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La manía argentina de generar un problema para cada solución
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La manía argentina de generar un problema para cada solución

Para cada buena noticia que recibimos, generamos el respectivo problema que la neutraliza

Gustavo Reija 08 marzo de 2022

En Argentina hemos desarrollado la habilidad de crear un problema para cada solución. Al revés de lo que la lógica elemental indicaría, buscar solución cuando surge un problema, hemos perfeccionado nuestra estructura socioeconómica para invertir esta regla. 

Entonces, para cada buena noticia que recibimos, generamos el respectivo problema que la neutraliza. Así, el sistema continúa funcionando como una fábrica de pobres y excluidos. 

En cualquier  economía del mundo, un incremento sustancial del precio de un bien exportable representa una buena noticia. Significa desde el punto de vista macro más ingresos y fortalecimiento de la posición de reservas y, desde el punto de vista micro, mayor ingreso para productores locales que puede ser volcado en el mercado interno, incrementando la demanda y poniendo en marcha el proceso de acumulación de capital e inversión, verdaderos motores del crecimiento sustentable. 

En Argentina necesitamos imperiosamente el ingreso de dólares. El propio ministro de Economía, Martín Guzmán, sostiene que la restricción externa es uno de los limitantes más serios para nuestro crecimiento. Ningún economista pondría esto en duda. 

A las necesidades de superar esta restricción que ya teníamos se suma ahora la meta de acumulación de reservas externas que deberemos cumplir (aproximadamente US$ 5.200 millones anuales),  establecida como meta en el acuerdo con el Fondo Monetario Internacional (FMI) que ahora debe ser aprobado en el Congreso.

La trágica invasión de Rusia a Ucrania ha disparado los precios de las materias primas a niveles récord. Dentro de ese combo encontramos bienes que exportamos (trigo y soja) hasta otros que importamos, básicamente energía. 

Dada nuestra deficiente matriz energética es indudable que el incremento en los valores del petróleo y gas perjudican nuestra balanza comercial y representan un problema para el que debemos encontrar soluciones, algunas lamentablemente sólo viables en el mediano y largo plazo. 

Sin embargo, el incremento en las materias primas que exportamos a precios récord debiera ser una noticia positiva, pero en nuestro mundo también representa un problema. 

A la primera ola de incremento del precio del trigo, el Gobierno armó un fideicomiso a fin de regular el precio al que se comercializa este insumo en el mercado interno. Ahora, se anuncia que tal vez deba ser reforzado este instrumento o pensar en otras alternativas. 

Dentro de “otras alternativas” seguramente figure la posibilidad de un incremento en el porcentaje de retenciones. Quizás sea la alternativa más probable. ¿Ser la más probable es equivalente a decir que “es la mejor opción”? Sabemos que ese instrumento, salvo por su resultado reacudatorio, no parece el mejor sistema para fomentar el incremento de la producción, única manera en la que podríamos incrementar la oferta en el mercado interno y aumentar los saldos exportables al mismo tiempo. 

Es indispensable que el acuerdo con el FMI sea aprobado. Resulta necesario pero no suficiente. Más allá de lo que fije como metas y objetivos hay cuestiones que debemos encarar como sociedad, lo pida Washington o no, para poder imaginar un escenario de desarrollo inclusivo sostenible. Y en esto no podemos confundirnos. El Presidente lo ha dicho en un discurso reciente, no es lo mismo crecimiento que desarrollo.

¿Seremos capaces como sociedad de capitalizar este escenario de restricción en el que estamos hace décadas y, finalmente, dejar de generar un problema para cada solución? 

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