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Mirada retrospectiva y prospectiva en el centenario del PCCh

La innovación teórica y la exploración independiente de los caminos de desarrollo del PCCh hicieron posible que China avanzara de la era de construcción de independencia con Mao hacia la construcción de bienestar con Deng y, ahora, la construcción de poder global.

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30 junio de 2021

Por Jorge E. Malena (*)

Ante la conmemoración del centenario de la fundación del Partido Comunista de China (PCCh), cabría efectuar una mirada tanto retrospectiva como prospectiva sobre su accionar, a la luz de las enormes transformaciones que China ha experimentado y el papel que ese país ha asumido en el concierto de naciones.

En una primera etapa del PCCh, definida como el período revolucionario (entre 1921 y 1949), se destacan acontecimientos como la victoria de Mao Zedong sobre el dogmatismo de la facción de los “28 Bolcheviques” (en enero de 1935), la cual abrió el camino a la integración de la teoría marxista-leninista con la realidad de China.

Luego, el brazo armado del PCCh alcanzó la victoria frente a fuerzas regulares mejor entrenadas y pertrechadas, tanto en la guerra de resistencia contra el Japón (1937-1945) como en las operaciones militares contra el régimen de Chiang Kaishek (1946-1949).

Con el triunfo en la guerra civil y la proclamación de la República Popular China (RPCh) el 1° de octubre de 1949, el PCCh avanzó hacia una segunda etapa (aún bajo el liderazgo de Mao), denominada el período de transformación socialista y construcción del régimen (1950-1976).

Otra serie de acontecimientos pueden aquí destacarse, a saber, las campañas de alfabetización y salud pública, la aprobación de la ley de matrimonio, las medidas contra la especulación en oro, plata y dólares, la fabricación de los primeros bienes por la industria nacional, etcétera. Asimismo, hay hechos del ámbito internacional que cabe recalcar, como la participación en las conferencias de Ginebra en 1954 y Bandung en 1955, evidencia del perfil independiente de la diplomacia de la Nueva China.

Estos sucesos reflejan la épica que contribuyó con la construcción de un nuevo Estado, el cual pudo enfrentar condiciones desfavorables en el ámbito internacional (como el embargo de EE.UU. y el deterioro de las relaciones con la URSS), o acontecimientos negativos en el orden interno (ya sea causados por la naturaleza como terremotos e inundaciones, o causados por el hombre como el Gran Salto Adelante y la Revolución Cultural).

A la era maoísta le prosiguió la de Deng Xiaoping (1978-1992), definida como la etapa de la “reforma y apertura económica”. La misma se caracterizó por el cambio diametral en la estrategia de crecimiento económico abrazado por el PCCh desde 1949, que le permitió a China ser sustentable y desarrollar un proceso de formación de capital basado en el comercio y la inversión externa.

Durante la primera década de la era denguista, la RPCh logró salir de la situación de economía cerrada, desequilibrada y estancada, para lograr la armonización gradual de las variables económicas. Luego, entre fines de los '80 y principios de los '90, se produjeron acontecimientos internos y globales que pusieron a prueba al PCCh, como los incidentes cruentos en la Plaza Tian Anmen de junio de 1989 y el colapso del bloque comunista, los cuales desencadenaron una crisis existencial en el partido.

A partir de la década de 1990, el PCCh se reinventó a sí mismo y se sentaron las bases para la construcción de un país que creció a partir de una expansión extraordinaria del comercio exterior, al punto de dar cabida a la acuñación del término “crecer a tasas chinas”.

Y al comenzar el Siglo XXI, el PCCh demostró capacidad para responder a las tensiones provocadas por el vertiginoso ascenso económico de China y los desafíos de la globalización. Para lograrlo, la RPCh contó con una clase dirigente que comprendió cómo funciona el mundo y cuáles son los intereses del país, logrando diseñar un plan de crecimiento acorde con sus capacidades materiales y características culturales.

El partido liderado por Xi Jinping desde fines del 2012 logró terminar con la pobreza extrema. Sin embargo, la labor gubernamental siempre tiene por delante nuevos desafíos: la desaceleración del crecimiento económico, las amenazas ambientales, el envejecimiento de la población, las tensiones con Washington y la pandemia del Covid-19.

En síntesis, la innovación teórica y la exploración independiente de los caminos de desarrollo han sido las notas esenciales de la obra del PCCh, las cuales hicieron posible que la RPCh avanzara de la era de construcción de independencia con Mao, hacia las eras de construcción de bienestar con Deng y construcción de poder con el liderazgo posdenguista.

En materia internacional, la obra del PCCh en la actual etapa de transición hegemónica global se caracteriza porque, durante la crisis bilateral promovida desde Washington, la dirigencia china evitó tomar medidas provocativas y no implementó represalias de similar tenor.

Asimismo, China ha asumido gradualmente una mayor responsabilidad en diversas cuestiones propias de la gobernanza mundial, particularmente desde su ingreso a la OMC en 2001 y la crisis financiera de 2008-9. Lo ha hecho contribuyendo a los “bienes comunes globales” a través de ideas y planes creativos e innovadores en la gobernanza global, como la Iniciativa de “la Franja y la Ruta” y la propuesta de construcción de una “comunidad de futuro compartido" para la humanidad.

Finalmente, cabe completar el precedente análisis retrospectivo con una mirada prospectiva. En el marco interno, el PCCh tendría ante sí una importante tarea pendiente: al igual que hizo en 1981, con la publicación de la “Resolución sobre Algunos Problemas en la Historia del PCCh (1949-1981)”, en la que se plasmó su mirada sobre el accionar partidario desde la fundación de la RPCh (e incluyó cuestiones sensibles como los diez años de la “Revolución Cultural” y el papel histórico de Mao Zedong), sería el momento oportuno para realizar un análisis de la historia del PCCh desde 1982.

Esta lectura podría brindar un veredicto sobre no sólo los logros alcanzados sino también las crisis vividas, como la ocurrida en junio de 1989. El documento fortalecería la armonía social y enaltecería la imagen de China en el exterior.

Y en el marco externo, el PCCh podría refrendar con más acciones sus pronunciamientos a favor del sistema de gobernanza global, para dar respuesta al interrogante que se plantean el G7, la UE, la OTAN y el Quad sobre si la RPCh es un actor cooperativo o disruptivo del mismo.

(*) Director del Programa Ejecutivo sobre China contemporánea de la UCA y Director del Comité de Asuntos Asiáticos del CARI @DrJorgeMalena

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