras femeninas del Renacimiento hollywoodense. 

En Network interpretaba a una feroz ejecutiva televisiva, capaz de emascular hombres con un gesto... y sin arrepentirse. Esta caracterización le valió el Oscar a la mejor actriz.

El derrumbe vino con Mamita querida (Frank Perry, 1981) en donde interpretó a otro ícono de Hollywood, Joan Crawford. El film estaba basado en el bestseller de la hija de la estrella, en donde se revelaban los abusos físicos y emocionales a que la muchacha había sido sometida por su madre.

Si bien siempre se rescató la interpretación de Dunaway, la película fue tomada para la chacota por sus sobredosis de camp. Hoy día es un film de culto. 

A partir de allí fue difícil encontrar papeles que hicieran justicia a sus dotes interpretativas. También vinieron los diagnósticos de trastorno bipolar que explicaban las conductas imprevisibles en los sets que le valieron el mote de "complicada" entre sus colegas. Más tarde, el alcoholismo también se cobró su cuota.

El documental -con abundante material de archivo y fragmentos de films, intervenciones estelares de Sharon Stone y una pandilla de críticos cinematográficos- le hace justicia a una gran actriz y respira honestidad y sinceridad por cada uno de sus poros.

Recomendada.

5. Película para ver en Netflix: Barrio Chino

Brian de Palma alguna vez dijo que Barrio Chino es la película más perversa y más degenerada de la historia del cine. Y añadió: no hay película más tétrica, ni más enloquecida ni más desesperada. Ni nunca la habrá.

Barrio Chino es uno de los mejores films de una década pródiga para el cine estadounidense. Y también es el fruto de una amalgama de talentos que estaban en la mejor faceta de su madurez creativa: el director Roman Polanski, el guionista Robert Towne (recientemente fallecido), el productor Robert Evans, y el actor Jack Nicholson.

Obtuvo 11 nominaciones para el Oscar (ganó la música compuesta por Jerry Goldsmith) y fue un enorme éxito de taquilla.

Polanski regresaba a Hollywood tras el logro de El bebé de Rosemarie y el homicidio de Sharon Tate, su esposa. Robert Evans venía de haber producido una serie de éxitos que reflotaron a la compañía Paramount Pictures: aquel film de Polanski (1968), Love Story (1970) y El padrino (1972). Nicholson traía en su haber una década de trabajos en films de bajo presupuesto hasta que comenzó a ser valorado en Busco mi destino (1969) y Mi vida es mi vida (1970), transformándose en un actor de prestigio que acumulaba nominaciones para el Oscar, pero que sólo sería una estrella tras el formidable éxito de Barrio Chino.

El guión de Robert Towne, -desde entonces considerado uno de los mejores guionistas de Hollywood y afamado por haber aportado ideas y retoques en muchos guiones problemáticos como script doctor-, es objeto de estudio en las universidades de cine de los Estados Unidos. Propone una relectura del género negro (el film noir, como lo etiquetaron los franceses) que reevalúa los aportes de dicho género a la vez que toma distancia de ellos.

Aquí el detective Jack Gittes es altamente reconocido por sus tareas investigando los pedidos de sus clientes que, mayormente, quieren saber si sus parejas les son infieles. También goza de celebridad, suele aparecer en los diarios y - a diferencia de los Phillips Marlowes o Sam Spades, con su lado romántico e idealista -, hace gala de un sonriente cinismo. Nunca usa impermeable, anda vestido de manera moderna y elegante, y sus tarifas pueden ser muy altas (de hecho, tiene un despacho y asistentes). Desde un cometido que terminó mal cuando pertenecía a la fuerza policial y trabajaba en el Barrio Chino, Gittes se ha prometido no volverse a involucrar emocionalmente en una historia de las que debe investigar... hasta que pasa a ser un peón dentro de una trama que él no domina y que tiene que ver con uno de los casos de corrupción más flagrantes en la historia de Los Ángeles.

Los ingredientes del género están, pero modificados. La mujer fatal no es rubia (como Rita Hayworth en La dama de Shangai) ni morocha (como la Jane Greer de Retorno al pasado), sino castaña. La Evelyn Murray que compone con suficiente dosis de enigma Faye Dunaway ha sido retocada por Polanski, que dio indicaciones a la actriz para que se maquillara como él recordaba que lo hacía su madre, la boca pintada en forma de corazón, las cejas depiladas y luego dibujadas por una línea. 

La mujer fatal -siempre una fuerza propulsora que puede arrastrar al héroe hacia su propia destrucción- encamina al detective hacia una nueva desilusión -lo que cumple con el propósito trágico que el género destina a su héroe- otra vez en el Barrio Chino. 

Pero también esta mujer fatal es víctima, anudando con su historia el caso de corrupción política -un entramado donde el agua es utilizada en un periodo de sequía para abaratar las tierras del valle y poder así comprarlas a precios irrisorios- con el caso de corrupción familiar que lleva escrito en el cuerpo.

La década del 70 es aquella en que Hollywood comienza a reflexionar sobre su pasado. La cercana derrota en Vietnam más el descrédito de las instituciones tras Watergate produjeron una fuga hacia un pasado ideal. En este contexto, fue notable la intuición de Polanski al otorgarle a John Huston el papel del villano, director que ha quedado en la historia del cine como iniciador del film noir al adaptar y dirigir El halcón maltés en 1941. Simpático y campechano, Huston aquí es la encarnación del mal, alguien que quiere más poder por el sólo hecho de tenerlo y adueñarse del futuro (no sólo de Los Ángeles, también del de su nieta).

La trama es complicada y enrevesada como el género exige. Está estructurada en base a dobles y duplicidades. Hay dos Evelyn Murray (una la real, otra la encarnada por una prostituta). Hay dos hijas, una que ha sido esposa -sin firmar documentos- y madre, y otra que puede llegar a serlo. Hay dos esposos, uno con papeles y otro con derechos de señor feudal. Hay dos eventos que suceden en el Barrio Chino, uno en el pasado e indeterminado, otro ante nuestros azorados ojos.

Polanski es un director muy visual y todo lo que tiene que ver con la mirada es determinante para él. Cuenta la historia desde el punto de vista de Jack (se dice que eliminó la narración en off típica de este tipo de relatos y predeterminada en el guion de Towne), observa a Murray y "su amante hija" con una lente en la que se reflejan anticipando al espectador una aberración mayor, deja constancia de una mácula oscura en el iris verde de Evelyn, le hace golpear la cabeza contra el volante del auto haciendo sonar un bocinazo, bocinazo que anticipa el final en el Barrio Chino, donde Evelyn hará sonar la bocina pero con el faltante de un ojo edípicamente arrancado.

El guion de Towne terminaba con un happy ending. Polanski lo reescribió y no permitió que la víctima saliera con vida. El poder se mantiene impune, hace que los subalternos gatillen y se abalanza sobre la próxima víctima, la "otra" hija. Hasta entonces Polanski nos había escatimado florituras estilísticas -no están los préstamos que el cine negro clásico ha tomado del Expresionismo alemán- pero se despacha con un plano secuencia que permitirá que descubramos con Jack qué es lo que le ha sucedido a Evelyn mientras la bocina suena. También ese final provee a Barrio Chino de las luces de neón y el asfalto húmedo característicos del género en su etapa clásica; hasta entonces nos movíamos en una Los Ángeles luminosa y abierta que, desde la escéptica mirada de Polanski sobre la condición humana, enmascaraba un castillo gótico donde el verdugo ha reemplazado a una doncella mayor por una más joven.

Y Jack descubrirá que ha sido víctima de un malentendido, como aquellos que solían darse cuando trabajaba en el Barrio Chino y no dominaba la lengua de sus interlocutores, permitiendo que se produzca un daño mayor.

Imperdible.

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