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América Latina: un súper ciclo electoral y democracias en crisis

El politólogo y jurista Daniel Zovatto analizó los principales desafíos de la región en la materia

Hoy en día, el 80% de la población mundial vive en países parcialmente libres o no libres.
Hoy en día, el 80% de la población mundial vive en países parcialmente libres o no libres.
03 junio de 2022

Entre 2021 y 2024, se llevarán a cabo en América Latina un “súper ciclo electoral” en el que se destacan las elecciones presidenciales de Perú, Chile y Ecuador (2021), Colombia y Brasil (2022) y Argentina (2023).

Sin embargo, teniendo en cuenta las actuales crisis internacionales, generadas por la pandemia del coronavirus y la guerra en Ucrania, la mayoría no se está desarrollando con relativa normalidad y, muchas veces, los resultados están siendo más que sorpresivos.

Así, algunos candidatos, que en otras épocas hubiesen tenido muy pocas chances de triunfar, hoy se encuentran en el poder, como son los ejemplos de los izquierdistas Pedro Castillo y Gabriel Boric en Perú y Chile, respectivamente.

Intentando encontrar una respuesta a estas tendencias, el Consejo Argentino para las Relaciones Internacionales (CARI) organizó una sesión académica denominada “Democracia y elecciones en América Latina”, en la que El Economista estuvo presente. 

Durante el encuentro, el expositor Daniel Zovatto, Director Regional de IDEA Internacional para América Latina y el Caribe, explicó que “la democracia a nivel mundial está en retroceso. Estamos hablando de un retroceso significativo y de casi tres décadas. Llevamos 16 años seguidos de declive democrático”.

El año pasado, 60 países empeoraron sus indicadores democráticos respecto al año anterior, mientras que solo 25 los mejoraron. Así, hoy en día, el 80% de la población mundial vive en países parcialmente libres o no libres. 

“En las democracias consolidadas estamos viendo un retroceso, pero en muchos otros países estamos viendo un desánimo democrático. Es decir, la gente comienza a no sentirse identificada con la democracia porque se ha roto el sistema político y hay una crisis de representación muy grande”, agregó Zovatto. 

En este sentido, también remarcó que “estamos viendo un nuevo tipo de autoritarismo que no llega al poder a través de los tradicionales golpes de Estado, sino que llega por elecciones más o menos libres con más o menos nivel de integridad electoral”. 

  • Dicha tendencia es similar en la región y el 2021 fue el año con menor nivel de la calidad de la democracia desde 2006, según The Economist. Así, se registran seis años consecutivos de declive, siendo Uruguay uno de los pocos países en donde siempre hay democracia plena. 

Algunos de los datos a destacar son que Chile pasó de ser una democracia completa a una democracia imperfecta, mientras que México Ecuador y Paraguay pasaron de imperfectas a regímenes híbridos, lo que significa que han dejado de ser una democracia, pero no se han consolidado como un régimen autoritario pleno. 

“En términos de cultura política, bajó el nivel de apoyo a la democracia. En el año 1997 estaba alrededor del 65%, pero hoy es del 49%. Además, la indiferencia al tipo de régimen ha pasado del 16% al 27%”, advirtió Zovatto. 

Estas tendencias estarían directamente vinculadas con el gran nivel de descontento de la población con la política en general, que a su vez se relaciona con las constantes crisis económicas. 

  • Según Ipsos, en América Latina, el 78,5% de la gente piensa que los partidos políticos tradicionales no se preocupan por la gente como uno, mientras que el 77,5% considera que la economía está amañada en favor de los ricos y poderosos. En la Argentina, esos porcentajes son del 71% y el 68%, respectivamente. 

Por otra parte, Zovatto remarcó que “América Latina es una región que, desde el año 2014, con el fin del boom de los commodities, prácticamente dejó de crecer. Si se confirma la proyección de Cepal, para el 2023 vamos a tener una nueva década perdida”

Como es de esperar, todo esto golpea, principalmente, a los partidos políticos tradicionales y oficialismos a través del voto castigo: desde 2019 al 2022, en las 14 elecciones que hubo, excluyendo la de Nicaragua, en todas perdió el partido que estaba en el poder. 

  • “En el caso de Colombia, más allá de quién gane en la segunda vuelta, se observa un claro voto castigo contra Iván Duque, ya que, gane Hernández o Petro, el presidente sale muy golpeado y se cierra un ciclo de 20 años de lo que han sido los gobiernos de Alvaro Uribe”, agregó Zovatto. 

“Además, también se observa un uso creciente del balotaje, porque está costando ganar en primera vuelta, y se registra un nivel brutal de fragmentación que provoca que el presidente electo, por lo general, no tenga mayoría en el congreso, generando una gobernabilidad muy compleja”, sentenció el expositor. 

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