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20% de los niños sufren inseguridad alimentaria

04 octubre de 2016

Según un estudio del Observatorio de la Deuda Social Argentina, dependiente de la Universidad Católica Argentina (UCA), entre 2010 y 2015 se redujo 8 puntos porcentuales la inseguridad alimentaria entre los habitantes menores de 17 años, aunque al final del período seguía registrándose un porcentaje elevado.

El estudio precisa que dos de cada diez niños y niñas se encontraron, a finales del 2015, en situación de inseguridad alimentaria (11,9% en nivel moderado y 7,7% severo). Cabe aclarar que por inseguridad alimentaria se entiende una situación en la que hay una “disponibilidad limitada e incierta en cantidad y calidad de los alimentos que permiten cubrir los requerimientos nutricionales de los individuos”. Según la encuesta elaborada por el observatorio hay una significativa correlación estadística entre la indigencia económica y el insuficiente consumo de 4 grupos de alimentos esenciales (carne vacuna, verduras, frutas frescas y lácteos). Mientras que 11% de los niños con seguridad alimentaria tienen un insuficiente consumo de nutrientes esenciales, el 22% en la población con inseguridad alimentaria en nivel moderado lo padece y el 27% entre quienes experimentan la situación más grave. Es decir, que los niños y niñas en situación de inseguridad alimentaria tiene el doble de probabilidad de no acceder de modo simultáneo a alimentos fuente de nutrientes esenciales que sus pares con seguridad alimentaria. El estudio de la UCA revela que más del 45% de los menores en hogares indigentes en términos económicos (tomando como referencia, en el año 2015, una Canasta Básica Alimentaria de $3.265 para una familia tipo) experimentó una situación de inseguridad alimentaria entre 2010 y 2015. No obstante, en ese período entre 2010 y 2015 cayó la propensión a la inseguridad alimentaria severa, pasando en los indigentes de 27,9% a 19,8% (una merma de 8 puntos porcentuales), mientras que la inseguridad en su nivel moderado se incrementó en 5,6 puntos porcentuales. Según precisa el informe, esto quiere decir que una proporción de los que salieron de la situación de inseguridad alimentaria severa pasaron a una situación de nivel moderado y sólo una proporción residual logro salir de la situación de vulnerabilidad en el acceso a los alimentos.

Los investigadores aclararon que si bien la correlación entre la situación de indigencia y la inseguridad alimentaria es clara, también puede advertirse que la situación de no indigencia económica puede coexistir con un contexto de inseguridad alimentaria.

Según precisaron, este último dato evidencia que “el cálculo monetario de una canasta básica alimentaria es insuficiente como parámetro para erradicar el hambre”. “Cabe conjeturar que los hogares en situación de indigencia económica no sólo utilizan sus escasos recursos económicos en el acceso a los alimentos de sus miembros, y que probablemente el umbral de la canasta establecido no es bastante para garantizar una alimentación adecuada en términos de sus nutrientes”, sostuvieron. En este sentido, resaltaron la la importancia de incorporar a las encuestas de hogares de la Argentina indicadores complementarios como la Escala Latinoamericana y Caribeña de Seguridad Alimentaria (ELCSA), que permite advertir situaciones específicas de vulnerabilidad en el acceso a los alimentos a partir de la experiencia de los hogares.

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