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Las fuerzas redefinen sus ejes de campaña

En Cambiemos esperan ampliar la diferencia nacional, pero sin caer en triunfalismos y mayor presencia en el conurbano mientras que CFK suma temas a su campaña

04 septiembre de 2017

Luego de un pormenorizado análisis de los resultados de las primarias, las principales fuerzas políticas ya comenzaron a mostrar sus estrategias para las elecciones generales. El Gobierno reforzará su presencia en el conurbano bonaerense, con obras y visitas de funcionarios, para reducir la ventaja que obtuvo allí Cristina Kirchner. En el oficialismo esperan ampliar la diferencia obtenida en el interior provincial y superar a la expresidenta en octubre por cuatro o cinco puntos en el mayor distrito del país. Suponen que los votos que pierda Sergio Massa, como consecuencia de su pobre performance en las PASO, irán a los candidatos oficialistas que también recibiría el aporte mayoritario de quienes no votaron en agosto pero lo harían en las generales. En el resto del país,el Gobierno le otorgará principal atención a aquellos distritos en los cuales perdieron pero consideran que pueden revertir la situación. Son los casos de Santa Fe, Chubut y Tierra del Fuego. Y también mirarán con atención aquellas provincias como Neuquén y La Pampa que ganaron pero en los cuales los oficialismos locales están en condiciones de revertir el resultado.

El mensaje oficialista procurará evitar el triunfalismo pero buscará transmitir optimismo sobre el futuro del país porque ese sentimiento suele transformarse en votos para quien gobierna. En materia económica, los datos que se conocerán hasta octubre mostrarán una leve mejoría en materia de nivel de actividad pero pocos cambios en cuanto al empleo y la inflación. El Gobierno sostiene que la mejora obedece a sus políticas y que un buen resultado electoral potenciará el desempeño de la economía porque se generará un clima de confianza como quedó en evidencia luego de las primarias. Una campaña focalizada, mejoras en la economía, polarización y la expectativa de que un sector del electorado lo premie por considerarlo el ganador de las primarias constituyen el menú oficialista para octubre.

La oposición

Cristina Kirchner, pese a ganar, estrenó estrategia de cara a octubre. Tal vez porque esperaba obtener un resultado mejor ya que no avanzó más allá de los votos con los que, aun en las peores condiciones, contó siempre el kirchnerismo. De todas maneras, recalcó con énfasis que había ganado para evitar el castigo que suelen sufrir en las generales los perdedores de las primarias. Ahora le incorporó más elementos políticos a su discurso. Para las primarias, el resto de los candidatos y la dirigencia política que la acompañaba fueron colocados en un segundo plano. Todo se concentró en la figura de Cristina que siempre apareció rodeada de personas que eran presentados como las víctimas del ajuste porque el impacto social de la política económica del Gobierno fue el tema excluyente de su campaña. Cristina mostró un estilo más moderado con relación al que solía tener antes con la intención de captar votos más allá de su núcleo duro, pero no tuvo demasiado éxito. Pero en el acto de lanzamiento de la campaña en La Plata mostró un cambio y apareció rodeada de candidatos e intendentes.

Y si bien hizo hincapié en el ajuste económico habló también de otros temas. Denunció una riesgosa concentración sin precedentes de poder político, económico y mediático. Y sostuvo que era la indicada para ejercer una oposición fuerte en un claro mensaje para convocar a quienes en las primarias se inclinaron por Florencio Randazzo o por espacios que no lograron superar el umbral del 1,5%. También se animó a violar una regla no escrita de la última campaña y es que a María Eugenia Vidal no se la critica. Pero la expresidenta esta vez también arremetió en su discurso contra la gobernadora. Y se refirió a la desaparición de Santiago Maldonado denunciando que era consecuencia de los cambios en la conducción política de las fuerzas de seguridad. El cambio de estilo y discurso de Cristina con relación a las primarias no obedece sólo a una estrategia electoral sino que está pensado para más allá de octubre. Gane o pierda, la expresidenta aspira a convertirse en la máxima referencia de la oposición contra el Gobierno de Macri y, para ello, necesita un discurso más abarcador y figuras de peso dispuestas a acompañarla.

A Sergio Massa le fue mal en las primarias y le puede ir todavía peor en las generales porque sus votantes son los primeros a los que tratará de seducir Cambiemos. Pero para evitar una derrota mayor deberá introducir cambios en su estrategia que deberá tener en cuenta no sólo octubre de 2017 sino también 2019. Massa dirigió su mensaje a aquellos que votaron por Macri en 2015 pero que hoy están desilusionados con su gobierno. Pensaba que en esa posición estaba entre el 5% o 6%del electorado pero fue una apreciación incorrecta porque Cambiemos retuvo a todos sus votos de 2015, y si hay algún descontento, no se expresó en las urnas. A partir de su lectura del cuadro electoral, en la campaña de las primarias terminó confrontando más con el Gobierno que con Cristina.

Massa comenzará a hacer más gestos al hacia el peronismo no K, como parte de su inevitable regreso formal al peronismo porque de lo contrario se convertirá en un jubilado demasiado joven en la política argentina. Será el principio del fin para la ancha avenida del medio que demostró ser muy angosta en la provincia de Buenos Aires y que es inexistente en el resto del país, porque allí el kirchnerismo no es una fuerza relevante. Pensando en un futuro peronista no K, Massa mostrará en esta campaña cada vez más sus diferencias con la expresidenta. Los antecedentes lo avalan porque demostró  mayor eficacia cuando tuvo que enfrentar a Cristina que cuando compitió contra Macri.

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