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Sin margen de maniobra

Errores pasados se suman a los nuevos.

22 agosto de 2012

La economía argentina se viene desacelerando y los indicadores de actividad que publica el Indec reflejan una caída similar a las de las crisis 2008-2009. Desde el Gobierno insisten en que “el mundo se nos cayó encima” pero la realidad es que en este caso se trata de una crisis autogenerada. Si bien los factores externos explican parte de la caída que se observa en la actividad, principalmente vía la desaceleración de Brasil, los factores internos son los que juegan el rol más importante.

Por un lado, el Gobierno se autogeneró la desaceleración. La inflación, la pérdida de competitividad y la política energética irresponsable comienzan a limitar el crecimiento. Adicionalmente, políticas erróneas del Gobierno generan otros problemas que contribuyen a acentuar la desaceleración. Los ejemplos más claros son el cepo cambiario y las restricciones a las importaciones, dos medidas que se justifican más por la desesperación que por la racionalidad.

Por otro lado, ante la desaceleración, el Gobierno no es capaz de responder. La ausencia de superávit fiscal, entre otras cosas, limita hoy su capacidad de maniobra y le resta instrumentos para hacer política contracíclica. En su afán por mantener el superávit comercial para preservar los dólares el Gobierno incrementó los controles para restringir las importaciones.

La medida fue parcialmente exitosa ya que, en efecto, se redujeron las importaciones, pero a costa de retroalimentar la desaceleración. En un contexto de desaceleración, las trabas hicieron que empresas que importaban insumos se vieran perjudicadas, reduciendo su producción, inversión y empleo. Las importaciones de bienes intermedios, es decir, los insumos para la industria y la producción, cayeron el primer semestre 6% (en junio 8%), en parte por las trabas y en parte por la caída de la actividad. Las importaciones de bienes de capital son las que registran la variación interanual más alta: en el primer semestre cayeron 21% (en junio cayeron 38% interanual).

Caída asociada, además, al nivel de actividad y al clima de negocios.

La otra medida desesperada del Gobierno fue el cepo al dólar. Desde el 31 de octubre de 2011 se restringió el mercado cambiario. Con la excusa de optimizar el control fiscal y luchar contra el lavado de dinero, el Gobierno limitó paulatinamente la compra de divisas al extremo de impedirla casi en su totalidad. Desde mediados de 2007 los capitales comenzaron a salir del país y en octubre de 2011 la fuga se exacerbó. Una combinación de variables explica por qué la gente decide sacar sus ahorros del país: desconfianza en las instituciones, temor a la voracidad estatal y una inflación de 25% que cimenta la idea de que lo único que no se deprecia es el dólar. La restricción a la compra de moneda extranjera no afectó ninguno de los determinantes fundamentales para que cambien los incentivos de los ahorristas.

Por el contrario, el Gobierno aumentó la imprevisibilidad y continuó negando la inflación. Si bien a corto plazo la medida puede ser útil para reducir la salida de dólares, los costos son altos: se paralizó el mercado inmobiliario, se generó un mercado de divisas paralelo muy por encima de los valores oficiales (lo que retroalimenta la inflación) y se desalentó la inversión.

Capacidad restringida

Además de las medidas desesperadas, errores del pasado condicionan hoy la capacidad del Gobierno de hacer política contracíclica. Uno de los limitantes es la política fiscal. El mal manejo de las cuentas públicas hizo que se evaporara el superávit. Neteando los adelantos del BCRA y los fondos de la Anses hoy enfrentamos un déficit primario de 1% del PIB mientras que en 2008-2009 había un superávit de 2,3% del PIB. En lo monetario, las reservas de libre disponibilidad pasaron de US$ 15.000 millones en 2008-2009 a ser actualmente negativas en más de US$ 9.000 millones.

Por otra parte, la creciente emisión monetaria para financiar gasto público aceleró la inflación: entre 2007 y 2011, la Argentina fue la tercera economía que más inflación en dólares ha tenido a nivel mundial. Eso restó competitividad al tipo de cambio y no dejó margen al Gobierno para devaluar, como sí hizo en 2008- 2009. En conclusión, errores actuales del Gobierno generaron esta desaceleración al sobreactuar con medidas contraproducentes como el cepo cambiario y las restricciones a las importaciones. Adicionalmente, errores del pasado limitan ahora su capacidad para hacer política fiscal y monetaria contracíclica.

Si el Gobierno no cambia de rumbo, la recuperación de la economía dependerá de factores exógenos como una mejoría de Brasil o una mejora de los precios de los commodities.

(De la edición impresa)

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