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Las 8 lecciones de China para luchar contra la pobreza

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Patricio Giusto 10 marzo de 2021

Por Patricio Giusto (*)

El presidente Xi Jinping anunció recientemente el cumplimiento de una de las dos “metas centenarias” de China, que es la erradicación total de la pobreza extrema. Según datos del Banco Mundial, en los últimos 40 años China sacó de la pobreza extrema a 770 millones de personas, cifra que representa más de 70% de la reducción mundial de la pobreza en ese período. En tanto, durante los siete años que Xi lleva en el poder, fueron casi 100 millones los chinos que superaron este flagelo. El cumplimiento de la meta coincide con el centenario de la creación del Partido Comunista de China, a conmemorarse en julio próximo.

De esta forma, China alcanzó con casi diez años de anticipación el objetivo de reducción de la pobreza de la Agenda 2030 de las Naciones Unidas para el Desarrollo Sostenible, siendo la única gran potencia en lograr esa meta. Se trata de la mayor revolución social de la historia de la humanidad, tanto por su magnitud como por el relativo corto período en el que fue lograda. Sucede que nunca antes tanta gente salió de la pobreza en tan poco tiempo.

Junto con la reducción de la pobreza, cabe destacar también que el nivel de ingresos de las clases bajas ha aumentado sustancialmente, a la par de una mejora significativa en el desarrollo económico y en las condiciones de vida en las áreas pobres. Tuve la oportunidad de vivir en China y luego retorné en varias ocasiones. Es realmente impactante advertir en persona las impresionantes y rápidas transformaciones en la geografía económica y social de China en los últimos años.

Para 2049, año centenario de la creación de la República Popular China, la segunda gran meta es convertir a China en un “país socialista moderno”, con ingresos medios equiparables a las naciones avanzadas de Occidente. No obstante, China afronta renovados desafíos por delante, como ser el envejecimiento de la población y el creciente proceso de migración de los jóvenes hacia las ciudades.

Un camino plagado de dificultades

La erradicación de la pobreza extrema no ha sido un trayecto fácil para China. A partir del Proceso de Reforma y Apertura, iniciado por Deng Xiaoping en 1978, China tuvo que atravesar un camino plagado de dificultades, con escasa ayuda internacional.

Conviene repasar lo que considero son los ocho grandes pilares del éxito de China en la lucha contra la pobreza. Se trata de grandes lecciones que pueden servir como modelo para países como la Argentina, hundidos en el flagelo de la pobreza.

1. Planificación, metas realistas y cumplimiento de los plazos

El primer punto a destacar de la experiencia china es la seria y metódica planificación estatal, contenida en los planes quinquenales que fija el Partido Comunista. En ellos se establecen objetivos concretos y realizables, con metas y plazos muy detallados, que se suelen cumplir con rigurosidad. Cuando esto no sucede, es común que los funcionarios a cargo de las respectivas áreas sean reemplazados y, eventualmente, sancionados por mal desempeño. Asimismo, los que se destacan por sus méritos y sus resultados suelen ser promovidos. En China hay una fuerte valoración del mérito y del esfuerzo colectivo, algo que cuesta comprender desde Occidente.

2. Estabilidad política y consenso social basado en resultados

La estabilidad política que caracteriza a China claramente ha favorecido la continuidad de las políticas exitosas en materia de desarrollo económico y reducción de la pobreza. La conducción del PCC desde 1949 a la fecha ha permitido la continuidad y el cumplimiento efectivo de los grandes objetivos de largo y mediano plazo. Y esto no implica un elogio o preferencia por ese sistema político. Es un dato objetivo. A la luz de los resonantes logros y el progreso obtenido, el rumbo elegido por el PCC hoy goza de amplio consenso y aceptación social en el pueblo chino.

3. Apertura económica gradual e inteligente

A diferencia del fallido caso de la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS), China se abrió al mundo de manera gradual e inteligente, a partir de 1978. Los resultados fueron espectaculares. El PIB, las exportaciones de manufacturas y las inversiones se dispararon a tasas inéditas en la historia, sobre todo a partir de los 90s. Esto tuvo su esperable correlato en la drástica reducción de la pobreza. Tras el inicio en 2014 de la fase económica de "nueva normalidad", con menor crecimiento y énfasis en el mercado interno y la innovación, la pobreza siguió bajando de manera sostenida y el desarrollo económico se siguió afianzando.

4. Crecimiento con foco en el desarrollo regional

Es sabido que el crecimiento económico no necesariamente se traduce en desarrollo y reducción de la pobreza. El visionario Deng y sus respectivos sucesores siempre tuvieron eso bien claro. Por ello, China se enfocó desde la década del '80 en la creación de zonas económicas especiales y en la implementación de monumentales proyectos para desarrollar la deficiente infraestructura del país. Básicamente, fue una larga marcha desde la rica zona costera del este hacia el oeste, donde se encuentran las provincias más pobres y subdesarrolladas del país.

5. La política social la define el Estado

En China el Estado no negocia con privados u organizaciones de base las políticas sociales. Es impensable que una corporación u organización privada pueda pretender ocupar el papel de intermediario entre el Estado y los pobres, como suele suceder en países como la Argentina. Y esto no se contradice con la necesaria reducción de los organismos y empresas ineficientes del Estado, como ha sucedido especialmente durante la era de Xi Jinping. Tampoco la primacía del Estado contradice el creciente papel que están teniendo algunas ONG en China, aunque de manera aún marginal.

6. Políticas sociales orientadas a la integración y la mejora de los servicios

En China, la mirada social del Estado está preeminentemente enfocada en la ampliación y la mejora de los servicios públicos, buscando equiparar la calidad y las posibilidades de acceso para todos los ciudadanos, independientemente donde vivan. En ese sentido, China ha logrado una exitosa integración y desarrollo armonioso entre el campo y la ciudad, pese a grandes desafíos pendientes en ese sentido. China ha fijado políticas específicas para favorecer a campesinos, mujeres, minorías étnicas, desocupados, adultos mayores y niños en condición de pobreza o abandono. La provincia de Zhejiang es un excelente ejemplo de ello. El modelo de las “Ocho Estrategias”, establecido por Xi Jinping cuando gobernó la provincia (2002-2007), tuvo fenomenales resultados en desarrollo, integración urbano-rural y reducción de la pobreza. Luego, Xi aplicó gran parte de esa exitosa experiencia a escala nacional.

7. Primero, la educación

El pueblo chino tiene una sana obsesión por la educación. Lograr una buena educación para los hijos es la máxima prioridad de los padres, quienes hacen enormes esfuerzos para acceder a las mejores escuelas y universidades. El Estado ha acompañado esa tarea mediante un notable aumento de la inversión en educación, junto con subsidios para estudiantes de áreas rurales y otras zonas desfavorecidas, alejadas de los principales centros educativos. El resultado ha sido que los estudiantes chinos siempre aparecen en los primeros lugares de las pruebas internacionales PISA. Además, China se ha convertido en faro mundial en materia de innovación, desarrollo tecnológico y cultura emprendedora. Esto naturalmente tiene consecuencias muy positivas en el marco del combate de un país contra la pobreza.

8. Lucha contra la corrupción

Ni bien asumió el poder, el Presidente Xi Jinping lanzó una campaña sin precedentes contra la corrupción. Cientos de miles de corruptos fueron enjuiciados y encarcelados. Por supuesto, los críticos de Xi dicen que usó esa campaña para sacar del camino a adversarios. Pero difícil creer que haya sido el objetivo primordial, teniendo en cuenta la impresionante cantidad de corruptos que cayeron, de todos los rangos (“tigres y moscas”, según la expresión de Xi). Esa política fue complementada con un programa especial para localizar a altos funcionarios corruptos fugados al exterior. El resultado es que billones de yuanes de los corruptos fueron recuperados para los chinos, con una valoración social muy positiva de esta política. Según entienden los chinos, luchar contra la corrupción es sinónimo de luchar contra la pobreza.

En conclusión, China deja importantes lecciones para una Argentina hundida en la corrupción, la pobreza, la falta de planificación y una peor gestión de los recursos. Pese a las grandes distancias en todos los planos, hay muchas cosas para valorar y aprender de la experiencia de China, dejando de lado los prejuicios y las ideologías.

(*) Director del Observatorio Sino-Argentino; docente del Posgrado sobre China Contemporánea de la UCA y profesor visitante de la Universidad de Zhejiang (China)

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