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Mientras miro las nuevas olas: la elección brasileña en perspectiva regional

Tras su derrota, Bolsonaro se suma al grupo pequeño de presidentes latinoamericanos que aspiraron a un segundo mandato sin éxito.

El último oficialismo en ganar una elección presidencial en la región fue el Partido Colorado en Paraguay en abril de 2018.
El último oficialismo en ganar una elección presidencial en la región fue el Partido Colorado en Paraguay en abril de 2018.
Ignacio Labaqui 02 noviembre de 2022

La segunda vuelta presidencial brasileña confirmó la tendencia observada en América Latina desde hace dos años y medio. Ningún oficialismo ha conseguido desde entonces ganar una elección presidencial en un contexto democrático. El último en hacerlo fue el Partido Colorado en Paraguay en abril de 2018.  

Tras su derrota del domingo pasado Jair Bolsonaro se suma a un grupo pequeño de presidentes latinoamericanos que aspiraron a un segundo mandato y no lo consiguieron.

Aparte del actual mandatario brasileño, solo otros 3 presidentes latinoamericanos fracasaron en su intento de ser reelegidos: Daniel Ortega en 1990 en Nicaragua, Hipólito Mejía en 2004 en República Dominicana y Mauricio Macri en Argentina en 2019.

El regreso de Lula a la presidencia sin duda entusiasmará a la izquierda latinoamericana, que probablemente se ilusione con una nueva ola rosa, similar a la que tuvo lugar a comienzos de siglo. Sin embargo, lo que pareciera estar ocurriendo en la región es otra cosa: más que un nuevo "giro a la izquierda" hay una oleada de oficialismos derrotados en elecciones presidenciales.

¿Qué subyace esta sucesión de derrotas oficialistas?

  • Principalmente los altos niveles de insatisfacción ciudadana respecto del funcionamiento de las principales instituciones democráticas y una creencia arraigada en que se gobierna en favor de unos pocos a expensas de la mayoría, ambos fenómenos incubados al calor de un relativo estancamiento económico que ya arrastra algunos años y que preexiste al inicio de la pandemia del Covid-19.

La pandemia sin duda agravó buena parte de los problemas que aquejan a la región. Ello no solo se manifiesta a través de la sucesión de derrotas oficialistas que hemos visto en los últimos cuatro años y medio, sino también en la desinstitucionalización de sistemas de partidos establecidos que tuvo lugar en diversos países de la región y en el éxito -independientemente de si resultaron ganadores en las urnas- de candidatos que enarbolan un discurso contrario al establishment, ya sea por derecha o por izquierda.

¿Qué implicancias podemos extraer de la elección brasileña y del contexto regional para la coyuntura argentina?

La victoria de Lula confirma la tendencia a la alternancia en la región.

  • El festejo del Frente de Todos del resultado electoral del último domingo debería ser, más bien, un llamado a la reflexión. La alternancia en Brasil sugiere que su gobierno es uno de los próximos a engrosar la lista de oficialismos derrotados.

Más allá del uso político de la elección brasileña hay otra cuestión que invita a la reflexión. A pesar del decepcionante desempeño económico que ha tenido la Argentina desde 2011 a la fecha, el sistema de partidos de dos coaliciones, surgido de la elección de 2015 ha logrado sostenerse en el tiempo.

Cabe preguntarse de cara a las elecciones del año que viene si Argentina se sumará no solo a la lista de países con oficialismos derrotados, sino también cuál será el grado de receptividad del electorado hacia los discursos anti-elitistas y de qué modo impactará ello sobre la configuración del actual sistema de partidos.  

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