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Petróleo, un recurso estratégico en un tablero multidimensional

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17 junio de 2020

Por Nahuel Guaita

“La competencia es un pecado”, decía John D. Rockefeller luego de crear el monopolio petrolero más grande en la historia de Estados Unidos. Casi 100 años después la influencia de las compañías petroleras americanas es aún mayor y han esparcido su influencia a nivel global en alianza con el complejo industrial y militar.

El mercado del petróleo presenta una peculiaridad en relación a otros  bienes. Es un recurso de una característica tal que llevó a Estados Nación y compañías privadas al auge o a la ruina, ha generado guerras y ha afectado al medio ambiente a escala planetaria. Lodo, arena y sangre podrían describir su historia.

Sin embargo, podemos ganar claridad de este recurso si estudiamos cuatro dimensiones. La dinámica de estas permite entender el tablero mundial del petróleo. Cualquier estrategia de desarrollo de industria nacional o privada que no tenga en cuenta alguna de estas dimensionalidades puede provocar por si sola un colapso tanto del sistema económico como de la iniciativa privada.

La primera dimensión es la económica. El petróleo es un bien básico que entra directa e indirectamente en la producción de todos los bienes tanto para el sector transporte, generación de energía eléctrica, como en la industria petroquímica. La afectación de su suministro implicaría un colapso inmediato de todo un sistema económico o del rompimiento de gran parte del tejido industrial por carecer de un insumo esencial.

La segunda dimensión, la geopolítica. La misma adquirió relevancia previa a la Primera Guerra Mundial, cuando inicia la carrera naval entre Alemania e Inglaterra como resultado de la decisión de Winston Churchill de convertir a la armada británica al petróleo (hasta ese momento a carbón y a vapor), la cual la volvería dependiente de medio oriente. Por lo que el control de esta zona geográfica se volvería el centro de atención de las grandes potencias y Estados Unidos gastaría trillones en equipamiento militar para evitar que un actor la controle.

La tercera dimensión es “la técnica de oferta”. “'La técnica de oferta” refiere a una cuestión de costos de producción. Es decir, el costo de los métodos de producción difundidos para atender la demanda mundial, específicamente el valor de extracción en Texas y en el Mar del Norte. Mal entendida puede llevar a pensar que hay una restricción en los stocks de petróleo para atender la demanda, incluso en los periodos de altos precios internacionales del crudo, jamás hubo escasez de dotaciones físicas. Hoy las reservas internacionales son mayores a las del año 2000.

La última dimensión, no menos importante es la financiera, entendida  como la conformación de mercados spot y futuros de esta commodity donde solo se pueden realizar transacciones en dólares estadounidenses.

Hoy el país que tiene la dominancia sobre estas cuatro dimensiones y, por lo tanto, puede influir decisivamente en cualquier país del planeta ya sea de forma financiera, militar, técnica o económica es Estados Unidos.

A partir de 1960, Estados Unidos comienza a aumentar significativamente sus importaciones de petróleo de Oriente Medio, pero sus empresas ya estaban allí desde casi 40 años antes por la importancia geopolítica del recurso. Específicamente, existieron desde siempre lazos entre Arabia  Saudita y Estados Unidos, que no se romperían jamás. Sin importar si el  Partido Demócrata o Republicano se encuentre en el poder es común observar buena comunicación y viajes constantes de congresistas y funcionarios de Gobierno de Estados Unidos a la península arábica.

Esta alianza entre los estadounidenses y sauditas fijó un piso al precio de producción internacional del petróleo. Este piso siempre asegura un nivel mínimo suficiente para otorgar una rentabilidad normal a la industria  americana. Es decir, garantiza su supervivencia. Cuando eso no sucede, como sucedió semanas atrás con la caída del precio de los futuros del petróleo a valores negativos, en Washington levantan el teléfono y se comunican con Riyadh. La producción se recorta al mismo tiempo que  EE.UU. aumentan las compras de sus reservas estratégicas absorbiendo los flujos excedentes e incrementando sus stocks.

Es importante notar que Estados Unidos jamás dependió de las importaciones de petróleo de un solo país. Por el contrario, por cuestiones de seguridad nacional, el pentágono, siempre aseguró que se diversificaran las mismas, no pudiendo superar un umbral establecido para cada país.

Ahora bien, la presencia militar americana en Medio Oriente busca asegurar que el petróleo siga fluyendo no solo hacia Estados Unidos sino  principalmente hacia sus aliados como así también, controlar los corredores marítimos y terrestres donde circulan los mayores flujos de petróleo a nivel mundial.

Recordemos que previo al 11 de septiembre del 2001, la empresa argentina  Bridas ganaba una licitación a la empresa americana Unocal Corporation   (actualmente desaparecida) para construir un oleoducto en Afganistán. Sin embargo, Estados Unidos intervino para que esto no sucediera. En Afganistán no hay petróleo, pero es un centro de paso cercano a una gran cantidad de oleoductos que fluyen desde Medio Oriente a Europa.

Por otro lado, a partir del 2012, con la revolución del shale americano ya consolidada, Estados Unidos vuelve a tener una influencia decisiva en los flujos petroleros a escala planetaria, es decir, recuperando la posición de  “swing producer” perdida en el siglo pasado. De esta forma disminuyó el piso del precio de petróleo a la cual su industria es capaz de operar. Con lo cual, redujo su dependencia en relación a los sauditas.

Esta dinámica del tablero petrolero implica una gran presión sobre las industrias de otras regiones del mundo cuyos métodos de producción tienen costos superiores a los americanos, no tienen influencia geopolítica en regiones geográficas decisivas y no emiten la moneda que prima en las transacciones internacionales, es decir, insuficiencia de dólares para realizar importaciones y pagar obligaciones. En este grupo de países se encuentra Argentina.

Encontramos un escenario de caída de precios internacionales de commodities y un agravamiento de la restricción externa (disminución de la disponibilidad de dólares para cumplir con obligaciones en dicha moneda). Es importante asegurar el rol de YPF en el sector energético y su capacidad productiva interna a precios rentables. Evitar las importaciones de petróleo es de importancia estratégica para mantener la tendencia decreciente de las mismas. Estas vienen disminuyendo desde hace 7 años, lo que permitió relajar la demanda de dólares y aliviar la restricción externa. Solo un abordaje multidimensional del problema determinará el éxito o el fracaso  de la política energética para el sector.

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