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Según la UCA hubo mejoras en la situación de la infancia

09 septiembre de 2016

Si bien todavía resta un largo camino hacia las metas, entre 2010 y 2015 los niños y adolescentes de hasta 17 años con necesidades básicas insatisfechas se redujeron, pasando de ser el 33,2% del total al 26,7%. Asimismo, la Asignación Universal por Hijo (AUH) ayudó a reducir en seis puntos porcentuales las situaciones de déficit severo, que pasó de afectar el 25% de los niños al 19%. Así lo indicó el último informe del Barómetro de la Deuda Social de la Infancia, realizado por la Universidad Católica Argentina y presentado ayer en esa institución.

“Hemos avanzado mucho en términos de la protección social a la infancia”, sostuvo Ianina Tuñón, coordinadora de la investigación, aunque señaló que los déficit registrados en algunos items medidos son todavía “muy elevados” y la brecha de desigualdad se revelan “persistente y duradera”.

Según el informe, en hogares que reciben algún tipo de asistencia social, principalmente a través de transferencias monetarias como AUH, los niños muestran mayor propensión a verse privados del ejercicio de derechos básicos que aquellos que residen en hogares cuyo jefe no recibe tales transferencias. Sin embargo, al interior del primer subgrupo poblacional, los progresos a nivel de las privaciones graves fue signicativo y mayor que entre sus pares residentes en hogares no asistidos con transferencias.

En este sentido, Tuñón celebró la incorporación reciente de los hijos de monotributistas de menor categoría en la percepción de la AUH, qué resultó en el 37,2% de la infancia cubierta. De todos modos, destacó que el 20% de los niños no reciben protección social pública de ningún tipo, incluso cuando 8% de ellos “son elegibles para la asignación y representan 935.000 niños y niñas”.

Observando el índice de Necesidades Básicas Insatisfechas, Tuñón resaltó que en 2010 se registraba 33,2% de niños y adolescentes con algúna aspecto insatisfecho. En 2015, ese número se redujo a 26,7%, pero aún así continúa siendo el porcentaje más alto de todos los segmentos etarios. Los aspectos en los que mayores mejoras hubo fueron en saneamiento (casi 4 puntos), y en inclusión educativa (casi 3 puntos más), principalmente en la escuela secundaria. En este sentido, el déficit educativo bajó de 31% a 19% en el nivel inicial, de 9% a 6% en el primario y de 30% a 23% en el secundario. Según señaló la directora del informe, estas mejoras son coincidentes con la AUH y los requisitos que exige a los beneficiarios para permanecer incluídos.

Tuñon resaltó la necesidad de avanzar en la jornada escolar extendida, que sólo alcanza al 8% de los niños. Los progresos en la inclusión de un idioma extranjero en la escuela pública también fueron “muy significativos, aunque no han sido suficientes para equiparar la gestión privada”.

Los problemas de vivienda precaria, hacinamiento, y déficit en condiciones de saneamiento mejoraron pero poco, evidenciando que se trata de déficit más rígidos y estructurales.

El trabajo infantil, que en 2010 rondaba el 19% de los niños y adolescentes de entre 5 y 17 años cayó 7 puntos porcentuales en 2015 (12%)

Frente al cálculo de la pobreza multidimensional, que releva diferentes items dentro de las categorías vivienda, alimentación, saneamiento, salud, información y estimulación/educación, el observatorio detectó que el déficit, que era 62% en 2010, decreció hasta el 56% en el final del período relevado. “Muchos niños pasaron de la pobreza o de las privaciones más severas a una situación en la privación de derchos que podríamos decir moderado (cayó 6 puntos el déficit severo), pero menos fueron los que pudieron salir de la pobreza”, precisaron.

Entre las privaciones se destacan tres: vivienda precaria (28%), deficit alimentario (19%), y salud (17%).

Previamente a la presentación oficial del informe los medios se anticiparon e hicieron énfasis sobre un dato específico: que en 2015 residía en hogares por debajo de la línea de pobreza económica el 40,4% de los niños de hasta 17 años. Ayer Tuñón dijo que prefirieron no presentar la pobreza por ingresos, si bien consta en el informe, por considerar que “los indicadores de dimensiones referidas a los aspectos que hacen al desarrollo humano y social de la infancia son mucho mejores orientadores de la política pública”. “La pobreza por ingresos es volátil, se modifica y la infancia está claramente sobrerrepresentada”, agregó.

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