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Las emisiones de deuda exitosas desde el inicio de 2021

Las bajas tasas en los países desarrollados y la abundante liquidez siguen alimentando el apetito por activos más riesgosos.

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Héctor Rubini 25 enero de 2021

Por Héctor Rubini (*)

Las bajas tasas de interés en los países desarrollados y la abundante liquidez de los inversores institucionales siguen alimentando el apetito por activos más riesgosos que los bonos de sus gobiernos. Eso ha alentado una demanda de activos más riesgosos, prometedores de mayo rentabilidad, en particular acciones, criptomonedas y bonos de emisores de mayor riesgo (corporativos y de gobiernos y empresas de países emergentes).

Entre estos últimos, los que no tienen problemas de financiamiento han podido emitir deuda a tasas de un dígito y bien bajas. En 2020 se han registrado colocaciones de gobiernos como los de Perú, Bolivia, Paraguay, Chile, entre otros, que han aprovechado la buena demanda de los inversores de países desarrollados.

El 4 de enero arrancó México colocando un bono a 50 años de plazo por U$S 3.500 millones, emitido simultáneamente en Taiwán y Luxemburgo, pagando una tasa anual de 3,75%.

El martes pasado, el Gobierno de Chile obtuvo financiamiento emitiendo dos bonos a tasas extremadamente bajas. Un bono en dólares con vencimiento en 2032 por U$S 750 millones pagó una tasa de 1,962%, y otro también en dólares con vencimiento en 2061 por U$S 1.500 millones fue colocado a una tasa de 3,116%. Este último, a 40 años, es el bono de mayor duración emitido hasta ahora por Chile. El Gobierno trasandino también obtuvo fondos en euros, con la emisión de un bono con vencimiento en 2031 por 400 millones de euros, a una tasa de 0,399% y otro con vencimiento en 2051 por 1.250 millones de euros, a sólo 1,298%.

El miércoles, a su vez, el gobierno de Panamá emitió un bono Global, con vencimiento en 2032 (U$S 1.250 millones) y reabrió la emisión de deuda con vencimiento en 2060 (U$S 1.000 millones). El primer título pagó una tasa anual de 2,252% y el segundo 3,28%.

El Gobierno de Paraguay, a su vez, recompró U$S 338 millones de deuda con vencimiento en 2023 y emitió una serie de bonos a 11 años por U$S 487 millones, pagando una tasa de rendimiento de 2,739% anual, la más baja hasta ahora de todas las emisiones de deuda del Gobierno paraguayo en los mercados internacionales. En este caso, la demanda superó los U$S 5.000 millones, lo que refleja la confianza de los inversores en la evolución esperada en el manejo de las cuentas fiscales en Paraguay. El Gobierno del vecino país también reabrió la colocación de deuda en dólares con vencimiento en 2050 por U$S 226 millones, pagando una tasa de 4,09%, inferior en 1,31 puntos porcentuales a la tasa pagada por la emisión de la serie inicial de ese bono. En 2020 las cuentas fiscales de Paraguay cerraron con un déficit en torno del 6,2% del PIB, notablemente superior al 2,8% de 2019. Las autoridades confían en que se podrá reducir a 1,5% del PIB en el año 2024.

El panorama es claramente favorable para la emisión de deuda a tasas fijas y bajas. Pero eso se ajusta para cada país según el spread por riesgo soberano que exigen los mercados. A la fecha de dichas emisiones, el riesgo país de México era de 364 puntos básicos (p.b.), el de Chile 142 p.b., el de Panamá 157 p.b. y el de Paraguay 215 p.b. Estos niveles tan bajos se reflejan en el persistente exceso de demanda que se observan en las emisiones de los nuevos bonos y en las perspectivas favorables para nuevas emisiones en lo que resta del año.

Argentina, Ecuador y Venezuela, al margen

Un escenario en el que todavía no pueden aprovechar a pleno otros gobiernos cuyas administraciones no pueden acceder al mercado voluntario sin resolver problemas de financiamiento de corto plazo. En este grupo aparecen los de mayor spread por riesgo soberano de la región. A fin de la semana pasada, el riesgo país de Venezuela superaba los 24.000 puntos básicos, el de Argentina se ubicaba en 1.422 p.b. y el de Ecuador en 1.240 p.b.

Claramente, están excluidos del acceso a financiamiento voluntario a tasas comparables a las de los emisores exitosos que pagan menor sobretasa por riesgo soberano.

Probablemente sigan en dicha situación por al menos un año más hasta que no logren refinanciar los pesados vencimientos de largo plazo, y opten por abandonar políticas incoherentes con la sustentabilidad de sus cuentas fiscales.

Mientras esto no ocurra, y con acceso también limitado al financiamiento oficial y de organismos multilaterales, deberán financiar sus déficits fiscales con deuda interna y/o emisión de moneda. Algo que más allá de ciertos límites termina agravando más el problema, especialmente cuando la aceleración de la inflación, la volatilidad del tipo de cambio y/o los elevados niveles de las tasas de interés torna más incierto el futuro y aumenta las dudas sobre la capacidad y voluntad de pago de los gobiernos.

(*) Economista de la Universidad del Salvador (USAL)

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