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A un año del primer caso de Covid-19: mitos y verdades

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17 noviembre de 2020

Por Dr. Fernando Cichero  Director Hospital de Rehabilitación M. Roca (GCABA) y Profesor de la Facultad de Medicina, UCA y Fundación Barceló

La enfermedad respiratoria, causada por un virus de la familia Coronaviridae, comenzó en Wuhan el 17 de noviembre del 2019, donde se reportó el primer caso de un señor de 50 años. Luego de doce meses, la pandemia infectó a más de 50 millones de personas y mató a más de un millón en todo el mundo. Visto de esta manera, el dato parece aterrador. Sin embargo, podemos compararlo con la gran pandemia que pasó en el siglo pasado

La mal llamada “gripe española”, enfermedad cuyo primer caso fue comunicado en Estados Unidos el 4 de marzo de 1918, en su primer año había matado a más de 25 millones de seres humanos de todas las edades y llegó a un total aproximado de 75 millones cuando terminó, luego de 2 años.

Un dato a tener en cuenta es que, en 1920, la población mundial era de aproximadamente 2.300 millones de personas mientras que en 2020 hay 7.600 millones. Otro dato importante es que, hace un siglo, el virus se transmitió por barco, ya que en ese momento la aviación comercial de pasajeros casi no existía, mientras que en la actualidad este medio de transporte es el más utilizado para realizar viajes de grandes distancias.

Teniendo en cuenta estos datos, la situación es más que alentadora por varios motivos.

1- La gripe española no distinguía por edades a la hora de seleccionar a sus víctimas fatales. En cambio, el Coronavirus tiene una mortalidad despreciable en niños. Por ejemplo, Suecia, que nunca cerró sus colegios, posee 0% de mortalidad en niños de 0 a 9 años.

2- Considerando que, actualmente, en menos de 24 horas podemos estar en cualquier parte del planeta y que la velocidad de propagación es infinitamente mayor, la cantidad de fallecidos es muchísimo menor que en 1918 (y la población ahora es tres veces mayor).

3- Si analizamos la segunda ola de contagios en el Hemisferio Norte, Italia registró el 27 de marzo 5.959 casos y 919 fallecidos, es decir, 15% de mortalidad. Siete meses después, el 7 de noviembre, hubo 39.809 casos y 425 fallecidos: la cantidad de contagios se elevó casi 7 veces, pero la mortalidad registrada bajó hasta 1,5 %. Esto demuestra que el virus es muy contagioso, pero tiene una letalidad muy baja, debido, principalmente, a la lógica biológica de supervivencia del virus. Por ejemplo, la epidemia de Ebola se acabó, fundamentalmente, porque casi todos los contagiados murieron, lo cual hizo que la transmisión se detuviera. El Covid-19 es muy contagioso, necesita tener muchos huéspedes para continuar reproduciéndose, pero la mortalidad empezó siendo del 5%, y actualmente ha bajado al 2,4%. Es decir que el virus se acomodó al huésped.

4- Si comparamos el Covid con la gripe común, esta pareciese ser más benévola: la gente no tiene que hacer cuarentena; no es necesario el barbijo y el distanciamiento físico. Pero la gripe, teniendo vacuna, igual ostenta una mortalidad del 1,3% contra 2% del Covid.

Para finalizar, hablemos de la vacuna contra el Covid. En primer lugar, haciendo referencia al término, deriva del latín “vacca”, ya que la primera vacunación la realizó el Dr. Edward Jenner, en 1796, con viruela de vaca.

En cuanto al desarrollo, toda vacuna debe respetar tres principios: 1°) seguridad, 2°) eficiencia y 3°) eficacia. Debe ser segura porque se coloca en población sana. Esto conlleva que no puede tener efectos adversos graves ni enfermar a las personas. Debe ser eficiente, porque tiene que lograr que el cuerpo genere defensas (anticuerpos) contra la enfermedad que se quiere evitar. Y, por último, deber ser eficaz, porque tiene que provocar que la mayor cantidad de gente que se vacuna produzca la inmunidad. Normalmente, se dice que, si un porcentaje mayor del 90% de los vacunados genera defensas, esa vacuna es eficaz (este parece ser el caso de la fabricada por Pfizer y la Sputnik V, aunque los resultados de la rusa son preliminares).

Sin embargo, se deben aclarar algunos puntos sobre las vacunas contra el Covid-19. En primer término, hay que tener en cuenta que, hasta el momento, nunca se ha desarrollado una vacuna en el mundo en menos de tres años, y la razón es sencilla: se necesitan por lo menos dos períodos estivales para que gente sana vacunada se enfrente a la enfermedad de forma natural y se pueda comprobar si no se contagia. Esto tiene relación directa con la eficacia: el tiempo demuestra no solo si una persona adquirió inmunidad sino, además, si esa inmunidad se mantiene en el tiempo. Recordemos que, en muchos pacientes que sufrieron Covid-19, en el seguimiento de más de 120 días, los anticuerpos ya no fueron detectados.

Otro dato a considerar es que, en la fase 3 (que es la de controlar a los vacunados), la cantidad de personas reclutadas siempre fue fundamental. En este sentido, el estudio para la vacuna Salk contra la poliomielitis es el más grande realizado en toda la historia de la medicina, con más de 1.800.000 niños. Para las vacunas contra el Covid-19, ningún estudio tiene en fase 3 más de 6 meses y, además, la que más reclutados tiene hasta ahora es de 46.000 personas

Por último, aunque se obtenga alguna vacuna muy pronto (principios del 2021), la cantidad de dosis será restringida y, mientras no pase el tiempo, tampoco sabremos cuánto dura la inmunidad. Por todo esto, es mucho más importante seguir cuidándonos con el distanciamiento físico, usar barbijo con desconocidos o personas con factores de riesgo, evitar reuniones en ambientes cerrados y con hacinamiento. El virus es respiratorio y se contagia por esa vía (tos, estornudos, etcétera).

Más allá de todas las certezas que todavía nos faltan constatar, hay una cosa sobre la que sí estoy seguro: que esta enfermedad será, en algún tiempo, una más en los manuales médicos, puesto que la Humanidad nunca fue derrotada por un virus o bacteria. Solamente lo fueron los extraterrestres en el libro “La guerra de los mundos” de H. G. Wells.

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