No quedan dudas de que el 2023 fue uno de los años más convulsionados del siglo XXI: mientras que la guerra en Ucrania continuó, un nuevo conflicto estalló en la Franja de Gaza.
Además, a esto se sumó la continuidad de la crisis económica heredada de la pandemia del coronavirus, lo que ha provocado tensas elecciones a lo largo del mundo, como ocurrió en países como Ecuador, España o Polonia.
Sin embargo, lo más alarmante es que, de cara a 2024, todos estos problemas podrían ir en ascenso, elevando aún más la tensión internacional en Europa, Medio Oriente y otras regiones.
Por ello, para Argentina, un país que atraviesa su propia crisis, el 2024 podría ser aún más complicado si se tiene en cuenta que será el primero bajo las órdenes de Javier Milei, un presidente definitivamente disruptivo.
Intentado esclarecer a qué desafíos se enfrentarán el mundo y Argentina este año, El Economista dialogó en exclusiva con Mariano Turzi, doctor en Estudios Internacionales de la Escuela de Estudios Internacionales Avanzados (SAIS), Johns Hopkins University; y profesor de Relaciones Internacionales (UCEMA-Universidad Austral).
- Tras varios años de relativa estabilidad en el Sistema Internacional, la competencia geopolítica entre los países ha aumentado significativamente. Pero el principal problema es que muchos de estos conflictos han desembocado en guerras tradicionales (como en Ucrania o Gaza) o van camino a serlo, como podrían ser los casos de China-Taiwán, Serbia-Kosovo o Armenia-Azerbaiyán. ¿Por qué cree que nos encontramos en un contexto de tan alta tensión?
La razón principal de la alta tensión que existe en todo el mundo es que se han globalizado los riesgos. La estructura de la globalización se ha expandido y profundizado por todo el planeta. Pero más que actuar como una red de contención o prevención a los conflictos, estamos encontrando que los efectos han sido de globalizarlos.
Conflictos étnicos, religiosos, territoriales o económicos; entre estados o con grupos no estatales, convencionales o no convencionales, físicos o digitales. A todo esto, hay que agregarle que el Sistema Internacional hoy tiene una velocidad de interconexión nunca antes vista. Por ejemplo, cuando en 1453 el Imperio Bizantino se derrumba bajo el Imperio Otomano, al Imperio Inca no le pasaba nada. Pero cuando Grecia amenazó con dejar la Unión Europea, la bolsa del IVA bajó tres puntos.
- ¿Qué rol jugara la IA en este mundo en conflicto? Parece no solo ser la herramienta del mañana, sino también la del presente.
Siempre la tecnología ha jugado un rol decisivo en los conflictos bélicos y en las competencias de poder a lo largo de la historia mundial. De lo que no tenemos antecedente es de esta capacidad generativa o auto generativa de las tecnologías como la IA: Esta capacidad es la de manipular y generar lenguaje -palabras, sonidos o imágenes. Es por eso que autores como Harari dicen que la IA ha "hackeado" el sistema operativo de nuestra civilización.
- Otra de las particularidades del actual Sistema Internacional es que no solo la democracia ha detenido su expansión, sino que incluso retrocede en regiones en las que se creía que estaba fuertemente consolidada como EE.UU. u países de Europa. ¿La democracia está en peligro?
Yo soy de los que piensa que sí. Primero, porque ya no es la opción "por defecto" del Sistema Internacional. Más allá de las excepciones en las cuales la hegemonía apoyaba a regímenes no democráticos por cuestiones de seguridad nacional, la democracia desde 1945 era el régimen político interno básico para la construcción del orden internacional liberal.
A medida que el orden internacional se vuelve más multipolar, se legitima los regímenes políticos internos de aquellos actores que logran mayor prosperidad, prestigio y poder.
Internamente también las democracias enfrentan graves riesgos, puesto que se ha reducido su capacidad de dar respuesta a los problemas concretos de las personas, desde pobreza y desigualdad hasta vivienda e inseguridad. Es así como han crecido opciones como "democracias delegativas" o "autoritarismos competitivos" en donde el componente liberal de la democracia se ha debilitado fuertemente a favor de alternativas con un liderazgo más populista y una institucionalidad menos republicana.
- En este sentido, aunque en Argentina estamos acostumbrados desde hace varios años a la "grieta", también es muy llamativo como la mayoría de los países se han polarizado extremadamente, destacándose los casos de EE.UU. y Brasil. ¿A qué se debe esta tendencia?
Hay amenazas internas a las democracias: erosión de la confianza en las instituciones, debilitamiento de controles y equilibrios, caída de la participación cívica y polarización o extremismo.
La democracia en América Latina tiene una resistencia admirable, siendo la región en desarrollo más democrática del mundo según el Índice de Democracia de The Economist 2023. Estados Unidos ha experimentado una especie de "recesión política" durante la última década, caracterizada por la erosión de las instituciones, normas y prácticas democráticas para encontrar un país cada vez más políticamente paralizado, socialmente polarizado y económicamente desigual.
- Ante el complicado panorama, y teniendo en cuenta que un nuevo presidente ha asumido en Argentina, no puedo evitar preguntarle cuáles son los principales desafíos que deberá superar Javier Milei en política exterior.
Geoeconomía y geopolítica se imbrican de maneras complejas y cambiantes en un mundo cada vez más complejo y turbulento. La responsabilidad principal de la política exterior es sintonizar el contexto global a los intereses nacionales primero y a los objetivos gubernamentales después.
El mundo se encamina hacia mayores grados de tensión y conflicto, tanto económico como político y militar. La competencia será cada vez más intensa e inevitable. Es por eso que mecanismos institucionales regionales o globales que permitan al país que esa competencia no degenere en conflicto o confrontación son un gran desafío para la Argentina de los próximos cuatro años.
Y dentro de cuestiones más concretas mencionaré a las siguientes: 1) una relación con Washington y Beijing que no internalice los costos de la competencia entre ambos, 2) una recomposición del perfil comercial internacional de la Argentina y 3) el fortalecimiento del país en cuestiones tanto de Defensa como de crimen organizado internacional.
- Más allá de los desafíos, ¿cree que el nuevo gobierno está preparado para enfrentar dichos problemas? Para sorpresa de muchos, Milei y la canciller Mondino se han mostrado mucho más pragmáticos de lo esperado.
Esa sorpresa se da sobre todo porque la retórica de campaña es distinta de la política pública de gobierno, en especial en todo lo que son asuntos externos. La primera prioridad de la Cancillería en la administración Milei parece ser contribuir a reducir el déficit fiscal apoyando que ingresen divisas a través de la facilitación e incremento del comercio internacional.
Al mismo tiempo, está un segundo tema que es mantener una estructura de socios y aliados que faciliten el financiamiento. Hasta este momento, la Canciller y su equipo han demostrado una buena dosis de pragmatismo y flexibilidad para navegar a dos aguas. Por ejemplo, manteniendo el vector más tradicional de financiamiento en Estados Unidos y comprendiendo que China juega un rol de creciente relevancia en el tablero financiero global.
