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Todos se quieren refugiar, pero nadie sabe bien adónde

Entre el ataque ruso, la alta inflación mundial, la amenaza de la Fed y el apuro por acordar con el FMI, los inversores están en un momento muy complicado

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Luis Varela 27 febrero de 2022

No hace falta recordar demasiado todo lo que sucedió la semana pasada. Sólo por citar tres eventos distintivos debemos resaltar que el lunes fue feriado en Wall Street (por el día de los presidentes), luego entre martes y miércoles vino el ataque de Rusia a Ucrania y el viernes, en un evento sólo importante para la situación interna, el presidente Alberto Fernández y su ministro de Economía, Martín Guzmán volvieron a incumplir: no enviaron al Congreso el proyecto inicialado con el FMI. 

La gran cuestión de todos estos eventos es que provocaron una volatilidad tremenda, con instantes en los que hubo derrumbes de hasta el 60% en algunos precios, luego recuperaciones muy fuertes, con operadores, analistas, inversores especializados y por supuesto ahorristas preguntándose a cada minuto qué va a pasar, quién gana con todo este desastre, qué pasos hay que dar para estar más seguro y que los ahorros no desaparezcan.

La movida fue ciertamente frenética, con caídas el miércoles y sobre todo el jueves, y luego una notable recuperación el viernes, pero con un cúmulo de decisiones internacionales que se tomaron en el fin de semana, que prometen para hoy un mercado para alquilar balcones. Sin ir más lejos, solo por citar un botón de la muestra, puede recordarse que la Bolsa de Moscú fue una verdadera montaña rusa, ya que primero se derrumbó 53%, después recuperó 46%, y quedó en el balance semanal 27% abajo.

El resto de las bolsas mundiales finalizaron con un balance semanal diferente. ¿Insólitamente? Wall Street terminó con un Dow Jones Industrial casi sin cambios pero con el tecnológico Nasdaq con una suba del 1,1%, mientras que las bolsas de México y San Pablo finalizaron con mejoras del 0,5% y 0,2% respectivamente, como si hubiera sido una semana tranquila. Y el resto de las bolsas mundiales finalizaron con bajas del 1 al 3%, sin dudas heridas por toda la situación.

Dentro de toda la foto bursátil general, la Bolsa de Buenos Aires finalizó sumergida en zona de debilidad. El índice Merval, tanto en pesos como en dólares, perdió 1,6%, pero con selectividad infinita, tanto que en lo que va de febrero, en situaciones que están muy atadas a lo que se acuerde (o no) con el FMI, hay casos extremos en los que por ejemplo Autopista del Sol sube 49% y Celulosa gana 41%, mientras que en el mismo mes de febrero papeles como Ferrum caen 20% y Loma Negra se achica 11%.

Putin cambió todo

Por el inesperado ataque de Putin a Ucrania todo el mundo está minuto a minuto enfocado en el tema ruso, pero hay que tener mucha atención, porque esta debilidad que tuvieron las bolsas mundiales y esta quietud del Dow en medio de la invasión a Kiev se está dando en pleno desinfle de burbuja en la bolsa de Nueva York. 

Desde que la Fed inició el tapering, es decir desde que fue achicando la compra de bonos en Wall Street proveyéndolo de estímulo con lluvia de dólares, los índices neoyorquinos hicieron techo. Sus índices principales hicieron techo en diciembre y desde ahí hasta ahora cayeron 15%. Y al cierre del viernes, el S&P cotizó igual que en julio pasado, mientras que el Dow y el Nasdaq volvieron a los niveles que tuvieron en abril del año pasado.

O sea, tras subir una barbaridad durante todo lo que se suponía era el final de la pandemia, empezaron los desarmes, las rotaciones, las ventas en lo que estaba en el cielo, con compras de lo que había quedado en el infierno, con muchísimos inversores menos profesionales buscando refugio, donde fuera: la cuestión era no salir muy herido de un gran momento de desarme de una burbuja claramente exuberante y especulativa.

Y, encima con lo de Ucrania, uno de los lugares elegidos durante la semana pasada fueron los bonos cortos de la Fed, con subas en los papeles que vencen pronto, sin tanta compra en los títulos de más largo plazo. Por esa razón, las tasas largas a vencimiento de EE.UU. se aplanaron: subió al 1,87% anual en los papeles a 5 años, terminó a 1,97% a 10 años y a 2,28% a 30 años. O sea ahora hay menos distancia entre lo que paga un bono de más corto plazo respecto de lo que promete pagar uno que terminará en tres décadas.

Ese aplanamiento en la parte corta de la curva de rendimientos ocurrió porque inversores de todo el mundo eligieron como refugio colocaciones en bonos en dólares cortos, huyendo sobre todo de monedas europeas, que con Rusia tronando, nadie sabe hasta dónde llegarán las cosas. 

De ese modo, en toda la semana el dólar subió 1,3% contra la libra, tuvo un alza del 0,5% contra el euro, el real y el yen, y aumentó 0,4% incluso contra el franco suizo. El yuan, mientras tanto, sigue muy estable contra el dólar, casi en una convertibilidad mínimamente descendente en la zona de 6,32 yuanes por dólar,

El mercado cambiario local

¿Qué pasó en el mercado cambiario argentino? Ocurrió todo lo contrario. Pendiente de dos situaciones contundentes (la más grande el acuerdo con el FMI y otra menor pero significativa el vencimiento del pago de bienes personales), los tipos de cambio oficiales subieron 0,4% en la semana, con un crawling peg que sigue siendo usado como ancla ya que viaja muy por debajo de la inflación. Pero el dólar blue, que es el usado por los ahorristas menores, se mantuvo sin cambios clavado en $211, pero con los dólares financieros (MEP, CCL y Senebi) bajando entre 2 y 3%, tanto que el viernes terminaron entre $195 y $200. 

Por lo que la brecha cambiaria bajó del 100% al 87%, un poco por baja del techo de los dólares libres y otro poco por suba del piso de los dólares oficiales.

En el pos cierre del viernes los clientes de los operadores llamaron en pleno a sus asesores con una pregunta predominante: ¿Va a seguir bajando el dólar? Y la respuesta contundente fue "no, ya está en zona de piso, el pago de Bienes Personales terminó, eso obligó a muchas empresas e inversores a vender dólares para conseguir pesos y pagarle a la AFIP”, pero en un movimiento con un dato adicional, el Gobierno hizo un gran esfuerzo durante toda la semana, vendiendo reservas y bonos, para que se viva un ambiente tranquilo lo más tranquilo posible, que favorezca condiciones para aprobar el acuerdo con el FMI.

La estrategia del Gobierno

Lo que los inversores deben entender es que para mantener este relato de calma, qué ocurrió durante la semana pasada, hubo una gran venta de bonos: los títulos públicos argentinos bajaron otro 2%. Tanto que en apenas cinco días de la semana pasada el riesgo país saltó otra vez 68 puntos, de 1.709 a 1.777 puntos básicos.

Y eso llega con un dato notable: los precios contado de los bonos argentinos bajaron tanto que por su valor actual tienen en su hipotética tasa a vencimiento un rendimiento del 29% anual en dólares mientras que los bonos de Ucrania también bajaron pero su TIR del cierre del viernes fue del 19%, con los del Rusia en 16%, Brasil 12% y México 8%.

¿Por qué el valor contado de Ucrania, un país en guerra que está recibiendo misiles en edificios de civiles, es más alto que valor contado de los bonos argentinos? Simple: por ahora el mercado cree que lo de Ucrania puede ser coyuntural, que se puede terminar haciendo algún acuerdo tras el apriete asesino y desesperado de Putin. Pero para el caso argentino el 100% de los inversores está convencido de que Argentina no podrá pagar y que se verá obligada a reestructurar la deuda nuevamente.

Durante el jueves y el viernes se produjo la mejor licitación de la era Guzmán con una colocación de deuda en pesos gigante. Entre ambos días el Tesoro consiguió $375.121 millones  el jueves y $38.517 millones el viernes, por lo que colocó papeles por $ 413.638 millones que lograron pagar a renovar todos los vencimientos de febrero.

¿Está arreglado el problema? Es ciertamente complejo. En los próximos noventa días hay vencimientos de bonos emitidos por la dupla Alberto/Guzmán por $2,3 billones. Durante el jueves y el viernes consiguió un paquete de pesos equivalente al 18% de lo que tiene que enfrentar. Veremos qué respuesta dan los inversores en las próximas ruedas, en tres semanas vence en Día D con el FMI. 

En marzo hay vencimientos de bonos en pesos por $ 868.000 millones  (más de la mitad en bonos CER, que ruedan al 50%, y otro gran tramo en Lecer, que viajan al mismo ritmo). Y después en abril hay vencimientos por $ 641.000 millones y en mayo por $792.000 millones. Este martes, además hay una operación con las nuevas Lelites, que seguirá cambiando de posición contable una montaña de pesos incalculable, en este caso involucrando a los pesitos que confiaron los ahorristas a los Fondos Comunes de Inversión.

Todo esto llega con agregado peligrosísimo. En 2019, el 60% del dinero bancario estaba colocado en papeles del Estado, mientras que en este momento esa proporción subió al 70%. O sea, dicho en esperanto, la mayoría de los depósitos que la gente tiene en plazos fijos y otras posiciones está prestada al Estado. 

La fuga de capitales continúa sin cesar. En un mes en el que se liquidó la cosecha de trigo, que supuestamente iba a dejar US$ 2.500 millones en las arcas del Banco Central, en las últimas cinco ruedas la autoridad monetaria perdió US$ 332 millones y en todo febrero se esfumaron US$ 602 millones, tanto que la Argentina tiene hoy la peor relación reservas/PIB de la región.

O sea, los dólares financieros bajaron la semana pasada para cumplir con el Fisco, pero la fuga continúa, ahora con más inseguridad, ya que nadie sabe qué va a pasar en los próximos cinco minutos. 

El contexto global cambió

Y eso que en los últimos días se empezó a ver que el Covid ya no está haciendo tanto daño: bajaron los climas extremos (cesó el frio intenso en el Hemisferio Norte y bajó el calor rabioso en el Hemisferio Sur). Pero apareció una gran inquietud: la invasión rusa.

Este fin de semana se tomaron varias medidas adicionales que tendrán su impacto en las próximas aperturas de los mercados, como sanciones a Rusia y quita del sistema de transferencias (Swift) a los bancos rusos, con infinidad de comunidades reclamando que Putin cese su ataque, con países enviando armas y con Suecia contestando ante una seria amenaza de Putin, "somos independientes, elegimos nosotros lo que hacemos", dijo su primera ministra. Kiev, mientras tanto, resiste.

No hay manera de pronosticar qué puede ocurrir. Frente a esto, la elección de los inversores es buscar refugio, pero nadie sabe con certeza dónde hay que ir. A nivel local, la respuesta contundente es: “Argentina no es una opción. Si se acuerda con el FMI puede haber un rebote colibrí, con un vuelo corto, pero nada del acuerdo con el organismo hace un cambio estructural, siguen sin ponerle un límite al empleo público, mantienen leyes laborales que imposibilitan tomar personal nuevo, sigue la presión impositiva sin fin. Y eso determina que no habrá inversión, ni empleo nuevo”.

Y lo más absurdo de este vaciamiento es que se da con el precio de los granos en niveles récord: en febrero hubo subas del 13% al 30% en los granos de Rosario y ni con esa situación el BCRA logra juntar ni un solo dólar para las reservas. Además, nadie sabe si los precios se van a mantener en estos niveles. Las incógnitas son innumerables.

Ahora que Putin invadió Ucrania, la inflación mundial se inflama y no se sabe qué hará la Fed con su plan. Por ahora, según dice, seguirá con la aspiradora. Dejará de repartir dólares hoy mismo. Y empezará a vender bonos desde mañana, supuestamente iniciando una escalera de suba de tasas que sería de 0,25 puntos cada vez (aunque algunos especialistas dicen que habrá cinco subas, otros ocho, nadie sabe, dependerá de lo que la inflación marque en EE.UU.).

Con todo ese tembladeral, Argentina, está en vilo por lo que suceda con el FMI. Estamos a tres semanas del Día-D con el FMI por un pago grande con dólares que no están. Ese día quizás se pueda postergar, pero igual hay mucha resistencia en el Congreso. Hay chances de que de una vez por todas Alberto sea el que tenga que decidir, solo. 

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