China presentó datos económicos mixtos, con retrocesos en el empleo y el consumo privado y una suba del PIB superior a la esperada.
En el primer trimestre del año el PIB subió 4,8% anual mientras que en los últimos tres meses de 2021 la expansión fue del 4% y en términos intermensuales el incremento fue de 1,3%.
Los analistas privados, que desconfían de las cifras oficiales, pronosticaban un peor desempeño de la segunda economía del mundo teniendo en cuenta las restricciones a las que obligó el rebrote del Covid en algunas zonas del país y que afectó la producción en empresas como Tesla y Volkswagen.
En este contexto, los bancos de inversión y el FMI consideran poco probable que se cumpla con el objetivo del Gobierno de lograr este año un crecimiento de 5,5%.
La producción industrial se ralentizó y creció 5% en marzo con relación al mismo mes de 2021 en tanto que en el primer bimestre del año lo había hecho al 7,5%.
Por su parte, frente a marzo del año pasado, las ventas minoristas declinaron 3,5%. La inversión en activos fijos creció 9,3%, una desaceleración frente al 12,2% que se había registrado en los primeros dos meses del año.
La tasa de desempleo subió al 5,8%, superando el 5,5% de febrero y alcanzó el mayor nivel desde mayo de 2020.
La ventaja de China es que tiene una inflación baja y eso le permite poner en marcha medidas de estímulo económico para sostener el nivel de actividad.
Esa posibilidad compensa en parte las dificultades para el nivel de actividad que implica la política de tolerancia cero frente al Covid que llevó a aislar a grandes zonas del país lo que provoca el enojo de su habitantes.
