Es un clásico de la política argentina que cada vez que se próxima un ciclo electoral se discute sobre la conveniencia de mantener las PASO.
Los proyectos sobre su derogación siempre son impulsados por figuras del circunstancial oficialismo.
Siguiendo con la tradición, un grupo de legisladores de fuerzas provinciales afines al oficialismo acaban de presentar un proyecto para derogar las PASO y el propio ministro del Interior, Eduardo De Pedro, se muestra proclive a la iniciativa y afirma que la mayoría de los gobernadores e intendentes están en esa línea.
Además agregó que hará todo lo posible para convencer al Presidente de que se sume a esa propuesta.
Un dato curioso es que uno de los argumentos que esgrimen los gobernadores es que no puede votarse tantas veces en un año. Sin embargo, eso obedece, en parte, a que muchos de ellos acomodan el calendario a sus intereses y desdoblan las elecciones.
Más que cambiar la ley de primarias, haría falta que cambie la actitud de buena parte de la dirigencia política. Porque en la medida en que privilegien los acuerdos internos por sobre el voto popular para determinar a los candidatos, el sistema de primarias no cumplirá plenamente con sus objetivos.
La alternativa, que es sacarle a los ciudadanos y el devolverle por completo el control del proceso de selección de candidatos a los aparatos partidarios, sería un retroceso para el sistema democrático. Y si bien las primarias no se utilizan en la magnitud deseable, un así constituyen un factor que obliga a mejorar la oferta de candidatos porque si empre está la posibilidad de que surja una alternativa dispuesta a competir con mejores postulantes.
Por otra parte, si se quiere perfeccionar el sistema, la oportunidad de hacerlo es al final del ciclo electoral y no cuando está por comenzar porque implicaría un cambio inoportuno en las reglas de juego.
La posibilidad de que se eliminen las PASO no parece tarea sencilla por que la Constitución Nacional en su artículo 77 exige una mayoría calificada para aprobar las leyes que modifican el régimen electoral. La principal coalición opositora ya se ha manifestado enfáticamente por su continuidad.
En este contexto, el oficialismo necesitaría votar monolíticamente la derogación de las PASO y contar con el apoyo de algunos bloques menores. Lo segundo parece más fácil que lo primero.
Las primarias sirven para limitar la cantidad de candidatos que pueden presentarse y para definir la oferta de cada fuerza además de darle la oportunidad a los que perdieron de ajustar su discurso para revertir el resultado en las generales, algo que no ocurrió en las dos últimas elecciones.
En los análisis políticos recientes se sostiene que la realización de primarias favorece a Juntos por el Cambio porque es un instrumento que en principio necesitaría para definir un escenario con múltiples candidatos. Son embargo, el debate sobre la derogación de las primarias también está produciendo divisiones en el Frente de Todos.
El presidente Alberto Fernández y algunas figuras que le son afines sostienen que las PASO deben mantenerse, pero los gobernadores insisten en la derogación mientras que el kirchnerismo duro no emite señales claras.
Máximo Kirchner afirmó la semana pasada que debía acercarse la fecha de las primarias a la de las generales. Se buscaría así reducir la duración de una eventual etapa negativa como sería la de los meses que transcurren con un Gobierno derrotado hasta el cambio de mando. Se trata de una propuesta razonable, pero que lleva implícita la continuidad de las primarias. Tampoco el FdT tiene definido su candidato presidencial porque ahora tiene un solo inscripto en la carrera, que es propio Fernández, a quien los otros sectores del oficialismo no le asignan mayores chances.
