El Economista - 70 años
Versión digital

mar 23 Abr

BUE 21°C
Escenario

La crisis climática es la otra cara de la guerra en Ucrania

Además de la peor crisis de refugiados europea desde la Segunda Guerra Mundial, la guerra en Ucrania está empeorando la situación climática en el Viejo Continente

La crisis climática es la otra cara de la guerra en Ucrania
Damián Cichero 17 marzo de 2022

La guerra en Ucrania está generando una crisis migratoria sin precedentes en Europa, lo que ha provocado que más de 3 millones de personas hayan abandonado sus hogares. Sin embargo, aunque esta es una de las caras más oscuras de la guerra, hay otra de la que poco se está hablando: la contaminación del medio ambiente. 

En pleno conflicto, es muy difícil tener datos certeros al respecto. Una prueba de ello es que aún no está claro cuántas bajas tuvo cada ejército. Pero hay hechos que pueden observarse a simple vista.

Desde hace unos días, Rusia ha cambiado su estrategia y ha comenzado a bombardear Ucrania, por lo que causan enormes explosiones e incendios. Muchos de esos ataques estuvieron dirigidos a instalaciones militares y energéticas donde se almacenan elementos como municiones y combustibles. 

Con solo observar las imágenes, se pueden ver que los cielos de las principales ciudades ucranianas están cubiertos por humo con grandes cantidades de gases tóxicos. Además, las sucesivas explosiones también están impactando negativamente en los suelos y reservas de agua, ya que arrojan a los mismos diferentes materiales contaminantes, como metales pesados, hormigón, cables y tuberías

Otro de los problemas es que la contaminación atmosférica no se limitará únicamente a Ucrania. Por ejemplo, el humo provocado por los incendios que azotaron a Estados Unidos en 2021 llegó a regiones que estaban a más de 4.500 kilómetros del lugar de los hechos. 

Impacto indirecto

Más allá del daño al medio ambiente que ocasionará la guerra en sí, el conflicto también está generando otras prácticas que no son saludables para el planeta. 

En primer lugar, parece que, más allá de la gran campaña de concientización del año pasado, la lucha contra el cambio climático ha pasado a un segundo plano, pese a que la ONU ha advertido que el momento de actuar es ahora o nunca.

Además, teniendo en cuenta la importancia de Rusia en los rubros del petróleo y el gas, muchos países están incrementando sus esfuerzos para reducir su dependencia de esos suministros con una transición verde aún incompleta. 

Por eso, en EE.UU. los republicanos están presionando para revertir las políticas verdes del presidente Joe Biden e incrementar sus producciones. 

Además, según datos de Bloomberg, las centrales eléctricas europeas están quemando 51% más de carbón respecto al año anterior. Esta última tendencia podría incrementarse aún más si el presidente Vladimir Putin finalmente decide cerrar los grifos. 

El fantasma nuclear

Y, como si esto fuese poco, muchos temen que la guerra provoque un nuevo incidente nuclear en Ucrania como sucedió, en 1986, en Chernobyl

Ayer, el diplomático argentino Rafael Grossi, actual director general del Organismo Internacional de Energía Atómica, dijo que no cree probable “un ataque directo de Rusia a una central nuclear en Ucrania”, pero advirtió que la situación es “crítica” porque no puede descartarse un accidente atómico. 

“La posibilidad de un accidente nuclear en Ucrania podría darse por distintas razones y hubo en los últimos días algunos ejemplos que hicieron bastante concretas estas hipótesis”, agregó. 

Además, Grossi remarcó que “no son escenarios teóricos sino muy posibles; estamos en una situación sumamente grave, en la cual estamos viendo frente a nuestros ojos, uno tras otro, episodios que afectan la seguridad”.

Las buenas noticias

Más allá de la crítica situación, la guerra en Ucrania también podría impulsar buenas prácticas. 

La apuesta de los líderes europeos por reducir su dependencia de los suministros rusos está acelerando, a su vez, la transición hacia la energía limpia. Para lograrlo, la Unión Europea anunció planes para instalar turbinas eólicas, paneles solares y bombas de calor más rápido que nunca.  Pero no son cosas que se logran de un día para otro.

El objetivo es sustituir dos tercios de las importaciones de gas natural ruso para fines de este año e independizarse de sus combustibles fósiles antes de 2030. 

Además, los altos precios de los combustibles convencionales podrían incrementar el interés de las personas por los autos eléctricos, los cuales el año pasado alcanzaron niveles de ventas récords en el Viejo Continente. 

En esta nota

Seguí leyendo

Enterate primero

Economía + las noticias de Argentina y del mundo en tu correo

Indica tus temas de interés