A diferencia de lo que ocurre en la mayoría de los países del mundo, en China la tasa de inflación tiende a la baja.
En enero el índice de precios a los productores subió el 9,1% anual mientras que en diciembre lo había hecho al 10,3%. En el caso de los minoristas, también se observó una desaceleración intermensual del 1,5% al 0,9% anual.
Según la mayoría de los analistas, la inflación en la segunda economía del mundo será de 2,2% en 2022.
La baja tasa de inflación les permitirá a las autoridades de China seguir adoptando medidas monetarias expansivas para impulsar la actividad. En 2021 el PIB de China subió 8% y este año lo haría por debajo del 5% según el FMI y los principales bancos de inversión y de allí la necesidad de estímulos.
La lectura que predomina en los mercados es que China enfrenta más riesgos de un freno de la economía que de una la aceleración de los precios. Es exactamente lo contrario a lo que ocurre en casi todos los demás países del mundo.
Los problemas en algunas cadenas de suministros, las restricciones a las que obligó el Covid y las dificultades en el sector inmobiliario estuvieron afectando la actividad en los últimos meses.
El crecimiento de China es clave para sostener el precio de las commodities que exportan muchos países emergentes. Pero al mismo tiempo, la desaceleración del índice de precios a los productores podría ayudar a morigerar el precio de los productos industriales en todo el mundo ayudando a reducir la tasa de inflación a nivel global.