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Grietas

Si la fraternidad declina y torna en enfrentamiento, es imposible avanzar en consensos que son los que hacen posible avanzar en igualdad sin perder la libertad.

Grietas
Carlos Leyba 31 marzo de 2023

Grieta es separación de materiales. Como producto de la sequía, en CABA, "aparecieron grietas en paredes, suelos y puertas trabadas" (Clarín). La sequía deshidrata a la arcilla expansiva y el contrapiso se hunde. 

La misma sequía en el "sector externo" contrajo las exportaciones y amenaza hundir los objetivos de Sergio Massa

Recurrente el tema de la grieta. ¿Democracia con grietas? 

La democracia exige tres objetivos que a la vez son instrumentos, libertad, igualdad y fraternidad. 

Cuando la libertad se pierde no estamos en democracia. Cuando la desigualdad crece estamos en riesgo de perderla. Si la fraternidad declina y torna en enfrentamiento, es imposible avanzar en consensos que son los que hacen posible avanzar en igualdad sin perder la libertad. 

En nuestra democracia hay grietas. La "grieta" de la libertad se asoma en el cuestionamiento de la marcha regular de las instituciones. 

La descomunal desigualdad cuyo extremo es la pobreza de 40%, la concentración del ingreso y el no acceso a bienes fundamentales para el desarrollo de la persona: niños pobres (60%) son la desigualdad del futuro

Grietas en la libertad y en la igualdad y en la fraternidad. "La Nación es un proyecto sugestivo de vida en común" (J.Ortega y Gasset). 

La "vida en común" es a lo que estamos condenados, y sin "un proyecto sugestivo" es intransitable. El "proyecto sugestivo" construye fraternidad. Sin ese proyecto, la igualdad y la libertad, se desmoronan. 

La grieta de fraternidad acusa la de proyecto. Ausencia de proyectos y de reflexión y de profundidad, acerca de las causas de los males a remover. 

Es imposible que avance un carro por bien armado que sea, si quienes tiran de él o lo empujan, hacen fuerza en direcciones contrarias. Fracaso. 

El disenso alimentado, nuevas grietas y grietas que nos anteceden, alientan el descuartizamiento de las oportunidades que nos brinda la realidad. Las que hemos recibido del pasado, de nuestros mayores, o las de la naturaleza o la del mundo que nos rodea. De ahí vienen hoy las "oportunidades" que inventaríamos. Ninguna de nuestra voluntad, capacidad o empeño. Por eso la procastinacion del caño o la demora del litio o haga la lista de "oportunidades" vanas.

Sin voluntad, capacidad y empeño, las oportunidades se desvanecen. Tienen fecha de vencimiento: entre otras los hidrocarburos o el litio que ocupan los titulares de los diarios. 

Necesitamos imperiosamente reflexionar, en conjunto, sobre los objetivos e instrumentos de un consenso de largo plazo que trace puentes para conectar las grietas, o que selle esa aberturas destructivas. 

Necesitamos un primer acuerdo sobre la reconstrucción de un organismo público multidimensional para pensar el futuro, como lo fue el Conade, integrado por profesionales seleccionados por concurso e independientemente de las afinidades ideólogicas y que explore el modo de aprovechar las oportunidades fortaleciendo el trípode de la democracia: de eso se trata. No acortar la libertad, no acentuar la desigualdad, no fomentar el encono. Y fortalecer el trípode: esas son la restricción y el propósito del proyecto. 

Necesitamos -en el punto de partida- reconstruir un Estado -a todos los niveles- para que sea administrado por una burocracia profesional concursada al mas alto nivel posible, de modo que la inamovilidad de esos cargos sea el tributo a la excelencia del funcionario que sí será conducido por la dirección política, pero que velará por la custodia de las consecuencias de las normas dictadas. 

Hace 48 años que no tenemos nada en el Estado cumpliendo las funciones del Conade, que sería el productor del "primer bien público" y hemos desbarrancado en materia de capacidad y eficiencia del Estado a todos los niveles.

Sin tener consenso sobre la institucionalidad de "pensar el proyecto" y "administrar el Estado", ningun otro consenso será posible. 

Porque el Estado que proyecta "y sugiere" y administra de manera eficiente "la vida en común", es condición necesaria para superar las grietas que son muchas. 

Ejemplos. Sufrimos una "grieta geográfica" que divide la Patria. Regiones de enorme potencial y un PIB por habitante (ph) que se distribuye de manera abismal. Unas regiones con un PIB ph casi de país desarrollado y otras que condenan a sus hijos al sub desarrollo o la emigración. No hay federalismo posible con distancias escandalosas en las condiciones de vida en una región y en otra.

En los últimos años hemos consolidado otras dos grietas. La primera es la que divide la vocación de ser un país de productores, de lo que es la pasividad de ser un país de consumidores. 

Los productores generan excedente, los consumidores déficit. Es una grieta de concepto. Fuerzas divergentes que están presentes a la hora de las decisiones.

Una nueva segunda grieta es la que discurre entre la idea de promover el derecho a trabajar con la dignidad del salario y la que procura que la necesidad se satisfaga por la voluntad del gerente social que permite sobrevivir para que no gobierne la desesperación. 

En la base de estas grietas conceptuales está aceptar o negar que todos los derechos están asociados a acumulación. La negación implica que la necesidad requiere sólo de solidaridad social. 

Hoy 60% de nuestros niños exigen solidaridad. Pero ese fallo abismal es la consecuencia de políticas que olvidaron que sin acumulación no hay manera de sostener derechos. 

Hubo tiempos en que grandes avances nacionales fueron, primero decisión, iniciativa, empeño a la búsqueda de la oportunidad. La idea de desarrollar nuestro potencial. 

Muchas ideas disparadoras crearon oportunidades: por ejemplo en los 60 la industria automotriz, un impulso y una deriva inimaginable que transformó la realidad. Esa oportunidad se construyó deliberadamente y alumbró un largo período. Una industria de industrias, una trama de pymes que se articulaban en las términales. En los '70 cuando se construyó el Plan Soja sobre el que se disparó luego el desarrollo tecnológico que nos brindó rendimientos extraordinarios y nos preparó para el viento de cola que se escurrió, justamente, por ausencia de programa. 

Aquellas construcciones y muchas más, fueron oportunidades construidas que generaron "consensos" sociales, empresarios, productores, trabajadores, y también acuerdos políticos. Seguramente las podría haber en estos días y es razonable esperar, derivada de los proyectos, la generación de consenso. 

Pero si existe ese potencial transformador, lo que no está disponible es la fuerza y capacidad del Estado. Por eso es sobre el "estado del Estado" el primer acuerdo indispensable, el Estado que piensa y propone y el que administra. 

Hoy, las fuerzas aplicadas en direcciones antagónicas nos condenan a hundirnos, es decir, a seguir peor que es lo que nos pasa desde hace 48 años. Estadísticas. Crecimiento continuo del número de personas que no logran vivir de acuerdo al mínimo de condiciones dignas que nuestra sociedad ha determinado en base a estudios y estadísticas oficiales. Grietas que en lugar de reducirse se agrandan. 

Es que una economía y una sociedad sin plan, no "pensadas", no construyen oportunidades. Y las oportunidades que las circunstancias les brindan las pierden o las postergan. 

El discurso actual hace habitualmente inventario de oportunidades. Pero no dispone de los "planes" imprescindibles para aprovecharlas. 

"Sin planes", por ejemplo, hemos sido capaces de terminar con un sistema ferroviario o liquidar 10 millones de cabezas de ganado vacuno o cerrar miles de industrias tan sólidas que prosperaron en un país vecino o degradar un sistema de enseñanza primaria y secundaria que fue de punta o desguarnecer la defensa nacional o habilitar por 50 años el uso y dominio de un espacio nacional en manos de las fuerzas armadas de otro país, mientras que las nuestras se descomponen sin rumbo y sin medios, etc. "Mala praxis". 

Son 48 años de decadencia. Pero es imprescindible señalar que primero fue moral, con la consagración de la violación del "no matarás". De ahí venimos. 

Esta es la primera grieta, la de las responsabilidades no salvadas de los años 60/70, de las muchas que destruyen vínculos. 

Es habitual escuchar palabras de libertad, respeto, derechos humanos, democracia, etc., salidas de la pluma o de la boca, de quienes de una u otra manera contribuyeron a esa hecatombe de sangre. No son pocos ni de escaso peso. No. 

No es que no hubiera habido antes entre nosotros nada que nos divida, separe, agriete. No. Si que hubo. 

Pero estas violencias sí que son próximas porque muchos de los testigos y protagonistas aún viven y han llenado la memoria de estos años. Por eso estas memorias están en el ADN del presente.

La guerrilla, sus actores y sus intelectuales, la Dictadura Genocida, sus actores y sus intelectuales, siguieron y siguen, actuando en esta etapa democrática sin hacerse cargo de haber sido responsables o cómplices del estropicio, primero de la violación del "no matarás" y después -y se niegan a asumirlo- de la debacle del estancamiento de largo plazo y pobreza estructural que nos asfixia. 

El modelo de la industria fundamento del Estado de Bienestar fue cortado al medio con el asesinato de José I. Rucci en nombre del socialismo nacional, aduciendo que el Estado de Bienestar era poco y, peor, burgues y perverso. 

Ese asesinato preparó el camino para la ejecución, en el paredón de la historia, del progreso colectivo que, aún hoy, sigue siendo -en la mayor parte del planeta- el desarrollo productivo y social que la industria teje. 

El asesinato de Rucci fue el prólogo del industricidio. La historia también es una línea del tiempo y las cosas suceden y se suceden. 

Por eso también hay esperanza. Como dice M. Cuervo, estamos ante un nuevo paradigma económico: el retorno de la política industrial como eje de una nueva globalización. 

Hay un nuevo tren y el mismo objetivo. Necesitamos un plan y un Estado consensuados para construir puentes y sellar grietas. Todas, también las que desencadenaron la decadencia, porque "lo nuevo es lo que se ha olvidado" (F. Bacon).

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