Escenario

En busca de una Agenda de Desarrollo

¿Por qué razón nos empeñamos en no emular las estrategias que han permitido el desarrollo, en algunos casos vertiginoso, de los países que han crecido?
Carlos Leyba 26-07-2024
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Argentina, país subdesarrollado: "Un potencial que no está en acto". Recursos disponibles de magnitud y calidad, no aprovechados, se conocen, inventariados, y conocido el método para explotarlos y disponemos de estudios previos a proyectos operativos. 

Litio, cobre, plata, etc. abecedario de los discursos de campaña, pero escasísimos personajes públicos que mencionen, en un país que depende de las cosechas, el aprovechamiento del riego de cauces como el Paraná. Oportunidad ausente del debate, ni después de la sequía más tremenda y ni siquiera ante una probable La Niña. O cómo aumentar el porcentaje de destete en zonas que se han poblado al ritmo de la agricultura que ha desplazado a la ganadería. "Potenciales" a la mano. Vaca viva y no sólo muerta. 

Como decía H. Bergson, "el futuro es lo que hacemos". Le asignó poca suerte a ese futuro, lo que estamos haciendo, dado que no lo hemos pensado y madurado. 

La improvisación, hoy te dolarizo, mañana te fortalezco al peso o una competencia de monedas, y mientras pido un préstamo. La política económica, hace décadas, se ha convertido en un viaje al Norte a por unos dólares y es en función de esa definición que seleccionamos al equipo preparado para la City por que ha trabajado allí: Wall Street.

Financistas o políticos, han convertido al futuro en una exhibición de inauguraciones de pequeñas obras o acreditaciones de préstamos o refinanciaciones. 

Hace tiempo que la construcción del futuro es hija de la coyuntura. Vocación inaugural de cortar la cinta o aprobar el préstamo. Vivir de lo inmediato. El cordón cuneta" que aconsejaba Eduardo Duhalde: "todo sobre la superficie. El anecdotario peronista (y no solo él) es fuente para otear cómo se construye la decadencia.

No Perón que, en su tercera presidencia, se ocupó, p.ej. de Yacyretá y el Plan Soja, transformaciones enmarcadas en un Plan de largo plazo: transformación energética y expansión de la frontera agropecuaria. Proyectos estratégicos. 

Décadas posteriores, peronistas y no peronistas, jolgorio de inauguraciones, estadios de futbol en los que ni siquiera se juega al futbol. 

Un país no sale de su impotencia sin una Agenda de Desarrollo y ella no surge sino de la conversación pública preocupada, más que por la novedad y el impacto efímero, por las causas profundas que estancan y contaminan el desarrollo de la vida colectiva. 

Nosotros supimos, como veremos, durante muchos años correr al ritmo de la carrera del progreso. Se trata de indagar dónde, cuándo y porqué abandonamos, primero "la conversación" y consecuentemente la capacidad de pensar estrategias de largo plazo que son las que llevan al desarrollo. 

No hay Agenda posible sin una previa conversación pública acerca del Desarrollo. En este desierto de la inteligencia naufragamos. Por eso cuatro gritos, aunque próximos al delirio y la locura, despiertan a la modorra colectiva. La opinión pública (está constatado) celebra que alguien grite. El silencio, la opacidad y la inutilidad se han tornado insoportables. Mientras tanto la realidad navega hacia una profundización de todas las grietas y las grietas - de uno y otro lado - terminan en un vacío. 

Veamos un ejemplo de disociación entre las fuentes de acumulación a partir de recursos naturales y la inversión. 

Nuestra vieja oligarquía aprovechó los recursos agropecuarios e inversiones se radicaron en el país. No hubo "fuga". Los palacetes - no tan portentosos como los mejicanos -quedaban acá. 

Esta nueva oligarquía de concesionarios, legión de "parvenues" que se hizo rica con la rapiña del Estado (apañada por políticos y sindicalistas), como la mafia rusa, es también la oligarquía de la fuga. 

Los primeros petroleros privados afortunados por la concesión del petróleo, quienes han derramado no sólo lágrimas con la desaparición de Néstor y das Neves, como señaló en el juzgado de Canicoba Corral la Dra. Elisa Carrió. 

Todas las fortunas nuevas, tienden a ser "globales" (la globalización de Eskenazi, juicio por US$ 16.000 millones gracias a Axel Kicillof que sufrimos en NY) 

Parte de lo que se acumula aquí, gracias a una concesión pública, se fuga o se invierte afuera. A los fines reproductivos es lo mismo. 

Se acaba de inaugurar el Complejo Eólico Novo Horizonte, 10 parques, 6 municipios, e Bahía (Brasil), 423 megavatios, 2.700 hectáreas, US$ 600 millones, 94 aerogeneradores para el consumo anual de 1 millón de hogares. "En Argentina seguiremos creciendo en la producción de gas natural". Ordeñando a la vaca criolla, gracias al Estado Nacional y provincial, y poniendo la leche en otro territorio. 

Un ejemplo de cómo la ausencia de Agenda de Desarrollo apaña la fuga del excedente que se genera adentro. La doctrina del blanqueo y moratorias permanentes avala esa conducta. 

Además de la idea de país subdesarrollado en relación con el potencial inexplotado y el excedente fugado, hay una idea del subdesarrollado respecto de la estructura económica de los países que sí lo son o bien respecto de la distancia entre el valor monetario de nuestro PIB pH y él de los desarrollados. 

Francia es 24 en la escala del Banco Mundial. Tiene un PIB ph del doble de la Argentina. Si nuestro PIB ph creciera al mismo promedio de los últimos 50 años, necesitaríamos 213 años para igualar a la Francia de 2023. 

La necesidad de cambio no sólo está en el pasado, reside en que el futuro es imposible o es la voz de nuestro prócer J.J. Castelli diciendo "si ves al futuro dile que no venga". 

Crecer al doble de estos 50 años nos permitiría llegar al PIB pH de Francia de hoy en 24 años; procurando multiplicar por 20 veces la velocidad promedio de los últimos 50 años, en 12 años habríamos llegado a la Francia de hoy. 

Tamaño esfuerzo señala una vocación no muy ambiciosa. Nuestro PIBph hoy es similar al de Chile o Uruguay, superior al de Brasil, el doble del de Paraguay y el triple del de Bolivia, superior al de 165 países y menor al de 63. 

Por eso en la región no hay capacidad de arrastrar la demanda de crecimiento. No va a venir desde afuera para adentro.

Eso pasó en el Siglo XIX. Lo que Milei llama el país de "bárbaros", claro que no lo era. La capacidad intelectual de aquella clase dirigente criolla, desde los albores de la Patria, no necesita demostración: la claridad con la que se pensó la estrategia de desarrollo y aprovechamiento del potencial del país en relación a las vinculaciones de los tiempos, habla de cabezas superiores y espíritu patriótico o de construcción nacional. Se abrieron de todas las puertas para quienes quisieran ser parte de la explotación de un nuevo territorio productivo y se canalizaron todas las fuerzas en esa dirección. 

La decadencia de los últimos cincuenta años no fue una desgracia. Tuvo una causa, la fuga de capitales y de cerebros, que estalló en la segunda mitad de los 70 cuando se amasó el proyecto de destrucción de aquel Estado al servicio del desarrollo.

Ese proyecto de destrucción del "Estado al servicio del desarrollo" hizo cúspide en los '90 del Siglo XX, con el surgimiento de la "oligarquía de los concesionarios" que fusionó a la "Patria Financiera" y a la "Patria Contratista", en esta nueva concentración de "concesionarios", "nuevos ricos" y "fugadores seriales" que acumula, a la fecha, más de US$ 400.000 millones fuera del sistema. Mientras "el sistema" erosiona al futuro pariendo a más de 60% de los niños sobreviviendo en la pobreza. 

La pantomima del "Pacto de Mayo" ni siquiera menciona la existencia de la pobreza como "un problema de la Nación". Sin compromiso por la pobreza dejaremos de "ser Nación", proceso en el que estamos aunque la tasa de inflación descienda, las finanzas públicas sean saneadas y aunque Caputo II, con sus indiscutibles habilidades de financistas, sume otro US$ 10.000 o US$ 15.000 millones a la eterna deuda argentina. 

Nada de eso es lo que puede alejarnos del descomunal proceso de decadencia en que venimos décadas antes a las que Milei y Caputo II hubieran imaginado llegar donde llegaron: no son ellos los padres de la criatura. 

En medio siglo, el mundo -en promedio-, Europa, el Reino Unido y Estados Unidos, duplicaron en dólares -a precios constantes- su PIB ph. En el mismo tiempo, Argentina arañó un crecimiento de 25%. Perdimos el tren.

Hace 50 años teníamos un PIB ph que era casi igual a Europa y el doble del promedio del mundo. Teníamos 83% del de Japón, 55% del de EEUU. 

Medio siglo después nuestro PIB ph representa 60% del de Europa, supera al promedio mundial en apenas 25% y  es menos de la mitad que el de Japón y un tercio del de EE.UU.

Todo eso significa desplome del nivel de vida relativo y revela la incapacidad de entender, asimilar y emular lo que hacen la inmensa mayoría de los países y, en todo caso, de los países que han crecido y que lo han hecho vertiginosamente. El economista de Oxford M. A. Cuervo ha señalado las intervencionistas políticas de desarrollo de todos los países occidentales en este medio siglo de auge del neoliberalismo en la literatura, pero no precisamente en las políticas de esas naciones.

Por eso, la pregunta es por qué razón nos empeñamos en no hacer lo que hacen todos los demás o por lo menos lo que hacen e hicieron todos los países ricos que crecen o todos los países que siendo pobres han crecido. ¿Por qué razón nos empeñamos en no copiar, emular, repetir las estrategias que han permitido el desarrollo, en algunos casos vertiginoso, de los países que han crecido?

Una respuesta es que tal vez los jóvenes de Chicago, por ejemplo, no salieron nunca del "campus" y no hicieron lo que los funcionarios de la generación Meiji si hicieron para copiar los éxitos de los demás. 

En términos de Umberto Ecco, "los aborígenes australianos daban vuelta en el desierto y nunca llegaron al mar, que era un festival de langostas". 

En términos criollos "los economistas y políticos de estas generaciones de la decadencia" no salieron del campus y se perdieron de encontrar en la realidad los temas de conversación pública que tienen que formar la Agenda del Desarrollo.

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