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Avolio: "Por el momento, la IA plantea más preguntas que respuestas"

El Economista dialogó con Melisa Avolio, periodista especializada en tecnología y cultura digital

Avolio: "Por el momento, la IA plantea más preguntas que respuestas"
27 septiembre de 2024

Por Damián Cichero

El 2022 no fue un año más para historia de la humanidad: en noviembre, OpenAI lanzó oficialmente ChatGPT, su herramienta de Inteligencia Artificial (IA).

Por el momento, ha quedado demostrado que ChatGPT es propenso a cometer errores fácticos y exhibe sesgos lingüísticos.

Sin embargo, su lanzamiento revolucionó el mundo de la IA, principalmente porque permitió que la mayoría de la población mundial accediera a este tipo de herramientas. 

Así, aunque aún queda un largo camino por recorrer, desde ese momento la IA avanza a pasos agigantados e incluso la mayoría de las empresas tecnológicas invierten cada vez más dinero en la materia, ya que nadie quiere quedar rezagado en la nueva carrera del siglo XXI.

Por ello, en un momento en el que hay más preguntas que respuestas, El Economista dialogó con Melisa Avolio, periodista especializada en tecnología y cultura digital.

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Melisa Avolio

-Desde la aparición de ChatGPT, el desarrollo de la Inteligencia Artificial parece avanzar a pasos agigantados. Sin embargo, muchos temen que, si este desarrollo no es regulado, podría terminar generando importantes problemas para la humanidad. ¿A qué desafíos nos enfrentamos y qué tan preocupante es la situación?

ChatGPT es una herramienta que está disponible para cualquier persona. Por ello, la IA empezó a estar en boca de todo el mundo.

En el caso específico de ChatGPT, esta es la herramienta tecnológica de mayor crecimiento en el mundo por la cantidad de usuarios, lo que demuestra el creciente interés social en la IA.

Por supuesto que es una herramienta que genera muchos desafíos, entre los que se destacan los relacionados con la calidad de los datos con los que están entrenados los modelos.

Este tipo de herramientas se entrenan con información que está disponible en internet y eso puede generar que las respuestas que ofrecen estén cargadas desde prejuicios hasta sesgos.

Estas herramientas también se nutren de nuestras opiniones, algo conocido como aprendizaje por refuerzo, y que hace que, si nos dan una respuesta que es errónea, nosotros podemos decirles que está mal.

Pero, a grandes rasgos, lo preocupante es que con la IA hay más preguntas que respuestas, lo que genera mucha incertidumbre. 

Por ello, quien diga que sabe qué es lo que va a pasar con esta tecnología, en realidad miente porque hay varios terrenos que son muy inciertos. 

Incluso todavía no hay consenso sobre qué es la IA porque depende también de quién la defina, de qué sector, de qué especialista. Entonces esto genera que la forma de abordarla sea cada vez más compleja. 

-¿Cree que es realmente posible formular regulación en la materia? Incluso los propios gobiernos parecen desorientados en cómo hacerlo.

Partiendo de la base de que aún no se ha podido definir claramente qué es la IA, tampoco termina quedando claro qué es lo que hay que regular, a lo que se suman las particularidades de cada país.

En el 2021, la UNESCO publicó una serie de recomendaciones más vinculadas con la ética, pero de carácter voluntario. 

Después, Estados Unidos y China generaron algunas propuestas, aunque fue la Unión Europea quien produjo la reglamentación más estricta hasta el momento.

En la Unión Europea va a entrar en vigor, en 2026, una ley que presenta una especie de semáforo en cuanto al riesgo de determinados efectos. 

Esta ley define ciertas prácticas como de alto riesgo (rojo), otras de mediano riesgo (amarillo) y otras de bajo riesgo (verde).

La idea es que a las de alto riesgo se les va a exigir muchos más requisitos para desarrollarse, además de que se impondrán multas mucho más duras en el caso de no cumplir con las exigencias.

Principalmente se va a apuntar contra las tecnologías que tengan un efecto perjudicial en lo que es la salud, la seguridad y los derechos humanos.

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-Más allá de las preocupaciones, ¿por qué será beneficioso el desarrollo de la IA?

Uno de los grandes beneficios de la IA es su capacidad de procesar grandes cantidades de información de forma muy rápida y eficiente. 

Esto se puede adaptar a procesos que hace que se ahorre muchísimo tiempo, como por ejemplo a la hora de hacer cálculos complejos en segundos.

Pero, más específicamente hablando, se está apostando mucho en el tema de la salud, principalmente en lo que tiene que ver con el diagnóstico temprano de enfermedades a partir de revisar imágenes médicas como tomografías y resonancias.

También se están explorando las cirugías asistidas por robots y el desarrollo de los medicamentos.

Y, con respecto a la educación, permitirá que los procesos sean más personalizados, adaptándose a las particularidades de cada individuo.

-En el caso particular de la lucha contra el cambio climático, ¿la IA es una aliada o un enemigo? Muchos alertan que su intensivo uso de energía dificultará la transición energética.

Para funcionar, la IA necesita mucha agua y mucha energía, principalmente para fabricar los procesadores e infraestructura. 

Además, se necesitan ciertos minerales y su extracción puede llegar a tener efectos en el medio ambiente, ya que esta práctica puede causar contaminación del agua y degradación del suelo.

Por otro lado, cuando se entrenan a estos modelos en grandes centros de datos, las computadoras son extremadamente potentes y están todo el día funcionando, por lo que necesitan mucha energía y eso provoca que se sobrecalienten. Así, surge la necesidad de contar con sistemas de refrigeración que utilizan grandes cantidades de agua.

-¿Cómo está posicionada Argentina ante el nuevo mundo que se viene? 

Argentina es un país que tiene muy buenos recursos humanos en cuestiones de programación y de ciencias de la computación. 

Hay muy buenos institutos de educación tecnológica, tanto públicos como privados. Y las personas que salen formadas desde esos lugares son muy buenas y requeridas en el mundo. 

Además, hay diferentes empresas con base tecnológica, también tanto públicas como privadas, muy interesadas en el desarrollo de la IA.

Pero hay otras cuestiones muy importantes, como la conectividad o ciertas inversiones, en las que, a diferencia de China, Estados Unidos o de algunos países de la Unión Europea, estamos en diferencia de condiciones.

Esos son requisitos importantes y se ve reflejado en que, si hablamos de patentes de desarrollo de modelos, estamos muy lejos de las principales potencias. 

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