Alemania cerró el 2023 con un sabor agridulce: aunque terminó el año con una recesión del 0,3 %, su PIB nominal de US$ 4,5 billones le permitió superar a Japón en el ranking de economías mundiales y colocarse en el tercer puesto.
Incluso, algunos analistas proyectan que, en 2024, el país germano podría terminar en recesión nuevamente. Sin embargo, pese a las dudas, hay una tendencia que no cambia: Berlín continúa incrementando sus vínculos económicos con China.
Desde hace años, el Gigante Asiático es el principal socio comercial de Alemania. Y ahora, según el Instituto de Economía Alemana (IW), la inversión directa alemana en China aumentó 4,3 % hasta un récord de US$ 12.700 millones el año pasado, creciendo también como porcentaje de la inversión total del país en el extranjero.
Sin embargo, la noticia no debe ser del todo alentadora para el gobierno de Olaf Scholz, que en 2023 presentó una estrategia para reducir su alta dependencia de Pekín.
Según el informe, las compañías alemanas han invertido en China tanto en los últimos tres años como en los seis años anteriores, aunque dichas inversiones en los últimos cuatro años se financiaron enteramente con ganancias reinvertidas y las empresas también retiraron capital.
Además, el informe también reveló que la proporción de empresas alemanas que abandonan el mercado chino o consideran hacerlo se ha más que duplicado, llegando hasta el 9 % en los últimos cuatro años.
La inversión en China como porcentaje de las inversiones totales de Alemania en el extranjero aumentó el año pasado al 10,3 %, el nivel más alto desde 2014.
