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Para recuperar el empleo, además de vacunas, hay que recuperar las empresas destruidas

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Jorge Colina 30 junio de 2021

Por Jorge Colina (*)

Los últimos datos del mercado laboral correspondientes al 1° trimestre del 2021 dan cuenta de que el deterioro laboral producido por la pandemia persiste. En el empleo privado asalariado formal, la caída en la cantidad de trabajadores por la pandemia fue de unos 300.000 que todavía no se recuperaron. Esta caída no fue muy grande. Representa apenas 5% del total del empleo privado asalariado formal que son aproximadamente 6 millones.

En donde la caída del empleo fue fuerte es en los empleos asalariados no registrados (“en negro”) que en el momento más estricto de la pandemia cayeron en más de un millón y en el 1° trimestre del 2021 todavía están medio millón abajo. El empleo que cayó fuerte con la pandemia, se recuperó y creció por encima del nivel prepandemia es el cuentapropismo, donde se estima que hay unos 300.000 cuentapropistas más que en el 1° trimestre del año pasado.

A grandes rasgos este panorama señala que el mercado laboral formal no perdió mucho en la pandemia pero está congelado. El mercado laboral informal perdió mucho en la pandemia y lo que se recuperó y creció fue sólo el cuentapropismo.

¿Cuándo viene la recuperación del mercado laboral?

La respuesta convencional es cuando se recupere la actividad económica. Estas son las visiones que ponen el optimismo en la vacunación. Cuando gran parte de la población esté vacunada, el riesgo de contagio se disipará y el retorno a la normalidad será viable, más allá de las amenazas de nuevas cepas.

La idea sería un futuro no muy lejano a la situación en la que están Europa y Estados Unidos, que se ejemplifica con el hecho de que los partidos de la Eurocopa y de la NBA ya se juegan con niveles de públicos muy cercanos a la capacidad máxima, en contraposición con los vacios estadios de la Copa América.

Una respuesta complementaria es que también hay que revisar algunos aspectos centrales de la legislación laboral (básicamente cuestiones como la prohibición y los altos costos del despido) y las cargas sociales. Es decir, con el crecimiento sólo no alcanza. Hay que acompañarlos con mejores reglas de juego que incentiven a los empleadores a demandar más trabajadores.

Ahora, la crisis que está atravesando Argentina trasciende la pandemia. El país dejó de crecer en el 2012, o sea hace ya casi una década. Esto coincidió con el fin de la bonanza del 2004?2012 pero además también con el hecho de que en este mismo período la presión impositiva pasó de 24% a 30% del PIB y se mantuvo en ese alto nivel hasta la actualidad. Esta es una presión de impuestos muy alta para una economía estancada. Además es irracional su gestión. Las empresas productivas son agredidas intensamente por el Estado Nacional, provincial y municipal con retenciones, percepciones y sobretasas arbitrarias que destrozan la competitividad.

Como agravante, el gasto público creció muy por encima de la presión tributaria (está en el orden del 37% del PIB) lo que trajo la alta inflación y, con ello, la desaparición del crédito a la producción. Sobre esta realidad cayó la crisis cambiaria del 2018 y sobre los restos de esta crisis, la pandemia.

Así es como el mercado laboral hoy está en un problema mayúsculo. Porque no es que faltan empleos porque los empleadores no quieren dar empleo. Ahora faltan empleadores también. Hasta la crisis cambiaria, la cantidad de empleadores privados que dan empleo asalariado formal eran aproximadamente 600.000. Cayeron en casi 30.000 empleadores netos entre 2018?2019 y, por la tasa de destrucción que se traía y la enorme caída del PIB por la pandemia, en la actualidad se estima que deben ser 500.000. Es muy sugerente que el único tipo de empleo que se expande es el cuentapropismo, o sea, el empleo sin empleador.

Así, el desafío está multiplicado. Porque para recuperar el empleo se decía que hacían falta vacunas y mejorar las regulaciones laborales. Pero ahora se encuentra que también hay que recuperar las empresas perdidas que daban empleo.

Cuando se observa que se quiere prohibir el uso de la figura legal de las Sociedades por Acciones Simplificadas (SAS), que es la forma más rápida y fácil de constituir una empresa, cuando se escucha a los funcionarios decir que la presión impositiva no es alta, o que bajar impuestos no aumenta la inversión, lo único que queda por pensar es que la llegada masiva de las vacunas recuperará el empleo. Pero el cuentapropista. Va ser muy difícil que se recupere el empleo privado asalariado registrado.

(*) Idesa

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