Un destacado economista, quien avala la política económica, alertó que si devaluara el gobierno de Milei estaría terminado. Advertencia fuerte.
El tipo de cambio, en tanto precio administrado -algo incoherente para un gobierno liberal-, está soportando, desde hace nueve meses, una inflación que es superior al 2% mensual del crawling peg y, por lo tanto, en poco tiempo, el tipo de cambio, en términos reales, será tan insoportable como lo era en la era Massa.
Estamos de retorno al punto de partida y condenados a una inflación en dólares. ¿Alguien cree que esta revaluación del peso es la consecuencia de nuestra productividad? ¿O más bien que es un aporte a condiciones insalubres para el desarrollo de la producción nacional y el empleo?
El empleo es la medicina para el extenuado cuerpo social, hoy inundado de pobreza, que está incubando una enfermedad que será difícil de curar si alcanza al punto de no retorno.
El tipo de cambio para importaciones se "revaluará fiscalmente": el impuesto país bajará 10 puntos; las importaciones serán más baratas y, a la debilidad del mercado interno, se sumará un nuevo incentivo para la desleal competencia externa.
La medicina de Caputo II tiene la misma profesionalidad que el adelgazamiento por anfetaminas: se baja de peso, pero -pari passu- se agota el cerebro. Flacos pero estúpidos. Lo más grave es que ya nos pasó.
Los oficialistas sostienen que la inflación, en pesos, se reducirá como consecuencia de un tipo de cambio importador más barato: bajará el costo de algunos insumos. Pero reforzará los efectos negativos para la producción nacional. Lo saben, pero no les importa. Un solo objetivo: que la inflación baje como sea. ¿La razón?
Los encuestadores han convencido al Gobierno que el apoyo obtenido es proporcional a la baja de la inflación.
Panorama Casta de malditos
Lo que no quieren, no pueden o no saben percibir, es que la indignación será proporcional al aumento del desempleo o la pobreza...y lo que pasa es que, desempleo y pobreza, tardan un poco más en tocar a la puerta y la inflación se siente todos los días.
Pero cuando pobreza y desempleo tocan, es urgente y cuando es urgente es tarde. Gobernar es prever. Llegar tarde es no gobernar. Claramente el "a tiempo" no es una propiedad de este elenco.
La opinión del destacado economista que advirtió: "devaluar es pegarse un tiro", es idéntica a la del establishment financiero y la "nueva oligarquía de los concesionarios". Ambas forman "un poder económico" que desde 50 años influye de manera decisiva en la vida pública y hoy apoya enfáticamente la visión del elenco gobernante.
Caputo II es un miembro del establishment financiero local y ha sumado a su gabinete al chileno J. Daza que es un miembro destacado del establishment financiero internacional. Por otra parte, muchos de los funcionarios, incluido el presidente, tienen - al igual que en el desgobierno de Fernández - una relación histórica e intensa, con una de las cabezas más influyentes de la "nueva oligarquía de los concesionarios".
Por eso mismo la declaración tan contundente del "destacado economista" no es sólo un comentario académico: es la justificación de una posición, "si devaluamos se dispara la inflación y con ella el apoyo popular".
Los que no compartimos esta visión creemos que, con esta limitación genética, la política económica nos conduce a una crisis mayor. En otras palabras, nos conducen por el estrecho entre Escila y Caribdis: no conocían el camino. Dudo que conocieran el destino.
Hoy las reservas del BCRA son negativas en una magnitud extraordinaria. Difícil de entender. Un fenómeno extraño que empezó con A. Kicillof y que se ha intensificado con un elenco en el BCRA y en el ministerio de economía, que huiría espantado si alguien le recordara que están repitiendo la experiencia de Kicillof y sus secuaces, quienes tampoco querían devaluar. Ese gobierno fue derrotado por el que -como era de esperar- devaluó. Pero lo hizo mal: se obligó a emitir una suma extraordinaria para pagar el negocio del dólar futuro. Por el dólar futuro, que pagaron, acusaron penalmente a Kicillof y a Cristina. El "Coloso" lo hizo. Raro.
La estela que dejó "se llamó" miles de millones de pesos en "pasivos remunerados". Las manchas del tigre.
Las condiciones del presente no son las mismas. Son peores. A los desmanejos del kirchnerismo se sumaron los desmanejos (y la deuda gigante de Macri) y el desastre de Fernández. No hay dudas que las condiciones son peores. Por eso la lógica sería una política más armónica, más global y simultánea, y no encerrada en un solo objetivo y a costa de que pase lo que pase. Cualquiera diría que este horno no está para bollos; y mucho menos para mandobles del tipo "descargó todo en la mitad de la calle" y que se haga la cola...y a mí que me importa.
Es cierto, Caputo II y Javier tienen hoy -según algunas encuestas entusiastas- el favor de la mayoría y sin duda el apoyo muy entusiasta del periodismo de combate de la TV y de los grandes medios que reflejan, sin duda, el entusiasmo -como hemos dicho- de parte sustantiva del poder económico de los últimos tiempos: establishment financiero y nueva oligarquía de los concesionarios.
Pero lo que está quedando afuera es cada vez más grande. Veamos. La industria (que no tiene concesiones públicas), el campo, la construcción y el ejército de pobres de los suburbios que, día tras día, ingresan a pasar la noche, por ejemplo, al cobijo de los cajeros bancarios y mendigan de día a la puerta de los supermercados.
Seguramente el temor del destacado economista a la "explosión post devaluatoria" proviene de la experiencia de lo ocurrido durante la Dictadura Genocida. Entonces se inauguró "la tablita": un festival de "carry trade" que acumuló reservas efímeras, basadas en deuda externa.
La estabilización no se logró a pesar de que armas militares y atraso cambiario, "disciplinaban al empresariado nacional y a los trabajadores". La producción nacional se desplomó.
Pero sectores altos y medios, gozaron del "deme dos" que disfrutaban en Miami. El telón, que ocultaba al monstruo, se desvaneció cuando José A. Martínez de Hoz, contra su voluntad, devaluó: su justificación fue "problemas en el exterior". La verdadera causa fue el error genético del programa. El castillo de naipes terminó en el "cavallazo" y la explosión de la cuenta de regulación monetaria.
Desde entonces hemos vuelto varias veces a ese mismo pasado. No hemos intentado la búsqueda de un camino al futuro, sino un sistemático retorno al pasado. Estamos otra vez en tablita, carry trade y reservas negativas.
El apoyo a esta gestión se basa en la esperanza de un futuro mejor. La esperanza no es materia de discusión. Pertenece a la intimidad del alma colectiva y está más allá de la razón, los números o los pronósticos.
El destacado economista sostiene que a fin de año habrá reservas en el BCRA del orden de los seis mil millones de dólares. Es decir, compensará las reservas negativas y sumará seis mil millones sin emitir neto: comprando al oficial y vendiendo al CCL.
La inmensa mayoría de los economistas profesionales no comparte estos pronósticos y refieren, como una cuestión crucial, que la política de "no hay plata", oculta una realidad mucho más dura, mucho más familiar y mucho más difícil: no hay dólares y esa es la única realidad.
Marina dal Pogetto, la analista de coyuntura con mejor récord de pronósticos, sostiene la imperiosa necesidad de US$ 20.000 millones para seguir con vida.
Con esta política, la actual, esos dólares sólo pueden venir de las "fuerzas del cielo", porque si vienen del FMI no van a venir apoyando la continuidad de esta política (compro en el oficial vendo en el CCL). Hay un abismo entre esas visiones.
El destacado economista, al que hemos aludido como el que avisa que "si devalúan mueren", supone que "nada debe cambiar para que todo quede como está". Y las cosas como están, están horribles. El pronóstico es espantoso.
Y Marina supone "que si queda todo como está" algo va a cambiar, pero para peor.
En ambos casos, "el destacado" y Marina, no lo han dicho, pero es lo que infiero.
De esta inferencia colijo que es necesario un urgente replanteo de la política económica, no para renunciar a la meta de un saludable equilibrio fiscal, pero si para consensuar un programa de largo aliento que lo sostenga sobre la base de una estructura productiva sana que implique el pleno empleo, el pleno uso de la fuerza y el potencial productivos.
Ese es el objetivo de una política económica que contribuya a la estabilidad y el desarrollo de la Nación. Desarrollo y estabilidad. No hay lo uno sin lo otro.
Sin embargo, en 50 años duplicamos nuestra población y en los mismos 50 años todo el excedente, entre producción y consumo, no quedó en el país. Tal vez US$ 400.000 millones, el equivalente a 2.000 mega emprendimientos de los que quiere atraer el RIGI, están fuera de nuestro sistema financiero y hace 50 años venimos acumulando pobreza y exclusión y hoy más de la mitad de los argentinos son pobres y 7 de cada 10 niños viven en la pobreza.
¿El ahorro huye porque la pobreza ahuyenta, o la pobreza aumenta, porque el ahorro huye?
Hace 50 años terminó la asociación del poder económico productivo (ni financiero ni concesionario) y la política. Desde los albores hasta 1930 fue el poder de la oligarquía ganadera y después de 1930 el poder de la burguesía industrial, los que articularon, con la política, la dinámica del crecimiento económico y el progreso social.
Hace 50 años, con la tablita, nació la Patria Financiera y luego la oligarquía de los concesionarios, el nuevo poder económico que ha hecho fortuna al ritmo del estancamiento y la pobreza: puede no ser una coincidencia.
Para salir del estrecho entre Escila y Caribdis hay que reconstruir la alianza "producción, campo e industria y política" para crear trabajo, única medicina social: no hay otra.
"La vida sólo se comprende mirando hacia atrás, pero solo puede ser vivida mirando hacia adelante" (S. Kierkegard).