Una selección especial con las mejores series y películas, que incluye también estrenos en salas de cine.
Estas son las series y películas para ver en el fin de semana en Netflix, Max, Disney y YouTube.
1. Serie para ver en Netflix: Hacia el lago
Moscú se ve asolada por una epidemia.
Serguey, que vive en las afueras con Anna, una psicóloga, debe rescatar a su hijito y a su ex mujer, Irina, que viven en la ciudad. Las dos mujeres rivalizan por ese hombre, no sólo por su atractivo y características emprendedoras, también porque es de buena madera.
Lyonya, el vecino ricachón de Serguey, una verdadera piltrafa moral, tiene problemas con su hija Polina, que abusa del alcohol. Y vive esclavo de los deseos de su joven mujer, Marina, una ex stripper que está embarazada.
Puede que haya una historia de amor entre Polina y Misha, el hijo de Anna, que sufre de Asperger.
Apenas desatada la tragedia, salido de los bosques y después de muchos años, aparece Boris, el padre de Serguey, un ex científico, indicando que, ante la gravedad de la situación -los contagios se extienden- hay que trasladarse a un paraje en los lagos, a 800 kilómetros de distancia.
Cada uno de los personajes, cargando una mochila de pesares, se encolumnará siguiendo las directivas del anciano. Durante el trayecto, los peores aspectos del ser humano saldrán a la luz: envidias, celos, rencores, deseos insensatos, serán obstáculos para llegar a la meta. Habrá espacio para madres corajudas, monjes que celebran casamientos improvisados, caníbales que no se arrepienten de serlo, etc. ¿Habrá un destino para ellos? ¿Quién llegará a los lagos?
Esta serie rusa, de 8 episodios, de la que se dispone la primera temporada, es pura tensión y adrenalina. Pivoteando entre el género de aventuras y el de horror, tiene un diseño de producción que se apoya en un presupuesto considerable. El nivel actoral es alto. Los personajes son interesantes y capturan la atención del espectador; no hay posibilidad de aburrirse.
2. Película para ver en Max: La sombra del comandante
Rudolf Höss fue el comandante del campo de concentración de Auschwitz y fue el responsable de haber asesinado a más de un millón de judíos. Como lo retrató este año la película La zona de interés de Jonathan Glazer (que ya hemos comentado aquí), habitaba con su familia una casa confortable pared de por medio con la fábrica del horror.
Este documental se propone reunir a uno de los hijos de Höss - Hans Jürgen - con una sobreviviente del campo, Anita Lasker-Wallfisch, una anciana de 97 años.
Uno vive en Alemania; la otra, en Londres.
Hans poco recuerda de esa época, cuando era un niño. Dice haber tenido una infancia feliz. Adoraba a su padre, cariñoso y considerado con él y sus hermanos. Dice no saber a ciencia cierta qué pasaba del otro lado del muro... o su mente se niega a recordar. Forma parte de una generación de alemanes que instauró el silencio sobre lo sucedido durante la guerra. Es interrogado por su hijo, que vive en Estados Unidos y es un pastor cristiano.
A la hija de Anita, una psicóloga, cercana a los 60 años, todavía le cuesta encontrar su lugar en el mundo, víctima del trauma de la segunda generación, sufrido por los hijos de las víctimas, que tampoco hablaban sobre los horrores que habían atravesado.
El mutismo bloquea la mente, los recuerdos.
Anita es visitada por Hans en Londres. La intención de los productores y guionistas es que reflexionen sobre lo sucedido, ya que hay un crecimiento del antisemitismo. Estamos en una época convulsa en donde imperan las posiciones negacionistas: el Holocausto no debe ser olvidado.
Las intenciones del documental son loables, pero su plasmación en imágenes podría no ser tan lograda.
Hans es muy inexpresivo, ya sea atravesando un desierto en Israel o examinando los hornos de los crematorios en Auschwitz. Un San Bernardo sería más elocuente.
Por suerte, Anita, que tiene una personalidad arrolladora y no deja de fumar por un instante, se hace cargo de las situaciones embarazosas, se niega a revisitar el campo de concentración, y escucha las tiradas recriminatorias de su hija sin dejar de recurrir a cierto humor caustico.
Los hijos, un tanto declamatorios y exagerados en sus intervenciones, acompañan.
Las intenciones son loables; los resultados poco convincentes. Saquen sus propias conclusiones.
3. Serie para ver en Disney: Secretos de los pulpos
Este documental australiano, narrado por el actor Paul Rudd, muestra en 3 episodios y en distintos continentes, la vida de distintas variedades de pulpos.
Las cámaras captan en altísima definición hasta la mínima mácula de los ojos de estos invertebrados. Siendo autodidactas -ya que ninguno de sus progenitores estaba cerca cuando nacieron-, vemos cómo los pulpos se las ingenian para cazar cangrejos, cómo se desplazan majestuosamente, cómo se camuflan sobre otras superficies para evitar ser masticados como chicles por los tiburones.
Los pulpos son como alfombras coloridas y amorfas, y con sus tentáculos acarician amorosamente las manos de las especialistas que sonríen tras las escafandras. Sólo tienen que entrar en confianza; son criaturas muy sociables.
Impresiona la cercanía de las cámaras para capturar las imágenes. No así la necesidad de inventar historias para que el relato no caiga en la monotonía. Cuando un tiburón está al acecho del pobre pulpito se trata de una edición. El tiburón pudo ser filmado hace 3 meses; el pulpo hace 10 días. Nunca se los ve juntos en el mismo plano, uno acechando al otro; la situación se hace muy artificiosa para el ojo entrenado.
Ya sabemos que lo real es algo inasible, pero a aquellos a los que les interese la vida de las criaturas de la naturaleza, se verán recompensados con información novedosa e imágenes suntuosas del fondo del mar. No es poco.
4. Película para ver en Netflix: Hillbilly, una elegía rural
Quienes quieran saber algo sobre los orígenes de J. D. Vance, posible vicepresidente de los Estados Unidos de ser reelecto Donald Trump, pueden ver este film de Ron Howard (Apolo XIII, Una mente brillante).
Se narran las vicisitudes de una familia que, según la circunstancia, opera como un yunque sobre las decisiones que debe tomar el joven Vance, interpretado por J. D. Basso, un estudiante de abogacía en la Universidad de Yale, que debe luchar contra numerosos prejuicios por ser originario de los Apalaches y provenir de un estrato social que muchos estadounidenses denominan "white trash".
Historia de superación, de encarnación de los valores de la meritocracia y del sueño americano -como no podía ser de otra manera con este director- interesa más por los avatares familiares que debió sortear el muchacho que por sus luchas por imponerse en el mundo de los privilegiados que, por suerte, ocupan pocos minutos.
El melodrama tiene dos polos destacados en los personajes de la madre y de la abuela, la primera viviendo ataques de ira constantes y al borde de la sobredosis; la segunda tan rígida como la artrosis que la azota, con un perenne cigarrillo entre los labios y una permanente que recuerda las esponjas de cobre para rasquetear la olla.
Amy Adams está irreconocible como esa enfermera en naufragio permanente, que se abraza a sus hijos como un salvavidas de plomo. Glenn Close compone otro de sus personajes extraordinarios -más allá de la abnegada madre de El mundo según Garp, la amante obsesiva de Atracción fatal, las cónyuges omnicomprensivas de Reencuentro y La esposa, la mujer idealizada por el héroe de El mejor, el trans de Albert Nobbs, la fastuosa y vengativa condesa de Las relaciones peligrosas.
Lo que la madre destroza, la abuela trata -con métodos poco ortodoxos- de reparar. Es así que, entre crisis estentóreas y esfuerzos considerables, el muchacho llegará al lugar de preeminencia que el relato, y la vida, le reservan.
Como anticipábamos, el film está basado en la autobiografía de J. D. Vance, un best seller en Estados Unidos, que fuera leída por muchos como un manual que explicaba por qué la gente de esa extracción social era capaz de votar a Donald Trump.
Si uno busca realismo -y parece ser lo que buscaban los críticos del país del norte y no encontraron- ésta no es la película indicada, con una producción de muchos millones, con actrices caracterizadas como para Halloween, un director acostumbrado a barnizar con una pátina dorada las superficies más porosas, siempre corriendo tras los talones de un Spielberg, que tiene un estilo propio y mucha más inventiva y creatividad.
Ahora, si uno lo toma por lo que es, un buen melodrama con un excelente guion y un conflicto poderoso, y no se fija en la fidelidad en las caracterizaciones y de la ideología que soportan esos personajes, como a uno no le importaba que Casablanca transcurriera en la verdadera Casablanca, que los autos que se desplazan en las películas de Hitchcock nunca se movieran un milímetro dentro del set, que Humphrey Bogart y Alan Ladd midieran mucho menos que la mayoría de sus partenaires aunque parecieran gigantes en la pantalla, y aprecia el pulso de una historia bien contada, con una fluidez transparente entre el presente del relato y los numerosos flashbacks, la fotografía y la música adecuadas para que todo se transporte sobre raíles, Hillbilly, una elegía rural tiene bastante para ofrecer.
5. Película para ver en YouTube: Notorius
Alicia (Ingrid Bergman) es una mujer que, para los estándares de los años 40, está perdida entre brumas de alcohol y sexo sin compromiso. Encima carga con que su padre, un espía nazi, ha sido condenado por alta traición.
La forma en que Alfred Hitchcock y su guionista, Ben Hetch, -uno de los mejores del Hollywood clásico-, encuentran de redimirla de su conducta disoluta es que se enamore de un agente llamado Devlin (Cary Grant), que la presiona para que colabore con los Estados Unidos para desintegrar un núcleo de nazis radicados en Rio de Janeiro.
Para conseguir lo que necesita, Devlin maltrata a la pobre Alicia, ocultando tras una máscara de frialdad los sentimientos apasionados que ella le suscita. Durante la segunda parte del film, la mujer casi llegará a perder la vida a manos de su marido, Alexander Sebastian (Claude Rains), y su siniestra madre, embarcados en un complot que involucra el uranio y la construcción de una nueva bomba atómica.
Notorius, conocido como Tuyo es mi corazón en nuestro país, es uno de los mejores films de Hitchcock, con personajes de psicologías complejas, un suspenso ilimitado, una puesta en escena elegante y sofisticada. Aquí figura una toma sin cortes, desde un primer piso a una planta baja, hacia la mano de la protagonista, que oculta una llave. La cámara, mediante una grúa, atraviesa un salón lleno de gente y, a medida que desciende y se aproxima a la mano, va pasando de un plano general a un primerísimo primer plano de la llave. Algo similar había intentado el genio inglés en Joven e inocente (1937) y repetirá en Marnie, la ladrona (1963), pero nunca con buen tan efecto como aquí.
Trasgrediendo las normas de la censura vigente, también Hitchcock se permite uno de los besos más largos de la historia del cine -casi 3 minutos- entre dos de las estrellas más carismáticas: Bergman, una diosa carnal ansiosa de llenar un hueco en su interior; Grant, el hombre elegante de una sensualidad sinuosa que el mago del suspenso elegía para que lo representara ante las mujeres (Grace Kelly, Eve Marie Saint) que anhelaba poseer en la vida real y no podía conquistar por su propio escaso atractivo físico.
Y, entre medio, como parte del triángulo, el genial Claude Rains, que se luciera en Casablanca, La extraña pasajera, Lawrence de Arabia, aquí exhibiendo una sexualidad domesticada por la tiranía materna.
Film magistral, nacido de una de las mentes más creativas que haya dado el cine, sigue siendo un poderoso entretenimiento a casi 80 años de su producción.
Imperdible.
Nota: la plataforma ofrece varias versiones del film. Buscar la única que tiene subtítulos en español. La copia es muy buena.
