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El precalentamiento en la agenda de empleo

La ley antidespidos es el primer capítulo de una lista de asignaturas que tenemos pendientes.

17 mayo de 2016

por Juan Pablo Paladino (*)

Resulta positivo que la cuestión del empleo esté hoy en el centro de la agenda política, ya que los costos de las disfunciones del mercado laboral son los más acuciantes socialmente: el trabajo es el eje central de integración social, no sólo por su rol en la realización social de las personas y por ser el mecanismo esencial para la movilidad social ascendente, sino también porque todos los dispositivos de administración de riesgos sociales (vejez, enfermedad, invalidez, etcétera) se estructuran alrededor del mercado laboral.

Por esta centralidad que naturalmente tiene la cuestión del empleo llama entonces la atención la divisoria de aguas que se trazó en el Congreso en torno de la ley antidespidos, donde tanto detractores como defensores de la misma persiguen el mismo objetivo: defender el empleo.

La divergencia en torno de la efectividad del instrumento no tiene origen tanto en la foto actual sino en las expectativas: desde un lado se advierte sobre el inicio de un círculo vicioso de despidos, caída en la demanda “El proyecto de ley anti?despidos carece completamente de sentido”, dice Federico Muñoz en su último informe. “Según datos del sistema previsional, el nivel de empleo formal cayó en 20.000 puestos (apenas 0,3%) entre el pico de noviembre pasado y febrero. La evidencia revela entonces que, contrariamente a lo que asegura el relato opositor, no se ha verificado una ola masiva de despidos”, aunque, dice, “lo que sí existe es una fuerte erosión de los ingresos reales porque la inflación gana al aumento de los salarios”. Pero, advierte, “esa es otra discusión...”. Sin “ola masiva de despidos” que justifique la ley, los motivos del impulso de la misma deben buscarse en el terreno político. “La oposición no está dispuesta a discutir argumentos ni y más despidos que es urgente evitar, mientras que enfrente se contrapone que el mismo instrumento puede ser el causante de que no se active el círculo virtuoso de creación de empleo y aumento en la demanda y creación de más empleo.

Esta confrontación de posturas contrapuestas no necesariamente debe interpretarse como algo negativo, ya que la riqueza de todo debate tiene origen en la pluralidad de opiniones. Ojalá que en al final del camino tengamos un instrumento que contemple elementos de todas las posturas.

Pero la clave no está en el resultado (ley antidespidos sí o no) sino en que la cuestión del empleo no se diluya luego en la agenda. Recordemos que en el centro del actual debate está el universo asalariado formal (9 millones de personas), que es una parte importante de la población económicamente activa (17 millones de personas) pero no la totalidad, y justamente hoy no está en discusión qué hacer con la fracción más vulnerable (informales, cuentapropistas, desempleados).

No entendamos entonces al debate en torno de la ley antidespidos ni como la solución de todos nuestros problemas ni como el principal obstáculo a nuestra salvación, sino como el primer capítulo de una lista de asignaturas que tenemos pendientes, y que no pueden seguir esperando.

(*) Economista.

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