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Acercamiento con Rusia

Los atajos de Turquía son los desvíos de la OTAN

Pese a apoyar a bandos contrarios en Armenia, Afganistán y Libia, a la hora de hacer negocios, Putin y Erdogan ponen sus ideologías de lado

Erdogan y Putin
Erdogan y Putin Archivo
Pedro Ferrario 10 octubre de 2021

Los caminos que decide adoptar el país turco se van alejando cada vez más de la política exterior de sus aliados del Norte. Lo que al principio parecía un pequeño acercamiento entre Turquía y Rusia, hoy en día ya es la principal preocupación militar de la OTAN.

Turquía y Rusia históricamente tuvieron una relación de amor y odio. Aunque la misma estuvo caracterizada por una diplomacia de tire y afloje, eso nunca les impidió un crecimiento recíproco a nivel económico y militar. Aunque son innumerables los antagonismos que tienen, se puede resaltar que Rusia apoya a los kurdos en territorio turco y fue quien sostuvo en el poder a Bashar al Asad cuando tropas turcas quisieron derrocarlo mientras que, para disgusto de Moscú, el presidente turco apoya el islam político (especialmente los Hermanos Musulmanes), no reconoce la anexión de Crimea, ayuda a los tártaros y moderniza las Fuerzas Armadas ucranianas. 

Sin embargo, pese a apoyar a bandos contrarios en Armenia, Afganistán y Libia, a la hora de hacer negocios ponen sus ideologías de lado. La mitad de las exportaciones de Rusia en gas fueron para Turquía con la construcción del Turkish Stream, un gasoducto que conecta ambos países mediante el Mar Negro. Mientras tanto, Rusia es el principal contribuyente de divisas en el mercado turístico con 7 millones de turistas por año y, en materia nuclear, se está construyendo la primera planta del país en la zona de Akkuyu (sur de Turquía) por la empresa rusa Rosatom, lo que representa una inversión directa de US$ 20.000 millones y estaría finalizada para 2023.

Para la OTAN, los problemas de esta alianza empezaron a hacer ruido cuando se produjeron avances militares. El año pasado, el Poder Ejecutivo turco, a cargo de Recep Tayyip Erdogan, decidió adquirir el novedoso sistema antimisiles rusos S-400, desobedeciendo las leyes de la OTAN (más específicamente la ley Caatsa), que prohíben la incorporación de material ruso a las defensas de la alianza transatlántica. Por primera vez dicha ley fue usada contra uno de los miembros de la misma organización. Se aplicaron algunas sanciones económicas, pero la más dura fue la exclusión del sistema antimisiles estadounidense Patriot MIM-104. Por su parte, Erdogan argumentó que estos eran sistemas complementarios y no competitivos, aunque finalmente decidió ir más lejos en las negociaciones con Rusia.

Unas horas antes de partir hacia la septuagésimo sexto sesión de la Asamblea General de la ONU el pasado 21 de septiembre, Erdogan adelantó en una entrevista los grandes desacuerdos que tiene con la actual administración estadounidense. Una de las principales causas es la búsqueda de un reembolso, ya que Turquía pagó US$ 1.400 millones por aviones caza F-35 pero nunca fueron entregados. Como se encuentra apartado de los Patriot, dijo estar en el proceso de compra de una segunda tanda de antimisiles rusos, lo cual se confirmó una semana después. 

Putin y Erdogan se reunieron el día 29 al sur de Rusia en Sochi. Ambos mandatarios lograron nuevamente grandes avances económicos y militares. A nivel bélico su objetivo es empezar la producción de aviones de combate y submarinos mientras que en un plano material anunciaron la construcción de dos plantas nucleares en Turquía (además de la que ya se está construyendo). 

Si bien Turquía es miembro de la OTAN desde 1952, son incontables los inconvenientes que le ha provocado a dicha alianza. Quizás el más grande es la constante rivalidad con su vecino griego por dominar el Mediterráneo. Sin embargo, esta coalición rusa es mucho más que una riña entre colegas, esta cooperación militar contradice el núcleo duro de la OTAN, los fundamentos básicos para lo cual fue creada. 

Los dos gobernantes autocráticos son viejos zorros pragmáticos que llevan dos décadas en el poder (Putin 2000 y Erdogan 2003) y entienden mejor que nadie la diferencia entre el soft power (poder blando) y el hard power (poder duro). Mientras los miembros de la OTAN se preocupan en las formas, estos dos países orientales avanzan hacia la eficiencia, ya que, aunque política y diplomáticamente se encuentran muy distanciados, económica y militarmente están muy cerca y apuestan al beneficio mutuo. Mientras tanto, Putin se aprovecha de estas situaciones para seguir creando discordia y fragmentación en los aliados.

La próxima reunión entre Joe Biden, Erdogan y Putin tendrá lugar en Roma a fines de octubre con la cumbre G20. Habrá que ver si predomina el soft power o el hard power.

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