Recientemente, se han cumplido dos meses desde que Benjamin Netanyahu volvió al poder, aunque dicho período ha estado marcado por la tensión.
Esto se debe a que Netanyahu continúa avanzando con una reforma judicial que el Parlamento (o "Knesset") tiene previsto aprobar este mes y que incluye dos aspectos que la oposición denuncia que no respetarían la división de poderes.
Entre las propuestas se encuentra la de la potencial ampliación de las atribuciones de la Knesset, con mayoría oficialista, en detrimento de las de la Corte Suprema: los legisladores podrían anular decisiones del máximo tribunal con una mera mayoría simple, es decir, 61 votos del total de las 120 bancas.
Por otra parte, también se propone una modificación del Comité de Selección Judicial (CSJ), responsable de nombramientos, promoción y remoción de jueces.
Esto último provocaría que las designaciones sean, casi por completo, un atributo del gobierno de turno.
Según encuestas, más de la mitad del público no apoya la forma en que se lleva a cabo, ya que se considera que Netanyahu, que enfrenta varias causas judiciales, busca beneficiarse a sí mismo. Por ello, en las últimas semanas entre 200.000 y 400.000 personas han salido a las calles para protestar.
Nadav Eyal, periodista israelí, considera que "esta tendencia hacia el populismo y el nacionalismo no tiene precedentes en la historia del país (...) Israel, como democracia joven, no tiene antecedentes autoritarios. El movimiento sionista se construyó sobre principios de autodeterminación nacional y liberalismo".
Por ello, destacó que personas de todos los estatus sociales se han unido a las protestas: desde líderes de la industria de la tecnología, banqueros, premios Nobel, y hasta exsoldados.
Uno de los últimos grupos en protestar han sido los pilotos de combate, esenciales para la Fuerza Aérea israelí, quienes argumentan que "están dispuestos a sacrificar sus vidas por un Israel democrático y judío, pero no por un país que ya no es una democracia".
Sin embargo, por el momento, el gobierno de Netanyahu no ha dado indicios ni de congelar la propuesta ni de sentarse a negociar con la oposición.
