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Las condiciones para un acuerdo poselectoral

El oficialismo busca un acuerdo después de las elecciones, pero la oposición ya le marcó los límites a la propuesta.

El oficialismo busca un acuerdo con la oposición para después de las elecciones.
El oficialismo busca un acuerdo con la oposición para después de las elecciones. Archivo.
Augusto Milano 19 octubre de 2021

La búsqueda de acuerdos luego del ciclo electoral es hoy el tema de moda en la agenda política. En las últimas semanas, los tres principales referentes del oficialismo, Alberto Fernández, Cristina Kirchner y Sergio Massa, se manifestaron en ese sentido que cada uno impulsa con su estilo.    

Se trata de un mensaje que no puede desligarse del contexto electoral porque intenta mostrar a un Gobierno abierto al diálogo, algo que siempre es valorado por la sociedad y recompensado en las urnas.   

De todas maneras, más allá de la voluntad de los actores, será inevitable lograr acuerdos porque en el nuevo Congreso el poder estará más repartido. Pero además de ese contexto institucional, es indispensable que hacia el interior de las dos grandes coaliciones predominen las visiones moderadas y no aquellas que procuran escalar los conflictos.  

De manual, y faltando tan poco para las elecciones, algunas figuras de la oposición salieron a marcar límites a la propuesta de los referentes oficialistas y se refirió a un “abrazo de oso”. Pero el escenario cambiará después de las elecciones, porque puede instalarse en amplios sectores de la sociedad la percepción de que el país enfrentará dos años turbulentos. Y en ese momento, a la política le corresponderá dar certidumbres.     

Argentina no necesita pactos fundacionales porque tiene un sistema democrático consolidado y referirse a la necesidad de grandes políticas de Estado es políticamente correcto, pero difícil de concretar. El Congreso es el ámbito  para acordar una serie de políticas, sin grandilocuencias, pero que sean factibles y por lo tanto útiles para mejorar la situación del país. La agenda debe ser acotada  y debe incluir, en primer lugar, la aprobación del programa que exige el FMI como condición para lograr un indispensable acuerdo.

Otros dos puntos serán un acuerdo por el Presupuesto y la puesta en marcha de incentivos para generar empleo formal en el sector privado. No es poco, y pretender más, es inviable políticamente y sólo puede llevar a nuevas frustraciones y a mayores conflictos que impidan avanzar en lo que sí puede lograrse. Se trata de una agenda esencialmente económica porque es la más urgente  dada la situación social y porque además es poco probable  que la oposición acepte acordar con el oficialismo otro tipo de temas como los que tienen que ver con el funcionamiento de la Justicia.    

Claro que avanzar en acuerdos no depende sólo de la relación entre el oficialismo y la oposición sino también de una visión compartida dentro de cada una de las fuerzas. Y que no debe ser sólo por el contenido de las medidas sino también asentarse en la idea de que en esta etapa el que se rehúsa al diálogo tiene más para perder que para ganar frente a la sociedad. Porque en 2023, las elecciones presidenciales, como siempre ocurrió, se ganarán desde el centro.   

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