"La Agenda 2030, aunque bienintencionada en sus metas, no es otra cosa que un programa de gobierno supranacional de corte socialista", afirmó Javier Milei durante el debate de la Asamblea General de la Organización de las Naciones Unidas (ONU).
El presidente trasladó sus posturas del ámbito local al internacional, desplazando el foco de "la casta" hacia el cuestionamiento del progresismo representado por la Agenda 2030.
Conocida formalmente como los Objetivos de Desarrollo Sostenible, esta Agenda, establecida por la ONU en 2015, propone 17 metas a ser alcanzadas para el año 2030. Entre las más destacadas se encuentran el fin de la pobreza, el hambre cero, salud y bienestar, educación de calidad, igualdad de género y acción por el clima.
La oposición de Milei a estos objetivos vinculados con el progresismo es un tema recurrente. En esta ocasión, declaró que la Agenda 2030 "pretende solucionar la pobreza, la desigualdad y la discriminación, con legislación que lo único que hace es profundizarla" y que la organización supranacional "le impone una agenda ideológica a sus miembros", con prioridades de corte izquierdista, progresista y colectivista. Además, señaló que el progresismo y el colectivismo de la Agenda 2030 fracasaron al encontrarse con la realidad.
En su discurso, el presidente apuntó contra Naciones Unidas en varios puntos. Respecto a los confinamientos por la pandemia de COVID-19, acusó a la organización de propiciar la violación de la libertad al promover las cuarentenas. Afirmó: "Hemos visto cómo una organización que nació para defender los derechos del hombre, ha sido una de las principales propulsoras de la violación sistemática de la libertad".
También criticó a la ONU por permitir la participación de regímenes autoritarios en el Consejo de Derechos Humanos: "Esta misma casa, que dice defender los derechos humanos, ha permitido el ingreso al Consejo de Derechos Humanos a dictaduras sangrientas como las de Cuba y Venezuela".
En consonancia con su oposición a la toma de deuda, pero a pesar de su buen vínculo con el Fondo Monetario Internacional, afirmó que "se ha promovido una relación tóxica entre las políticas de gobernanza global y los organismos de crédito internacional, exigiéndoles a los países más relegados que comprometan recursos que no tienen en programas que no necesitan, convirtiéndolos en deudores perpetuos para promover la agenda de las élites globales".
Además, mencionó las Islas Malvinas, aunque no reclamó su soberanía: "Tampoco la organización ha cumplido satisfactoriamente su misión de defender la soberanía territorial de sus integrantes, como sabemos los argentinos de primera mano en la relación con las Islas Malvinas".
Finalmente, calificó a la ONU de impotente por su incapacidad para brindar soluciones a conflictos globales como el que enfrenta a Rusia y Ucrania.
El mandatario, que se presentó como un economista liberal libertario que jamás pretendió dedicarse a la política, completó estas críticas asegurando que Naciones Unidas ha perdido credibilidad ante la ciudadanía a causa de los "errores y contradicciones" mencionados anteriormente.
En contraposición a la Agenda 2030, Milei cerró su discurso convocando a todas las naciones del mundo libre a crear una Agenda de la Libertad para la ONU. La República Argentina "va a estar a la vanguardia de la lucha en defensa de la libertad".
Desde el inicio de su gestión, el presidente ha buscado representar un segmento del espectro político mundial, al igual que otros referentes como Donald Trump y Jair Bolsonaro. Esta ambición se ha reflejado en sus viajes, reuniones y discursos. La disertación en la Asamblea General no fue la excepción, y Milei demostró su voluntad de convertirse en un líder destacado de las ideas de la libertad -o de las nuevas derechas- en el mundo.
