En un Día de la Industria con sinsabores, El Economista conversó con el ex subsecretario de Industria de la provincia de Buenos Aires y especialista en temáticas del sector Sergio Woyecheszen. “Seguramente estamos cerca del piso en la caída de la industria, pero falta saber qué tipo de crecimiento vamos a tener”, dijo.
El Día de la Industria llegó en un momento complicado, con una caída del 7,9% interanual en julio, según los datos que publicó esta semana el Indec. ¿El dato empaña las celebraciones?
Sí, pero siempre hay que celebrar el Día de la Industria. No hay país desarrollado en el mundo, que tenga más de 25 o 30 millones de habitantes, que no sea industrial. Hay que celebrarlo aunque los números muestren esa retracción que en términos mensuales interanuales es la más alta de los últimos catorce años. Y no sólo preocupan esos datos sino también la utilización de capacidad
instalada, que está en torno al 62%. Pero si uno empieza a mirar por sectores, tenés a la metalmecanica en torno al 50% y la automotriz al 45%. Tenés una capacidad ociosa muy fuerte en muchos
sectores que estás esperando que hagan inversiones. En un mercado interno en contracción, con importaciones crecientes y con elevados niveles de capacidad ociosa, la verdad que veo complicado
el escenario para que lleguen inversiones. Con cualquier sector industrial con el que charlés, ves una situación muy complicada.
Pocos incentivos.
Obviamente, en una economía en contracción, donde el consumo cae, la inversión tiene pocos incentivos para desarrollarse. Tenés menos mercado interno, suba de costos asociada con los efectos
de la devaluación, las retenciones y el esquema tarifario. Y a eso le sumás una incorporación muy fuerte de importaciones, lideradas por los bienes de consumo, que en un mercado interno en contracción obviamente supone desplazar producción industrial por producción extranjera. Y hablamos de volúmenes que en lo que va del año superan el 20%.
Un dato clave de esta caída pronunciada es que no está arrastrada sólo por el desempeño exportador de autos a Brasil sino por muchos sectores con base en el mercado interno.
Sí, no sólo tiene que ver con la caída en la industria automotriz y la crisis brasileña sino que también tenés una fuerte caída de la construcción, que te arrastra a todos los materiales industriales asociados, como el cemento. Tenés caídas en alimentos, y no sólo en lácteos, sino carnes rojas y bebidas. Se te desplomaron los hilados de algodón. Todo por la caída del mercado interno. Tenés caídas de farmacia, automotriz, medicamentos, metalmecánica. Un escenario muy complicado. Pero no sólo me preocupa la foto sino también la película.
En cuanto a la película, según los datos de FIEL se habría llegado a tocar un piso en la caída de la industria. ¿No coincide con esa visión?
Seguramente estamos cerca del piso, si no estamos ya ahí. Aun así, la pregunta es, si en el 2017 se retoma el crecimiento, ¿qué tipo de crecimiento vamos a tener? En los '90 también crecimos fuertemente. Ahora, creciste despedazando parte de la industria, creciste en base a un endeudamiento creciente para sostener ese crecimiento y terminó de una manera que todos conocemos. No digo que vaya a pasar lo mismo. Me gustaría ver qué tipo de crecimiento vamos a tener. ¿Qué sectores lo van a liderar? ¿El consumo? ¿La demanda? ¿La inversiónva a seguir a ese consumo o es un crecimiento sostenido únicamente en algunos sectores ligados a los servicios? Ahí está la clave de la cuestión. Todos hablamos de cuándo empieza a crecer la economía. En qué trimestre. Pero el tema es la película no sólo en términos de que tengamos crecimiento sino sobre qué sectores va a crecer. Qué complementariedad productiva va a tener con otros países.
¿Cómo avanzamos en la integración productiva en muchas cadenas de valor? ¿Falta pensar un modelo de desarrollo propio?
Escucho ideas de que vamos hacia el modelo australiano, que seguramente sea fantástico en aumento de innovación y en aumento de ciencia y tecnología. Pero los australianos son 24 millones de personas. Nosotros seguramente tenemos que avanzar en innovación, servicios, software y demás. Pero también tenemos que pensar en el resto de la industria. No hay país desarrollado con tantos habitantes como Argentina que no sea industrial. Seguimos encerrados en la cuestión del crecimiento y la inflación y cuando nos damos vuelta vemos la actividad industrial desplomándose, la construcción desplomándose, las Pymes con tormentas perfectas de subas de costos, caída de la demanda del mercado interno y con importaciones. Es cuestión de tiempo. Una película de la que más o menos conocemos el final. Hay que definir qué hacemos con cada sector. Cómo fortalecemos los encadenamientos productivos con toda la industria. No sólo la minería, no sólo productos primarios, sino alimentos con valor agregado, alimentos balanceados. No sólo automotriz sino con qué nivel de integración de autopartes.
La diferencia entre desarrollo y crecimiento...
El desarrollo tiene un proceso muy complicado que tiene que ver con aumento de infraestructura, de la capacitación, con mejoras institucionales, con cuestiones sociales, pero fundamentalmente
una apuesta muy fuerte en materia de innovación y en cada cadena de valor. Pero fundamentalmente trabajar para generar no menos de 500.000 nuevas Pymes que te resuelvan dos grandes problemas que tenés hoy: la necesidad de dólares para sostener el crecimiento, produciendo localmente partes y piezas que hoy estás obligado a importar. Y que te resuelva la cuestión del empleo. Tenés hoy que el 50% de la estructura ocupacional tiene algún problema de empleo y un salario medio relativamente bajo que sirve en promedio para que una familia tipo llegue a fin de mes. Difícilmente vas a solucionar la pobreza estructural que tenés en el norte si no duplicás la cantidad de Pymes para generar empleo.
