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Según el "Doctor Cobre", la salud de la economía mundial tiene un buen pronóstico

El precio del cobre actúa como una suerte de anticipador o pronosticador de los ciclos de la economía real. Por eso, en Wall Street, un poco en broma y un poco en serio, lo llaman Doctor Cobre, "porque es el único metal con un Doctorado en Economía". ¿Qué dice su precio hoy?

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Pablo Maas 23 diciembre de 2020

Por Pablo Maas

El cobre es un insumo de uso difundido en la construcción, la industria y la electrónica y a tal punto que muchos expertos consideran que su precio actúa como una suerte de anticipador o pronosticador de los ciclos de la economía real. Cuando baja, es señal de que se espera una recesión y a la inversa cuando aumenta. Por eso, en Wall Street, un poco en broma y un poco en serio, lo llaman Doctor Cobre, "porque es el único metal con un Doctorado en Economía".

La noticia es que el precio del cobre llegó a cotizarse la semana pasada a poco más de US$ 8.000 por tonelada, su mayor valor desde febrero de 2013, y después de siete semanas de aumentos ininterrumpidos. ¿Esto significa que el Dr. Cobre espera que su paciente, la economía internacional, recupere la salud? Es posible. El alza del cobre fue simultánea al de varias otras materias primas y reflejó en parte el creciente optimismo por lo que se vislumbra como el cercano fin de la pandemia y el esperado rebote de la actividad económica.

En febrero pasado, cuando se creía que el coronavirus era un problema exclusivamente chino, el cobre cayó 20% hasta US$ 5.600 la tonelada. No fue sorpresa para nadie: China compra la mitad de la producción mundial del cobre refinado. Fueron unas 25 millones de toneladas en 2019. Chile es el mayor productor mundial, con una cuarta parte de esa oferta. A los precios actuales, nuestro vecino embolsa US$ 45.000 millones. El segundo productor mundial es Perú, seguido por China.

Cuando el virus comenzó a expandirse y llegó a Europa en marzo, el precio del cobre se hundió por debajo de los US$ 5.000, por primera vez en cuatro años. Pero cuando ya era evidente que la economía china se recuperaba, el metal repuntó a US$ 5.800 en junio y desde entonces no ha parado de subir. En octubre rompió la barrera de los US$ 7.000 y ahora de los US$ 8.000, completando un alza del 65% desde sus mínimos del año.

Uno de los factores que está impulsando el alza de los commodities, incluyendo al cobre, es la debilidad del dólar, que lo torna más barato para los compradores cuyas monedas nacionales se han valorizado. Pero algunos analistas desconfían esta vez de que el alza del metal amarillo obedezca a motivos de oferta y demanda genuinos. Según ellos, los especuladores financieros están haciendo fuertes apuestas en este mercado.

Un analista italiano dijo esta semana que el rally del cobre está reflejando principalmente una euforia financiera. "Los compradores industriales chinos no están demandando a estos precios", dijo a la agencia Reuters. Aparentemente, los chinos aprovecharon los precios bajos de este año para acumular stocks.

Como sea, y en el corto plazo, muchos ven mayores precios aún para el cobre. El equipo de analistas de commodities de Goldman Sachs, por ejemplo, pronosticó recientemente valores de US$ 9.500 para el cobre durante el año que viene, o incluso los US$ 10.000, un precio que ya alcanzó una vez en febrero de 2011, cuando la economía china todavía crecía a tasas de más del 9% anual. Además del optimismo por la recuperación de la economía global, el entusiasmo por el cobre responde también a factores de mediano y largo plazo. El más importante es la "agenda verde" pospandemia.

Este es el principal motivo que explica el reciente aumento del metal, según el Financial Times. Ocurre que el cableado de la economía verde requiere cantidades enormes de cobre. Los vehículos eléctricos, por ejemplo, utilizan cuatro veces más cables de cobre que sus hermanos impulsados por motores de combustión interna. Lo mismo para los paneles solares y los molinos de viento: usan cinco veces más cobre que la producción de energía por medio de combustibles fósiles

"Los programas de estímulo que se anuncian en todo el mundo tienen un factor en común: son todos intensivos en cobre", dijo un experto de Trafigura, un fuerte trader de commodities, al Financial Times. Según la empresa, la creciente demanda para vehículos eléctricos y proyectos de generación de energía limpia, harán subir la demanda de cobre de 23,4 millones de toneladas en 2020 a 33,3 millones en 2030. Trafigura estima que solamente China aumentará su demanda de cobre en 800.000 toneladas durante 2021 para expandir su red eléctrica y aumentar la generación de energía renovable. El líder chino, Xi Jinping, anunció recientemente que su país se propone triplicar la capacidad de generación eléctrica eólica y solar durante los próximos 10 años.

La demanda europea también deberá subir: sus dirigentes están proponiendo una “recuperación verde” de la profunda recesión causada por el coronavirus. De modo que se trata de un repunte sincronizado en la demanda del metal industrial más utilizado, que enfrenta crecientes problemas de oferta. Estas se deben a la disminución en el número de yacimientos de alta ley disponibles y a los mayores costos que implica expandir la minería del cobre a geografías más remotas (como el extremo este de Rusia) o prolongar la vida de yacimientos existentes. Pero como se sabe, no hay mejor remedio para la escasez de oferta que una buena trepada de los precios.

En cualquier caso, no deja de ser irónico que la "revolución verde" sea el principal factor que impulse la “megaminería” del cobre alrededor del mundo en la próxima década, un dilema que ciertos ecologistas deberán procesar.

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