El PIB de China creció 4,9% en el tercer trimestre de este año con relación al mismo periodo de 2020, mientras que en el segundo cuarto la expansión había sido de 7,9%. La fuerte desaceleración se explica por problemas de abastecimiento con algunos insumos, restricciones energéticas y la menor asistencia financiera al sector de la construcción.
Frente al trimestre anterior, el crecimiento fue de sólo 0,2%. De todas maneras, los analistas estiman que este año el crecimiento del PIB será superior al 6% que fijó el Gobierno teniendo en cuenta que en el primer trimestre fue de casi 10%. Distintas proyecciones, incluidas las del FMI, lo ubican en torno al 8%.
A su vez, la producción industrial creció 3,1% en términos interanuales en septiembre mientras que en agosto lo había hecho al 5,3%. En cuanto a la inversión en activos fijos, la suba en los primeros nueve meses del año fue de 7,3% mostrando también una ralentización.
Entre los datos positivos conocidos hoy, están el de las ventas minoristas que crecieron 4,4% en septiembre en tanto que en agosto lo habían hecho al 2,5% y la tasa de desempleo urbano que bajó en la comparación intermensual de 5,1% a 4,9%.
Los datos de la economía china pueden tener un impacto negativo sobre la cotización de algunas materias primas, y junto con los temores a una mayor inflación a nivel global, afectarán a los mercados financieros con bajas en las acciones y subas en los rendimientos de los bonos.