El politologo Julio Burdman opina acerca de lo que fue la candidatura a la Secretaría General de la ONU por parte de la ministra de Relaciones Exteriores y Culto, Susana Malcorra.
¿Qué análisis hace de lo que fue la carrera -frustrada- de Susana Malcorra para ocupar la Secretaría General de las Naciones Unidas?
Desde un principio, la postulación de Malcorra tenía restricciones. Si bien se trataba de una norma no escrita, de acuerdo a la rotación de regiones, esta vez le correspondía el asiento a un candidato o candidata de Europa, preferentemente de Europa Oriental. La ventana de oportunidad para Malcorra era que tal vez no se lograba consenso para un candidato proveniente de la región europea. Eso, sumado a que se trataba de una mujer -hay demandas de género para esa silla-, y que contaba con el aval del secretario saliente, incrementaban sus probabilidades. Pero finalmente, Europa se encolumnó detrás de un candidato, y entonces se impuso Guterres. El resultado se explica por los apoyos reunidos por el candidato ganador, no por errores o fallas de Malcorra.
En el Senado, opositores sostuvieron que la canciller “mercantilizó” el cargo. ¿Está de acuerdo? ¿Hasta que punto cree que la candidatura intervinó en las relaciones bilaterales con, por ejemplo, Reino Unido y Venezuela?
La canciller recibió críticas de todo el arco político -tanto en el oficialismo como en la oposición- porque se la acusó de llevar al Ministerio un agenda propia, diferente de la del presidente, en función de su candidatura. Y efectivamente, en cuestiones como Venezuela o Malvinas hubieron dos campanas. Sin embargo, yo creo que el presidente (Mauricio) Macri fue consciente de que durante la campaña de Malcorra esto iba a suceder, pero lo permitió porque creía en el proyecto de la ministra. Ahora, terminada la campaña, supongo que el timón de la política exterior se va a unificar.
