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¿Cómo será el clima de negocios en la Argentina?

Poyecciones 2012.

27 diciembre de 2011

El mundo de los negocios se encuentra hoy, al igual que sucede con la economía en general, ante

un momento de definiciones que influirán en el crecimiento de la Argentina en el próximo año. Los generosos márgenes que brindaran tanto la coyuntura externa como la interna comienzan a demostrar elocuentes signos de agotamiento. Quedan al descubierto las debilidades institucionales otrora cubiertas por la abundancia. Entre los primeros, se proyecta un menor dinamismo para el resto del mundo. Amén de la irresolución de la crisis del euro, la percepción de un orden económico en plena transición lleva al acortamiento del horizonte de toma de decisiones.

América Latina, mal que nos pese, no es inmune a estos peligros y está expuesta a los vaivenes de

la economía global: el viento a favor que influyó en los precios de las commodities durante casi una década hoy amenaza con ponerse de frente. Puntualmente, deberemos seguir de cerca la evolución de Brasil, que hoy muestra inequívocos signos de agotamiento. En el ámbito interno, el Gobierno se encuentra ante un punto de inflexión a la vez que coincide con el comienzo de un nuevo mandato. Se destacan una menor holgura fiscal, que lleva al Gobierno a replantear su política de gasto público y financiamiento; un palpable incremento de los costos que presiona sobre los espacios de rentabilidad y, sobre todo, un diferencial entre la tasa de inflación y depreciación de la moneda que desafía el rol del tipo de cambio como ancla nominal. El Gobierno es consciente de estos desafíos, pero se topa actualmente con dificultades para llevar a cabo las políticas necesarias para combatirlos: partidas inflexibles de gasto, pérdida de credibilidad de las cifras oficiales y, sobre todo, incertidumbre acerca de la racionalidad detrás de las decisiones públicas.

Se vislumbran ciertas señales que dan cuenta de la necesidad del Gobierno de reformular algunos enfoques: la eliminación de subsidios innecesarios para los servicios públicos o la designación al frente de la cartera de Economía del ex secretario de Finanzas, quien hasta el 10 de diciembre condujo lo que el oficialismo gusta llamar “la política de desendeudamiento”. La gran deuda sigue siendo, desde 2007, el sinceramiento y control de la inflación. No obstante, gran parte de los elementos que hoy actúan en detrimento del clima de negocios no son macro, sino microeconómicos e institucionales. El complicado esquema de incentivos sectoriales, los cuellos de botella ?sobre todo energéticos? y la baja competitividad son algunos de los principales problemas para el próximo ciclo.

La preocupación del Gobierno sobre estos asuntos puede percibirse en la creación de la Subsecretaría de Competitividad, o el impulso oficial que se le dio al Plan Estratégico Industrial 2020. Aun así, poco se avizora respecto a cuestiones como la reducción de la conflictividad laboral y la incertidumbre acerca de las reglas de juego. A modo de ilustración, en los primeros diez meses del año, los juicios laborales crecieron un 4%, en un franco ascenso de la litigiosidad. Por otra parte, la arbitrariedad percibida sobre la toma de medidas que afectan profundamente a las decisiones de inversión contribuyen a desmejorar la disposición a hacer negocios: obligación

de liquidar la totalidad de las divisas en el país, licencias no automáticas a las importaciones (a veces de insumos clave) o imposición de exportar productos regionales para poder importar cierta gama de artículos extranjeros. De acuerdo con el informe “Doing Business 2012” elaborado por el Banco Mundial, que busca medir la facilidad para hacer negocios, la Argentina se encontraría en la posición número 113 de los 183 países relevados y notablemente por debajo de los 95 puntos que promedia la región.

En particular, destaca que no sólo los permisos de construcción resultan trámites largos y costosos, sino que nada se ha hecho en los últimos años para ganar eficiencia en este sentido. Otro eje débil es el registro de la propiedad, en el que se ha empeorado en términos relativos por la mayor complejidad administrativa. Respecto a las instituciones, podemos citar al Global Competitiveness Report elaborado por el World Economic Forum. En el mismo se observa que a pesar del “extraordinario potencial de competitividad” del país debido a su mercado interno y nivel educativo de la población, la misma no logra materializarse debido a las fallas institucionales, principalmente la desconfianza en los funcionarios públicos, la discrecionalidad en la asignación de fondos públicos y ?nuevamente? la protección de la propiedad, entre otras.

Asistimos, entonces, a un momento decisivo. La Argentina ofrece hoy en día inmensas oportunidades para realizar negocios, oportunidades que resultan aún más atractivas al contrastar dichas potencialidades con las magras proyecciones de crecimiento de los países centrales. Sin embargo, para que estas oportunidades puedan cristalizarse será crucial en esta nueva fase de la economía impulsar un fortalecimiento institucional, cuyo rol será delimitar nítidamente las reglas de juego y reducir de este modo al mínimo la incertidumbre propia de la inversión.

(De la edición impresa)

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