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Las siete lecciones de “El Náufrago” para las pymes

Salvo unos cientos de empresarios pymes que tienen acompañamiento de pares u otros grupos de apoyo, el argumento de la película y las ideas que ésta contiene, pueden ayudar al empresario que se encuentra hoy en soledad en la toma de decisiones

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21 abril de 2020

Por Martín Yechua Director Ejecutivo de Adiras

Desde que empezó la cuarentena en nuestro país, los dueños de empresas pymes han transitado por diferentes etapas. La primera fue de shock y parálisis por la sorpresa de esta fenomenal crisis. Esa etapa duró, en muchos casos, algunos días o la primera semana de la cuarentena.

La segunda etapa fue también corta e incluyó revisar la caja, hacer números y ver dónde estaba parado cada uno, esto dependiendo de las herramientas y modelos propios. En promedio, este proceso fue más lento al que efectuaron las multinacionales, que cuentan con herramientas de gestión automatizadas para poder decidir y diagnosticar una situación de este tipo de manera mucho más rápida y eficiente.

La tercera etapa es el proceso de supervivencia: intentar asegurar la continuidad del negocio, pagar sueldos y hacer que la empresa funcione con teletrabajo, cada uno con los recursos que contaba.

Ahora podría decirse que nos encontramos transitando la cuarta etapa, que difiere según el rubro, grado de profesionalización, perfil del dueño y equipo directivo, pero la clave es cómo sostener el negocio, en este momento y hacer planes diversos para sobrellevar la crisis.

En esta última, los dueños de pymes (al no contar con estructura burocrática en su organización) pueden rápidamente tomar medidas pero de modo más ágil que las multinacionales, que por su funcionamiento interno demoran más en procesar y comunicar las decisiones. Sin embargo, si bien se trata de organizaciones de puertas abiertas, más ágiles y flexibles, también son menos efectivas en la toma de decisiones. Es que estas se dan más por la intuición que por un proceso y eso tiene que ver con que no cuentan con un tablero de comando que les permita entender en tiempo real cuál es el cuadro de situación de la empresa.

Ante esta situación que nos encontramos, recordé una nota que leí hace casi diez años, que se titulaba: “Las doce cosas que aprendí de la película 'El Naúfrago'”. La escribió Juan Jodar, un escritor español en su blog. Hoy podríamos hacer un paralelismo con dicha película. Su trama describe la supervivencia de Chuck Noland (Tom Hanks), un empleado de una empresa de correo postal que, luego de haber naufragado, vive en una isla del Océano Pacífico durante 5 años. Salvo unos cientos de empresarios pymes que tienen acompañamiento de pares u otros grupos de apoyo, el argumento de la película y las ideas que ésta contiene, pueden ayudar al empresario que se encuentra hoy en soledad en la toma de decisiones.

Las siete lecciones que nos deja la película “El Náufrago” en la cuarentena.

La importancia de los amigos. Sabemos que el ser humano es un “animal social”, que necesita conversar con otros, compartir actividades, emociones y acciones con otros seres humanos. En la película, el protagonista interactúa con “Wilson”, una pelota de voley, que se convierte en el confidente de Chuck Noland, el protagonista. Este objeto permite al náufrago compartir sus planes de futuro y se transforma en el apoyo moral más importante en su estancia en la isla. Todos necesitamos tener un espejo donde mirarnos para superar los momentos de crisis. Esto puede verse como una metáfora de la conciencia propia. ¿Cuántas veces en soledad hemos hablado con nosotros mismos en voz alta?

El amor irracional a los seres queridos nos ayuda a alcanzar las metas más altas. En la película, la esposa del protagonista es el motor vital que le lleva a superar las fatalidades que cada día le surgían antes de naufragar. Por eso, Chuck, para tener este amor presente durante su estadía en la isla, realiza retratos y pinturas con la cara de su esposa en las paredes de la cueva donde se refugia. Es importante pensar en los logros propios y cómo los seres queridos han contribuido a alcanzarlos, para poder apoyarnos en ellos. Y sobre todo aferrarse a un propósito para cuando todo pase.

La necesidad por la supervivencia nos agudiza los sentidos y aumenta el umbral de sufrimiento. La inteligencia juega un papel importante ante las adversidades, cuando no hay lugar para rendirse y no hay más alternativas, los seres humanos podemos hacer cosas realmente que no imaginábamos. En la película, por ejemplo, el protagonista consigue arrancarse una muela dañada, usando una roca. Si bien esta crisis generada por el coronavirus se está convirtiendo en la crisis más importante de la historia contemporánea, en Argentina estamos acostumbrados a vivir crisis cada varios años. Pero los que tuvimos la suerte de vivir y trabaja en otros países nos dicen que la cualidad más importante que ven en los argentinos es la capacidad de superación y lucha.

Priorizar los esfuerzos en función de las necesidades para economizar recursos escasos. En “El Náufrago”, el protagonista realizó una gestión bien pensada del agua potable que necesitaba para sobrevivir, y cálculos precisos de metros de cuerda para realizar una balsa para poder navegar, calculando el tiempo que disponía para aprovechar el mes más propicio para partir. Planificar en todos los aspectos de nuestra vida es fundamental: saber con qué recursos contamos puede hacernos alcanzar de modo más certero nuestros objetivos. Es necesario contar con un plan, poner fechas y comprometernos en tiempo y forma a cumplir con ese plan.

Saber adaptarse rápidamente a los cambios del momento. El personaje entendió rápidamente que lo primero que tenía que hacer si quería conservar su vida era encontrar agua y hacer fuego, si no lo conseguía moriría antes de sentir hambre. Esto remarca la importancia de adaptarse a los cambios. Podemos recordar la famosa frase de Bruce Lee: “Be water, my friend” (Sé cómo el agua, mi amigo). Esto significa, ser versátil como el agua, fluir para adaptarse. Ser sin forma, como el agua, que adopta la forma del recipiente en donde se la vuelque.

No darse por vencido. El protagonista fracasó estrepitosamente una y otra vez con la misión de crear fuego, aprendió de sus fracasos, analizó lo que estaba haciendo mal y lo intentó de nuevo. Debemos recordar que cuando Thomas Edison consiguió hacer brillar la bombita de luz antes erró más de mil veces. El siempre decía que había descubierto más de mil formas de cómo no se debía hacer una bombita de luz.

No abandonar las creencias ni los hábitos cotidianos. En los momentos duros nuestras creencias espirituales nos conectan con la realidad, nos hace sentir más seguridad y normalizar las situaciones complicadas.

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