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A la espera de un nuevo acuerdo

FMI: internas en el FdT, la posición de JxC y el rol de EE.UU., 3 posibles obstáculos

El mercado y el Gobierno (una parte, cuanto menos) descuentan que habrá un arreglo con el FMI antes de marzo de 2022

Guzmán estimo que habrá un acuerdo antes de marzo de 2022.
Guzmán estimo que habrá un acuerdo antes de marzo de 2022. Archivo.
09 noviembre de 2021

La economía finalizará el 2021 con una recuperación muy superior a la que se esperaba a principios del año. Pero las dudas que hay para 2022, enmarcadas en la fragilidad externa y la necesidad de un acuerdo positivo con el Fondo Monetario Internacional (FMI), son un riesgo grande para la continuidad del crecimiento. 

El mercado y el Gobierno descuentan que antes de marzo de 2022 habrá un acuerdo con el organismo internacional de crédito para refinanciar los US$ 45.000 millones desembolsados durante 2018 y 2019. "Queremos lograr un acuerdo con el FMI antes de marzo", dijo el domingo el ministro de Economía, Martín Guzmán, en una entrevista para Perfil.  

Ayer, Sergio Chodos, director por el Cono Sur ante el FMI y hombre muy cercano a Guzmán, dio algunas precisiones más. “Con el FMI se está discutiendo el esqueleto de los programas que vamos a tener que tener”, dijo en El Destape. 

“Se está discutiendo el formato de programa que tiene que haber para que los fondos del nuevo programa vayan a financiar los vencimientos del programa anterior. El FMI, técnicamente, no tiene las lógicas modernas. Entonces no hay refinanciación y tampoco técnicamente hay default. Vos tenés un nuevo financiamiento para pagar los vencimientos existentes. En el nuevo financiamiento tenés que tener un cronograma y un programa atrás que lo sustente”, dijo Chodos. 

“Argentina tiene que defender a Argentina y al futuro de los argentinos. Lo importante es tener un programa en el que uno tenga la certeza que no va a generar una nueva recesión y no va a eliminar este crecimiento. Lo importante es focalizar sobre qué sendero es consistente con una recuperación consistente que permita salir creciendo de este problema”, agregó 

Según se desprende del proyecto de Presupuesto 2022 que envió al Congreso el Palacio de Hacienda, el Gobierno todavía le faltan enfrentar pagos con el FMI por US$ 1.900 millones más en diciembre. 

La incertidumbre está planteada para 2022, cuando vencen en total aproximadamente US$ 19.100 millones. El plazo que planteó Guzmán, marzo próximo, es la fecha en la que el BCRA se quedaría sin fondos para poder honrar sus compromisos. Los cronogramas se completarán, en el acuerdo vigente, con US$ 19.300 millones en 2023 y US$ 4.900 millones en 2024. 

Un escenario casi imposible. La duda no es si se paga o no. Eso está descartado. La pregunta es si se reperfilará con acuerdo o sin.  

Un trabajo de la consultora Eco Go explicó que cuando un país no cumple con una obligación con el FMI, no entra en default sino en atrasos y eso ocurre inmediatamente después del no pago.  

“No hay período de gracia como ocurrió con el incumplimiento al Club de París o al Mercado”, señalaron. Para salir de “los atrasos” (o arrears, en la jerga) la obligación no pagada debe ser cancelada previamente a un nuevo programa, ya sea con recursos propios o mediante un crédito puente de otro soberano, tal como dijo la consultora. 

El director de Eco Go, Sebastián Menescaldi, comentó ante El Economista que una situación semejante conllevaría efectos muy negativos en el corto plazo sobre expectativas de devaluación, precio de los activos, brecha cambiaria e inflación. En definitiva, el peor escenario. 

Por su parte, el director de Analytica, Claudio Caprarulo, subrayó ante El Economista que “el riesgo es siempre el mismo: la falta de dólares para financiar el crecimiento y generar condiciones de repago para la deuda”.  

“La reactivación genera una mayor demanda de divisas, lo vimos estas semanas con las quejas de la industria sobre las restricciones para importar”, mencionó el economista. 

Las consultoras vienen mejorando sus proyecciones de crecimiento para 2021, que posiblemente quede por encima del 9%. Ese guarismo significaría recuperar casi todo lo perdido durante la pandemia, algo que no todos los países pudieron lograr. No obstante, para 2022 las previsiones se alejan del 4% que propuso el Gobierno y está más cerca de un mediocre 2%. 

Se espera que el acuerdo con el organismo internacional de crédito sea un programa de facilidades extendidas a 10 años. Allí se encontrarán pedidos de prudencia fiscal, ajuste del tipo de cambio y descongelamiento tarifario, entre otros puntos.  

Es muy probable que ese acuerdo genere una corrección en la economía que genere un tipo de cambio más alto que acelere la inflación y derive en una recesión”, aseguró Menescaldi. “Con ese escenario la economía tendría un crecimiento del 0,6% y sería un freno para la recuperación”, añadió el economista. El FMI sabe (o debería saber) que el dólar no es un precio más en Argentina y que el pass-through (la aceleración de la inflación adicional) es muy elevado, así como la inflación per se. Pero tampoco suena plausible que el organismo convalide que la economía siga operando con brecha de tres dígitos que compliquen el repago de la deuda reperfilada. 

Para Caprarulo, más allá de los pormenores de la negociación con el FMI, se necesita un acuerdo que sea sustentable. “Después están las cuestiones políticas, lo cierto es que poner parches todo el tiempo a la economía generan desequilibrios futuros”, apuntó. 

La política: internas, JxC y EE.UU. 

Un potencial obstáculo para el nuevo programa es el Congreso. El acuerdo deberá pasar por allí y, como será después del 10 de diciembre, el Frente de Todos tendrá menos escaños que ahora. Deberá negociar, centralmente, con Juntos por el Cambio.  

En una entrevista con CNN, Macri insinuó qué tipo de programa apoyaría la oposición. "Si el 15 de noviembre asumen (el Gobierno) que necesitan tener un plan y se sientan con el FMI, y si no le da la capacidad le dicen al 'dígannos qué tenemos que hacer para bajar la inflación como la venía bajando el gobierno anterior'. Si ellos traen algo escrito, perfecto, acordado, nosotros vamos a actuar con mucha responsabilidad", señaló el expresidente. 

"Con lo cual si ellos traen reformas, que son las que queríamos hacer entre el 2015 y 2019 y ellos nunca nos dieron los votos, nosotros no vamos a hacer lo mismo, porque creemos en esas reformas y les vamos a decir 'bienvenidos a hacerlas'. Porque entre otras cosas, las vamos a tener que hacer nosotros en el 2023, con lo cual es mejor empezarlas ahora y cuando lleguemos al gobierno ya están funcionando, carreteando. El avión va despegar más rápido", agregó Macri. 

Pero, más allá de las reformas estructurales, el calendario del repago de la deuda con el FMI será otro tema árido de discusión (sobre todo teniendo en cuenta que desde 2025 empiezan a subir los vencimientos con privados reestructurados en 2020), así como el ajuste fiscal (tarifario, centralmente) y cambiario.  

En la oposición no lo dicen explícitamente, pero van a buscar que el ajuste fiscal y cambiario que debería hacer Argentina no se postergue. En criollo, que lo haga Alberto Fernández. Ya casi dan por descontado que ganarán las presidenciales en 2023 y quieren evitar un “2015 II”, es decir, llegar al Gobierno y tener que pagar los costos de ajustar los desequilibrios heredados.  

Las tensiones en el FdT son otro foco para considerar. Está clara la diferencia entre quienes creen que Argentina debe acordar y los que parecen más cómodos con el discurso de la autarquía financiera. 

Estados Unidos será otro tema clave. En definitiva, el staff técnico del FMI casi ni importa y la influencia de Kristalina Georgieva es limitada. La voz de Estados Unidos (vía el Tesoro y el Departamento de Estado) es clave en el FMI. Si bien hay voluntad de ayudar a Argentina, podría no ser gratis. Más que imponer condiciones del estilo “canje por acción climática”, Argentina podría tener que ceder. 

El embajador que Joe Biden está por enviar a Argentina, Marc Stanley, dio a entender en el Capitolio que el apoyo de EE.UU. sería posible si Argentina aceptara ciertos condicionamientos políticos vinculados a su más que ambiguo posicionamiento público con regímenes autoritarios de la región y su supuesta cercanía con Pekín. 
 

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