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Orden y dolarización

Milei ocupa la mayor parte del tiempo de todos los canales que responden a la franja de las noticias y que difunden programas "políticos". Los medios viven del "rating" y Milei lo alimenta.

Haciendo zapping seguro lo encontramos. No hay un solo día que esté fuera de la pantalla.
Haciendo zapping seguro lo encontramos. No hay un solo día que esté fuera de la pantalla.
21 abril de 2023

"La presidencia es el lugar del liderazgo ético". Lo dijo Franklin D. Roosevelt en el marco de una crisis económica descomunal. 

Nosotros no sólo estamos en una crisis, concepto que refiere a un momento, sino en una decadencia descomunal que se arrastra hace décadas y que ha roto el tejido social: más del 60% de los niños están en la pobreza y eso significa que "están fuera". La sociedad no los contiene: están excluidos. 

En esas condiciones cualquiera concluye que el futuro, que son los jóvenes, está ocluido. El camino hacia el futuro está atascado y denota la incapacidad de formular un proyecto colectivo. 

Viktor Frankl formuló que, en cierto modo, la ausencia de proyecto lleva a los seres humanos al camino de la depresión. 

Parafraseando a Frankl, los argentinos sufrimos de la ausencia de un proyecto colectivo y señalamos, sin asociarla a ese malestar, la "huida del país de los jóvenes" que no sufren la pobreza. La depresión de la falta de proyecto alienta el desembarco. 

Podríamos apostar a resumir, todo resumen es una exageración, que a los jóvenes de la pobreza el futuro se les escapa; y que los jóvenes que no han vivido en la pobreza, se escapan de nuestro presente para buscar su futuro en otro país. No importan los números. 

Lo que importa es que esa tensión nos describe la ausencia de proyecto colectivo, de "proyecto sugestivo de vida en común". 

Los jóvenes de la pobreza no pueden acceder, por las suyas por falta de herramientas, a un proyecto individual que ilumine el próximo paso. No existen objetivamente, en esa situación, las condiciones para construir un proyecto individual. 

La construcción de la salida de la pobreza, la salida de 60% de nuestros jóvenes, necesita de un proyecto colectivo que la haga posible. No está en oferta. 

Los jóvenes a los que la vida, los medios, la situación, les ha brindado la posibilidad de realizar su proyecto individual, nos dicen, tienden a optar por llevarlo a cabo lejos de nuestro presente. 

En esta tensión se acelera el camino de la decadencia más allá de las inmensas y objetivas posibilidades materiales de nuestro país que no encuentran un proyecto para desarrollarse.

En los últimos años ha habido una pequeña fuga de ciudadanos, empresarios, familias, al Uruguay como un lugar que acoge. Nuestros hermanos uruguayos hace décadas que mantienen estable su población: tres millones de habitantes. Población estancada: no les da una mala vida. Pero la población no crece. La demografía manda. Este año, en Uruguay, son más las defunciones que los nacimientos.

No sabemos a ciencia cierta si los argentinos somos 45 o 46 millones, no hemos podido terminar un Censo (uno cada 10 años) (como no hemos podido construir un caño para explotar mejor la abundancia de Vaca Muerta, con un atraso de 9 años y tres gobiernos) pero si sabemos que entre los 23/25 millones de habitantes que éramos en 1974 y el presente, la población ha crecido en más de 20 millones. 

La noticia de la decadencia descomunal es que del total del crecimiento de la población en 49 años, sabemos que 80% -números más, números menos- sufren de la pobreza de ingresos y que ese número de personas ha crecido, en este tiempo, a la tasa acumulativa de 6,3% anual. 

Existiendo, como existen, los recursos, un fracaso de esta magnitud, por sobre todas las cosas, es un fracaso moral. Y la reparación exige, naturalmente, un liderazgo ético y exige el ánimo de la compasión en los hombres que protagonizan la vida pública. Un proyecto colectivo ético tiene que ser animado por el espíritu de la compasión ante el sufrimiento.

Por todo eso se me hace que esa demanda de liderazgo ético está en estado latente en la sociedad Argentina. Pero no ha despertado. Ningún liderazgo político lo anima. 

Según las encuestas y por lo que valgan, hay un tufillo en aumento, de venganza amenazante, que surge -por ejemplo aunque no sólo de allí- de la verba encendida e incendiaria, de Javier Milei, quien desgaja el viejo rosario de "que se vayan todos", con un recitado que se inicia con: el "misterio" de la "casta" y que culmina con la afirmación de que el Santo Padre, Papa Francisco, es "el representante del maligno en la Tierra" (20/11/20 Canal 9). V. Canosa, entrevistadora, entonces, le dice: "¿No será mucho?", él contesta "¡No, Antiguo Testamento, Samuel VIII" y sigue..."en el Evangelio según San Lucas...los Estados son una invención del maligno". 

Para Milei la "casta" es toda la dirigencia (con algunas pocas exclusiones) y naturalmente, si el Papa -la cabeza de la Iglesia Católica- es "el maligno", inferimos que la convocatoria lanzada a la sociedad, con este discurso, es a enfrentar un entramado que es conducido por el mismo "diablo". 

Milei, dice, de sí mismo que nos viene a liberar y se propone hacerlo de la siguiente manera "Voy a meterme en el sistema y dinamitarlo desde adentro", lo dijo en 2020 en LN+. Dinamitar lleva 3 años y es una siembra que ha cosechado muchísimo.

El discurso de Milei, entonces, no es nuevo: lleva por lo menos 3 años y es ese discurso el que -todos los encuestadores coinciden- arrastra a una gran parte de los jóvenes de distintos sectores sociales y acapara voluntad de votos de la franja etaria debajo de los 40 años tanto de los naturales votantes de Juntos por el Cambio (para él "Juntos por el cargo") como del Frente de Todos (para él "Frente de Chorros").

Milei -no hay que ser experto para detectarlo- ocupa la mayor parte del tiempo de todos los canales que responden a la franja de las noticias y que difunden programas "políticos". 

Haciendo zapping seguro lo encontramos. No hay un solo día que esté fuera de la pantalla. Los productores lo convocan porque anima la pantalla "tiene rating". Y los medios viven del "rating" y Milei lo alimenta. En la lógica de Milei deberían pagarle porque les crea valor. Pato o gallareta, los grandes medios están asociados profundamente a la "cultura Milei". 

M. A. Pichetto, (una larga trayectoria parlamentaria lo hace coautor de la mayor parte de las leyes dictadas en los últimos 20 años que es el tiempo más álgido de creación legal de lo que Milei quiere dinamitar y Macri, dice, no todo) participa de la conquista del rating con la misma intensidad (y las mismas palabras) de Milei, eligiendo como figura a golpear al Papa Francisco. 

Pichetto, dice ser católico, evidencia que no ha estudiado el Catecismo, y resultaría sorprendente, si lo hubiera leído, que se agravie de la afirmación que "la propiedad es un derecho natural secundario" ya que cualquier católico sabe que la doctrina establece que el derecho natural primario es el derecho a la vida. 

Estas figuras, las más promovidas por los medios, no apelan a la construcción de un liderazgo ético sino más bien a un discurso "vengativo". Terminar con "los otros". 

Tengo para mí, y en esto no creo estar en soledad, que el desencadenante político de la decadencia nacional (los números coinciden) fue la tragedia que llevó a muchos jóvenes a violar el "no matarás" que regó de sangre la historia nacional. 

Es cierto "la discordia" es mucho más vieja. J.V. González lo señalaba en el Centenario y las guerras civiles transitan toda nuestra breve historia. 

Pero un grupo de jóvenes, formados en la Acción Católica, asesinó a un anciano asumiendo que un acto de venganza puede aproximarse a un acto de justicia. Y ese mismo grupo de jóvenes, en democracia, asesinó a un dirigente sindical como un acto de venganza preventiva que, según ellos, fundaría las bases de una sociedad más justa. 

Mario Firmenich, la cabeza de ese grupo, asesinó a P. Aramburu expresamente para vengar los criminales fusilamientos de su gobierno y a J. I. Rucci para impedir el progreso del Pacto Social que consolidaba el Estado de Bienestar y alejaba su delirio de imposición del socialismo por las armas. 

Un arco de extremos de violencia y ausencia de liderazgo ético que despertó el tiempo más espantoso de la sociedad argentina que fue la Dictadura Genocida. Esa venganza y la destrucción están en el origen de la decadencia argentina. Lo dicen los números y sorprende la sistemática negación de ese conjunto de actos fundantes. 

Nadie deberían predicar la venganza, la dinamita, la difamación -las muchas formas en que la difamación ocurre- porque son el germen de la violencia moral. 

Nuestra decadencia viene de ahí y naturalmente no es por la vía de ese discurso por dónde habremos de encontrar la salida. 

Nos perturban la corrupción, inseguridad, inflación y lo nublado del futuro.

Necesitamos propuestas concretas, abordajes de solución y un "liderazgo ético": un liderazgo tal que pueda depositarse confianza en él. 

Un liderazgo en las ideas y en la acción, que generen la confianza y la esperanza, suficientemente densas, como para habilitar tiempo y entusiasmo. 

Todo lo que nos perturba es la consecuencia de desequilibrios que alimentan la inflación, inseguridad, corrupción y la ausencia de futuro. Y resolver los desequilibrios requiere tiempo, fe y expectativas. Y eso se sostiene con liderazgo ético no con querellas. 

En Hotel Llao Llao, algunos de los que se consideran titulares del "poder económico", se reunieron como tribunal examinador de las propuestas presidenciales de parte de la oposición. 

Las palabras más contundentes de los oradores fueron "orden y dolarización".

La dolarización es, además de todo lo que ya se ha expuesto, sustituir el BCRA por el Sistema de la Reserva Federal sin que él se entere y sin que sea prestamista de última instancia. ¿No todos los bancos centrales roban?

Henri Bergson distinguía entre el orden geométrico y el vital, que crece y decrece; se contrae y se expande. El orden geométrico es ajeno a la propia vida y el orden vital es el que surge del crecimiento. Hace tiempo Don Hipólito Yrigoyen decía "Todo taller de forja es un mundo que se derrumba". 

La política es forja, no geometría. Los talleres parece que están cerrados. Si no abren no hay futuro.

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